Una simple mirada a nuestro entorno, sin ser necesariamente ni rigurosa ni estricta, nos podría obligar a replantear en profundidad el enunciado de este tema. No podemos engañarnos. Se ha decretado desde hace tiempo el fin de la historia, sobre las ruinas de los viejos pero no necesariamente caducos referentes. Debemos enfrentar, día a día los intentos de enterrar la memoria histórica de todas y cada una de las luchas de los diferentes pueblos por su emancipación nacional y social. Estamos asistiendo a un proceso encadenado, igual en el Norte que en el Sur, de «transiciones a la democracia» tendentes a legitimar el modelo neoliberal. ¿Vale la pena recordar dónde se gesta y se dicta hoy la acción política real, la de la globalización? FMI, BM, Maastrich, Transnacionales, y su traducción conceptual, el «Nuevo orden mundial» del que, coincidiendo plenamente con José Ma. Valverde, sabemos que no es «nuevo» ni es «orden». Haciendo nuestra la palabra lúcida y dolorida de Eduardo Galeano, a veces sentimos que «nos han robado hasta las palabras»(!). Trasladar nuestra mirada global -planetaria- a realidades más próximas y más propias como la estatal o la nacional, no nos permite otra cosa que redimensionar a la escala correspondiente nuestras dudas sobre la existencia de una acción política real y estructuralmente solidaria. Así, en este marco de contrarrevolución liberal, ¿dónde encajar la acción transformadora? ¿No deberíamos por simple honradez intelectual cambiar el título de nuestra reflexión por el de «Acción política versus Acción solidaria»? Es cierto: «Somos como niños perdidos en la intemperie» -otra vez Galeano- . «Niños perdidos pero no solos». Somos muchos. En todo el mundo somos muchos». Y desde la fortaleza de nuestras incertidumbres, desde esta intemperie compartida, es posible a la acción política y acción solidaria. Diada imprescindible para un futuro transformador y transformado.
This article aims to defend that the hypothesis of the interaction between the government and the anti–systemic political action is the answer to a question on what is the axis of a critical theory of government. From a methodological point of view, the study applies this hypothesis to the analysis of the concrete, that is, to the analysis of governance and its forms of social and political coordination (hierarchical government, self–government and co–government) from a critical theory point of view. The outcome is the idea of counter-governance, which interprets the governance and its forms in an anti–systemic way, in other words, as a kind of government that uses hierarchy, autopoiesis and asymmetrycal networks in order to subject human activity to the capitalist law of value. ; El presente artículo defiende la hipótesis de la interacción entre gobierno y acción política antisistémica como respuesta a la pregunta de cuál es el eje de una teoría crítica de la cuestión gubernativa. Desde el punto de vista metodológico, se procede aplicando tal hipótesis al análisis de lo concreto, esto es, de la gobernanza y sus formas de coordinación sociopolítica: gobierno jerárquico, autogobierno y cogobierno. El resultado es la noción de contragobernanza, la cual recoge dichas formas, pero las reinterpreta en perspectiva antisistémica, así: la gobernanza como el orden que utiliza indistintamente la jerarquía, la autopoiesis y las redes asimétricas con el fin de someter la actividad humana a la ley capitalista del valor.
El presente artículo defiende la hipótesis de la interacción entre gobierno y acción política antisistémica como respuesta a la pregunta de cuál es el eje de una teoría crítica de la cuestión gubernativa. Desde el punto de vista metodológico, se procede aplicando tal hipótesis al análisis de lo concreto, esto es, de la gobernanza y sus formas de coordinación sociopolítica: gobierno jerárquico, autogobierno y cogobierno. El resultado es la noción de contragobernanza, la cual recoge dichas formas, pero las reinterpreta en perspectiva antisistémica, así: la gobernanza como el orden que utiliza indistintamente la jerarquía, la autopoiesis y las redes asimétricas con el fin de someter la actividad humana a la ley capitalista del valor.
