Jesús de la Sota: utopía industrial en los años sesenta
Ponencia presentada ao 2º Seminario sobre patrimonio arquitectónico e industrial. 19-20 de febrero, 2015, ETSAM. Aula de Gestión e Investigación del Patrimonio Arquitectónico e Industrial G+ I PAI ; [Resumen] A principios de los años sesenta, Jesús de la Sota Martínez (1924-1980) recibió por parte de su hermano Alejandro el encargo de amueblar el edificio del Gobierno Civil de Tarragona, una de las aportaciones más originales a la arquitectura española del siglo XX. El resultado fueron sillas y mesas vanguardistas, con un acabado industrial que no admitía rastros de manualidad. Consciente de la facilidad de la reproducción en serie de sus prototipos, Jesús de la Sota se lanzó a una aventura empresarial que no fue del todo comprendida en su momento, y que tenía como objetivo dar respuesta a la imposibilidad de encontrar piezas que se ajustaran a las demandas de la arquitectura moderna. Este interés por los procesos industriales, y su posible aplicación al diseño de mobiliario e interiores, cristalizó en la creación de una sociedad con José Ramón Cores Uría que surtió de muebles, lámparas y otros objetos a aquellos sectores de la sociedad madrileña más permeables a unas propuestas que estaban conectadas con el espíritu de la Bauhaus. La imagen del local donde se pusieron a la venta dichas propuestas era una verdadera declaración de intenciones: amplios planos blancos que resaltaban aún más el rigor geométrico, la unidad y la búsqueda de lo esencial. En este sentido, la experiencia en el diseño de mobiliario de Jesús de la Sota constituye un caso singular y atípico dentro del panorama español: su respuesta a las dinámicas del mercado y de la producción en serie pone de manifiesto los problemas a los que se enfrentó la arquitectura moderna del momento, pero también la habilidad y el oficio con el que se supieron resolver. Sin embargo, y a pesar de todos los esfuerzos, la empresa –concebida como un proyecto integral de interiorismo– no tuvo el éxito esperado, en parte, por resultar demasiado adelantada para la España de la época, frustrando la posibilidad de una producción continua y generalizada de su trabajo en el campo del diseño industrial. En 1974 se dio por clausurada la experiencia y Jesús de la Sota se refugió en la pintura, trasladando sus esquemas anteriores a la fotografía, al dibujo y a los óleos, a los que se entregó con pasión hasta 1980, año en el que falleció en Berlín. Pero lo más singular es que este innovador, heterodoxo y transgresor creador, que sorprendía con sus monumentos a la solidez y a la simplicidad, era un hombre angustiado por alcanzar la perfección, para lo que no dudó en idear alianzas interdisciplinares y en formar a un equipo de operarios que pudiese materializar sus proyectos, los cuales aunaban arquitectura, interiorismo, industria y fabricación en serie. Ahí radica su utopía, así como los fundamentos que explican el hecho de que sus piezas de mobiliario hayan podido resistir tan magníficamente el paso del tiempo. [Abstract] In the early sixties, Jesús de la Sota Martínez (1924-1980) was required by his famous brother Alejandro to furnish the Civil Government of Tarragona, one of the most original Spanish examples of architecture of the XXth century. The result was avant-garde industrial chairs and tables, without traces of craft. Realizing the real possibility of mass reproduction of his prototypes, Jesús de la Sota launched a business that was not well understood at the time. However, he was trying to offer solutions in order to solve the impossibility of finding furniture that suited the demands of modern architecture. His interest in industrial processes, and their possible application to the design of furniture and interiors, was crystallized in the creation of a partnership with José Ramón Cores which provide chairs, tables, lamps and other objects to those sectors of Madrid´s society more receptive to proposals well connected with the spirit of the Bauhaus. The image of the shop showed their intentions quite clearly: large white panels evinced geometric rigor, unity and essentiality in design. Therefore, Jesus de la Sota was a unique and atypical designer in the industrial Spanish panorama: its response to the market dynamics and the mass production highlighted the problems of the modern architecture in Spain, but also the skills he employed to face the challenges. Nevertheless, despite all efforts, the company —a global interior design project— was not as successful as expected, partly because it was too advanced, frustrating the possibility of a continuous production and ending up his work in the field of industrial design. In 1974 the adventure ceased and Jesús de la Sota took refuge in painting, moving his previous schemes to photography, drawing and oil on canvas, to which he was dedicated with passion until 1980, when he died in Berlin. But the most singular thing is that this innovative, unorthodox and visionary creator, author of genuinely strong and simple pieces, was a man anxious for perfection. In this regard, he established interdisciplinary alliances and even trained a team who could implement projects ranging from architecture to interiors and industrial production. Therein lays his utopia, and the basis that explain the fact that his pieces of furniture have been able to resist so magnificently over time.