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En el presente artículo se propone una serie de reflexiones acerca de la necesidad de implementar mecanismos académicos de formación integral, para la incorporación de la alfabetización emocional. Esto a través de la creación de ecosistemas áulicos aptos para que los estudiantes universitarios reconozcan, comprendan, interpreten y expresen sus emociones de forma efectiva, con el propósito de mejorar su calidad de vida desde su experiencia universitaria. Este ejercicio tiene como objetivo lograr la participación armoniosa de todos los involucrados en el proceso de enseñanza-aprendizaje, así como la consideración de posibles ajustes futuros en el plan de estudios de la Educación Superior. Estos ajustes estarían enfocados en la incorporación de metodologías y materias que se basen en la educación integral, en línea con la dimensión ética que rodea las nociones de éxito académico. Este éxito se visualiza como el resultado de una serie de acciones deliberadas y planificadas a nivel administrativo, las cuales se apoyan en la autonomía del estudiante para la adquisición de conocimientos. Todo esto se enmarca en la idea de reafirmar la importancia del ser humano como elemento fundamental en el desarrollo integral de las sociedades.

La inmediatez y rapidez informativa no implica que todos los datos a los que se tiene acceso sean verídicos, confiables o necesarios. Dentro y fuera de las aulas es común que los estudiantes investiguen menos o prefieran informarse con generadores de contenido, es decir, celebridades e influenciadores a quienes consideran líderes de opinión, lo que podría impedir que el pensamiento crítico se desarrolle cuando la desinformación llega a trastornar la conducta social y la utilidad práctica del conocimiento como herramienta para el progreso. Por lo que se plantea una reflexión sobre el uso que hacen las generaciones digitales de las redes sociales como fuentes de información y cómo la modernidad de la interacción social conlleva retos en la educación para enseñar a los educandos la forma de seleccionar datos de valor para encaminarlos a una aproximación interpretativa real de los hechos y nuevos conocimientos útiles a su vida cotidiana. La exploración de este tema propone que el acceso a la información siempre ha sido en mínima o en gran proporción entre las generaciones digitales que la retoman de forma particular o colectivamente, según sus necesidades de consumo, experiencias, presaberes, referentes o influenciadores restando credibilidad a lo aprendido.

La educación es un proceso dinámico en el que coinciden educandos y educadores dentro de contextos específicos, con el fin de desarrollar competencias encaminadas a que los estudiantes se inserten en lo laboral para su propio desarrollo. A simple vista es un proceso simbiótico y casi espontáneo, sin embargo, la educación también enfrenta retos constantes debido a factores externos. Estos retos requieren adecuar herramientas a la didáctica que suelen ser poco usuales al entorno educativo, pero afines a entornos tecnológicos, específicamente en los virtuales. Así, los videojuegos que simulan interacciones sociales podrían ser parte de la solución para que los estudiantes obtengan experiencias prácticas, tomando como aliada a la tecnología y fusionando la realidad de manera que esta no sea vista como un muro infranqueable, sino como la oportunidad de encontrar respuestas viables mientras se aprende haciendo en la virtualidad para la empleabilidad.

Los desaparecidos en El Salvador son noticia de cada día en el país. Sin embargo, se invisibiliza la gravedad del problema para los familiares. La desensibilización se suma al dolor de la búsqueda sin resultados óptimos, como la falta de acompañamiento por las instituciones, incluso la falta de cobertura periodística; además deben realizarse diligencias de carácter judicial para tener un respaldo de la situación de desaparecimiento de su familiar. En adición a que, en casi la totalidad de los casos, los familiares deben hacerse cargo de las obligaciones económicas que asumía la persona desaparecida. Debe considerarse la preocupación que, sin haber llorado el luto respectivo, los familiares deben tomar la dura decisión de declarar como fallecido a su familiar, y recurrir a los juzgados para realizar dichas diligencias. Es entonces, cuando la muerte presunta se convierte en la solución ante la falta de documentación que respalde la muerte natural por desaparición.