Libro reseñado: De la isla del doctor Moreau al planeta de los simios: la dicotomía humano/animal como problema político. Iván Darío Ávila Gaitán. Desde Abajo, Bogotá, 2013, 90 pp. Un ensayo de crítica a la modernidad desde la perspectiva de la filosofía animalista en cuanto acción política, de eso se trata el opúsculo aquí reseñado, un breve libro escrito por Iván Darío Ávila Gaitán, donde muestra sus conocimientos en filosofía y en ciencia política, para de esa manera y a partir de esa fusión académica realizar una radical crítica a la modernidad. En especial en lo que tiene que ver con el sujeto como centro del universo, y la noción de progreso en la que el ser humano es amo de la naturaleza y, por ende, superior a los otros animales del mundo. Una obra muy influenciada por la filosofía francesa contemporánea, sobre todo por autores de la corriente posestructuralista, quienes buscan deconstruir los pilares de la modernidad con argumentos políticos, morales, éticos, artísticos e históricos. Un breve libro publicado por una editorial marginal, poco conocida en Colombia, pero que difunde el pensamiento alternativo, crítico, diferente y subterráneo. En el prefacio, escrito por el eminente politólogo Edgar Novoa, amigo y compañero universitario del autor del libro, se muestra la importancia actual del movimiento animalista en el mundo, además de elogiar la propuesta del politólogo Ávila Gaitán, según la cual se debe deconstruir el especismo antropocéntrico, es decir, destronar la especie humana del centro de poder en el que se encuentra reinando hace miles de años, para de esa manera liberar a las otras especies animales de la tortura a que son sometidas en los laboratorios científicos, en los zoológicos y en los criaderos. El doctor Novoa ve este opúsculo como una propuesta renovadora en la cual su colega, el doctor Ávila, nos induce al debate político sobre la condición de los animales como sujetos éticos que pueden ejercer la acción política, despertando así una conciencia ecológica en la sociedad contemporánea para que el pensamiento animalista triunfe en la democracia.
El presente trabajo asume el propósito expreso de elaborar un «corpus téorico» sobre el Comportamiento Ético de la Acción Política que sirva de base para un vigoroso debate que despierte en los ciudadanos la conciencia y el compromiso para participar activamente en la política. Enfatiza que el debate es necesario, en tanto la suerte y el destino de millones de ciudadanos, su porvenir y calidad de vida están vinculados al quehacer político y el valor de la discusión pública debe ser incorporado a la reflexión acerca de la democracia en sí. Este propósito toma fuerza en la medida que se evidencian amplias y reiteradas manifestaciones de un visible desencantamiento con la política y con la democracia, situación que impone el repensarlas y emprender su profilaxis desde la ética, siendo que la acción política que no se somete a normas éticas, termina siendo una política sin conciencia y poco trascendente. Expone la necesaria vinculación axiológica entre la Ética, la Política y la Democracia, lo que a su vez conduce a la reflexividad ética sobre los propósitos y fines de la política y de la democracia, y las democracias que resultan moralmente deseables. Extiende el debate al ámbito global dado que con la globalización también se ha globalizado la política y se ha vuelto indispensable una ética global. Sostiene que las dificultades del mundo de hoy no se resolverán renunciando a la política, sino con su saneamiento y transformación para modelar y organizar la sociedad democráticamente. Enfatiza que para asumir democráticamente los retos del siglo XXI se hace necesario que la gente que tenga poder político también tenga una ética.
El conflicto social ha sido uno de los grandes temas de las ciencias sociales, principalmente a partir de la modernidad, periodo en que ontológica, normativa y epistemológicamente, se comenzaron a configurar diversos debates y estudios orientados a comprender el orden sociopolítico, su estabilidad y sus posibilidades de transformación o ruptura.
Durante el siglo XIX y principalmente en el siglo XX, crisis económicas, guerras, procesos de liberación nacional, insurrecciones, alzamientos populares y movimientos sociales fueron parte del marco histórico que propició el surgimiento de distintas escuelas y teorías sobre conflicto y acción colectiva, dando origen a numerosos objetos de estudio.
Por un lado, destacan quienes desde la tradición marxista se centraron en explicar las causas estructurales del conflicto y cómo la expansión del capitalismo, su modo de producción y la estructura de clases provocan una grieta central y permanente en las sociedades. De ahí en más los aportes marxianos, de la sociología francesa o de las escuelas Frankfurtianas han sido dominantes en este campo, dando origen a largos debates en economía política sobre el capitalismo, neoliberalismo, sociedad posindustrial, entre otros elementos que proveen de un marco interpretativo global para el conflicto.
