El artículo propone, a través de una lectura fenomenológica de la tejuela de alerce, nuevas posibilidades de comprensión y relación entre la vida humana y lo otro-que-humano. La crisis socioambiental y epistémica en la que estamos inmersos, impulsa una reflexión sobre la vida. Esta reflexión requiere ampliar la mirada para reinterpretar las materialidades y los vínculos que construyen la vida sobre el planeta. La tejuela de alerce, narrada en sus múltiples interacciones e interpretada a partir de sus propios lenguajes (materiales, temporales y territoriales) nos conduce –asombrosamente– a una amplitud del pensar, del sentir y del conocer el territorio y la vida que se enmaraña en él.