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Following Nietzsche, we can discern two types of therapeutical voice on ressentiment, which find themselves in a polemical relation to one another: The philosopher and the priest. In this paper, I turn to a third polemical voice, embodied by Jean Améry, namely that of the victim who bears witness to his own ressentiment. A dialectical reconstruction of this standpoint within the polemical triangle contributes to the Améry reception in three ways: (1) It is no longer necessary to justify his tactlessness through the exceptional context of the objectively recognized lived experience of victimhood. (2) It shows that Améry's assumption of his "authentic ressentiment"is not just "anti-Nietzschean"(Jameson, Žižek) but first of all anti-pastoral. (3) Beyond the question of (in)authenticity, this also implies that the political significance of Améry's testimony lies in its literary and conceptual systematicity no less than as a description of lived experience.

Jean Améry, superviviente de la Shoá, experimentará durante dos décadas la clausura de la palabra, como consecuencia traumática de la violencia y la tortura padecidas. Desde mediados de los años sesenta hasta su muerte, Améry se ocupará ensayística y literariamente de la destrucción infligida a él. Su empresa narrativa será el esfuerzo titánico por subvertir el "topos de inaplicabilidad", asociado con el recuerdo del dolor extremo, determinante para su condición de víctima, mediante la palabra. una palabra capaz de devolverle –siempre de modo parcial y subsidiario– la condición de sujeto. Sin embargo, la experiencia del dolor será inaprehensible, subsumida por el tiempo en la etérea forma de una abstracción. La memoria se revela a Améry como incapaz frente a la substancia del dolor, tan solo asequible a recurrentes escenas de penosa claridad para la visión.