Por otro lado, desde la tradición estructural funcionalista autores como Parson, Smelser, Olson, Dahrendorf o Coser -con distintos énfasis- centraron su agenda investigativa en el proceso político y la relación entre actores -que padecen agravios y se movilizan- e institucionalidad política, que procesa a través de distintos mecanismos el descontento y malestar, teniendo como centralidad la función que cumple el conflicto para la reproducción del orden sociopolítico. Desde este inicio, diversos teóricos han estudiado la relación acción, orden sociopolítico y efectos. A través de escuelas como la movilización de recursos o los enfoques de la contienda política, se ha indagado en repertorios, organización, marcos y estructura de oportunidades, o investigado aspectos como la cooptación, transformación, impacto, ajustes, funcionamiento democrático y gobernabilidad.
Finalmente, otras líneas diversas como las tradiciones del marxismo culturalista, el posmarxismo, las teorías de la identidad, el subjetivismo o el pragmatismo, centraron sus estudios en los procesos de subjetivación macro (sociocultural) o micro (psicosocial) investigando, entre otras cosas, en el tránsito entre individuo y colectividad, entre colectividad e identidad, y entre estas dos últimas y la acción colectiva enfatizado en gramáticas, performances, emociones y sentimientos como clave explicativa del proceso de subjetivación y, por extensión, de la acción. Sin ser injustos en omisiones en esta breve introducción, tanto estructura, actores, mediaciones, discursos, impactos, repertorios y subjetivación, han sido algunos de los diversos objetos de estudio durante el siglo XX orientados a dilucidar en las dinámicas de conflicto y la acción colectiva.
Por otro lado, tal como ocurrió a inicios del XX en un marco de crisis, revoluciones y movimiento obrero; o en la década de los 70´ con crisis, revueltas y nuevos movimientos sociales; en la actualidad nos encontramos nuevamente en un escenario global de alta conflictividad. Nuevos antagonismos políticos, crisis económica y ambiental, procesos migratorios, entre otros fenómenos, han abierto procesos de movilización social, indignación y protestas que han reposicionado en las ciencias sociales nuevos y viejos debates.
El presente Dossier, denominado conflicto, subjetivación y acción política, está compuesto por seis artículos que entregan distintos aportes y visiones, dando cuenta de varias de las tradiciones teóricas descritas anteriormente.
En esta línea, Andrés Cabrera siguiendo una visión estructural, busca explicar cómo la masificación de mercancías digitales y el ciberespacio han provocado la mercantilización digital de la vida cotidiana, elemento que ha tendido a generar la dislocación de lo social potenciando la desestabilización de los sistemas políticos. Para Cabrera, la producción y consumo de mercancías digitales ha aumentado la complejidad social de conexiones, impactado en el plano "subjetivo, sensitivo y corporal", en donde el "presentismo" y la inmediatez temporal han dificultado la capacidad política para dar respuesta a demandas sociales, limitando las identidades y coartando la posibilidad de proyección estratégica. Con ello, en un escenario crisis de la política en occidente, la opinión pública se ha vuelto más compleja, haciendo de la política una "mera respuesta contingente" profundizando con ello la crisis política. A su vez, estás dinámicas provocadas por la expansión estructural del capitalismo en distintas áreas de la vida -permitidas por el desarrollo tecnológico- implicarían transformaciones en las dinámicas del conflicto social, favoreciendo que las formas de protesta y acción colectiva sean fugaces y dispersas.
Por otra parte, el artículo de Carolina Shillagi, se centra en explicar cómo el fenómeno de las víctimas -en sus diversas expresiones-, se ha transformado en un nuevo proceso de subjetivación para la acción política y social en el mundo contemporáneo. De este modo, la autora, centrada en un estudio aplicado en Argentina, enfatiza en los actores sociales que accionan el espacio público a partir de su reconocimiento como víctimas En este marco, gran parte del conflicto social desarrollado por una pluralidad de actores, radica discursivamente en disputar qué se entiende por víctima, quiénes son considerados como tal y cuáles son los alcances de la reparación o el accionar del Estado. Es por esta razón que este tipo de acción centrada en el fenómeno de "víctima " reconfiguraría la relación Estado - sociedad por medio de la mediación de dispositivos estatales y agentes que modificarían las formas de gobernar.
