Las elecciones municipales en Brasil
Prospección de las elecciones municipales en Brasil, seguida de una evaluación de las principales tendencias. Indicación de los cambios que a tenor de los posibles resultados podrían producirse en el escenario postelectoral en términos de condiciones de gobernanza política y de viabilidad de la agenda económica del Gobierno Lula. Antes de que se haya completado el ciclo electoral, marcado por el final de la segunda vuelta, sólo es posible anticipar algunas tendencias dominantes y formular hipótesis. Pese a ello, destacan algunas evidencias:(1)desde 2002, el perfil del electorado ha cambiado, siendo ahora más pragmático y menos ideológico como consecuencia de dos factores: la inversión de las expectativas, sumada a la frustración parcial con respecto al Gobierno Lula, y la lógica predominantemente local de las elecciones municipales; (2) las tendencias dominantes en las capitales, así como en las grandes y medianas ciudades, revelan unos resultados relativamente equilibrados entre el PT (Partido de los Trabajadores) y el PSDB (Partido Social Demócrata Brasileño), que emergen como las dos fuerzas rivales; la segunda, como alternativa de poder al partido de Lula, si bien, en conjunto, son los partidos de base gubernamental los que probablemente conquistarán el mayor número de ayuntamientos; (3) los esfuerzos por «federalizar» la disputa –mediante la actuación intensiva de los ministros del PT y, en menor escala, del presidente Lula– no bastan para revertir las tendencias; (4) la intervención de factores tales como el apoyo de los gobernadores y los alcaldes a los candidatos, siempre y cuando éstos se hayan sometido a una sólida evaluación; y (5) la recuperación de la economía y la mejora de los niveles de empleo y renta en los últimos tres meses no se han producido con la suficiente rapidez como para que aumenten las oportunidades de los candidatos del PT. En cuanto a los efectos, el más manifiesto es la puesta en marcha de una reestructuración del sistema partidario, que sólo se completará en la segunda vuelta de las elecciones, traduciéndose en una reforma ministerial que tendrá lugar entre noviembre y enero de 2005. Los resultados finales afectarán a la capacidad de gobernanza del presidente y del Ejecutivo Federal, pero no incidirán directamente en las elecciones presidenciales de 2006.