Violeta Montero por su parte, hace un estudio aplicado al movimiento estudiantil universitario chileno de 2011, siguiendo las agendas investigativas de las escuelas sociopolíticas que buscan indagar el impacto de los conflictos en el campo político institucional. De este modo, Montero se centra en el estudio combinado entre acción y consecuencias políticas, con la finalidad de dilucidar tanto las estrategias de los actores, como las repercusiones directas e indirectas en las decisiones político-institucionales. En su estudio describe el proceso de incorporación al gobierno de Michelle Bachelet de dirigentes estudiantiles, los cambios en la agenda y discursos, la presencia de la temática en los programas presidenciales, entre otros elementos.
Interesante es el contrapunto que se puede realizar entre la investigación aplicada de Montero y su propuesta decisión epistemológica, con el artículo de Mariano Millán, quien desarrolla una exhaustiva revisión sobre las bases teóricas del estructural funcionalismo. Millán, centra su artículo en develar las bases analíticas de Coser y Dahrendorf, dos de los clásicos de la teoría de conflicto social. Indagando en conceptos como fluidez, flexibilidad, institucionalización, reforma y asincronía, el autor establece que en la teoría clásica, el conflicto -que funciona como alerta y síntoma- cumple la función de mantener y reproducir el orden, siendo una fuerza creadora dentro de ciertos límites y condiciones como la fluidez de las demandas sociales, la flexibilidad de las estructuras, la canalización institucional y las posibilidades de reforma. De esta forma, el Millán argumenta que los fundamentos normativos de la teoría clásica de conflicto tienen como pilares el liberalismo y el capitalismo, identificando a su vez, cómo este enfoque analítico o algunas de sus bases fundamentales influyó en diversas corrientes de pensamiento y autores como Crozier, Touraine, Elías, Wood, entre otros.
Desde enfoques centrados en la subjetivación y las tradiciones culturalistas, el dossier cierra con los artículos de Enzo Isola, sobre pobladores en Chile, y los autores Juan Pablo Paredes, Nicolás Ortíz y Camila Araya, enfocados en el movimiento estudiantil chileno.
Enzo Izola, presenta un artículo teórico sobre las condiciones que posibilitan el proceso de subjetivación en pobladores a través de las protestas por derechos urbanos. En este plano, si bien los aportes de Izola se centran en Chile, su artículo presenta una discusión teórica que supera a la realidad nacional, cuestionando las teorías clásicas latinoamericanas de la marginalidad. Para el autor, la vida digna operaría como "horizonte ético-político" que posibilitaría la subjetivación política permitiendo la vinculación entre la afección de causas y problemas (sufrimiento) con la dependencia y la vulnerabilidad que constituiría el vínculo de lo colectivo, dando paso con ello al desarrollo de experiencias y objetivos de la acción. En definitiva, el autor reflexiona, a través de distintos aportes teóricos, en el tránsito entre experiencias de sufrimiento y la acción colectiva (subjetivación).
Finalmente, el texto de Paredes, Ortíz y Araya, se enfocan en describir el proceso perfomático del movimiento estudiantil 2011, elemento que marcaría una inflexión en la transición neoliberal chilena y su naturalización en los discursos políticos. Para los autores, la performatividad representa un proceso de subjetivación anclado en una historicidad y el rescate de la memoria por un lado, y en nuevos procesos de socialización y cultura militante por el otro. Los autores, rescatando las tradiciones de Foucault, Deleuze y Ranciere, realizan un interesante discusión sobre el proceso de subjetivación; a su vez, incorporando elementos de autores como Filleule y Tartakowsky describen lo nuevo en los procesos performáticos de la acción colectiva en las marchas y jornadas de protestas, identificando cómo este elemento emocional - simbólico generaría la construcción de cuerpos colectivos. Finalmente, a partir de un trabajo de campo, los autores incorporan relatos de jóvenes militantes de organizaciones político-sociales indagando en cómo a partir de la memoria y la performance, se constituiría una posmemoria.