La Edad Media que nos acompaña ; The middle ages which accompany us
La Edad Media está muy pre-sente en la sociedad actual. Es cierto que apenas se estudia en la escuela; pero no es menos cierto que se percibe bien viva en el ambiente: su mención se convierte en un reiterado calificativo para determinadas noticias narradas en periódicos impresos o digitales y comentadas por periodistas y locutores; se identifica con ofertas de ocio familiar para fines de semana; se erige en una atractiva línea de videojuegos para el entretenimiento vía digital; a la vez, aparece insertada en todo tipo de discursos, ya sea a favor del progreso o invocando el reencuentro con identidades arraigadas pero a menudo maltratadas en la actualidad; incluso se convierte en una categorización con que proponer, desde la ciencia política, propuestas para acertar la estructuración adecuada para el mundo actual… De este modo, la Edad Media puede aparecer como una especie de tendencia capaz de calificar una gran gama de situaciones y ofertas (restaurantes, vestidos, objeto de decoración, propuestas lúdicas, etc.), bajo una diversidad de ideologías para, en definitiva, mostrarse como una realidad atemporal. La consolidación de lugares comunes y de referencias desinhibidas y ociosas no debería desorientar la mirada respecto de las significaciones ideológicas que, aunque sea de modo contradictorio, siempre fundamentan el lenguaje. En su diversidad de situaciones, mencionar la Edad Media no deja de ser una invocación histórica incrustada en el presente, pretendiendo, quizás, condicionar el futuro. En todos los casos, hablar de Edad Media abre un abanico muy diverso de sentidos y de significados, que a menudo desarrollan su propia orientación, alejándose, con una reiteración a menudo despreocupada, del período histórico evocado. Por ello, hay que preguntarse por el valor y la significación de la Edad Media ya no en las aulas universitarias o en el gabinete del historiador sino entre los hombres y mujeres que participan con naturalidad de la sociedad que está penetrando en el siglo XXI, sobre todo porque la comprensión situada en este ámbito no sólo es la realmente asumida por la población, sino que puede llegar a condicionar la com-prensión y difusión del relato histórico. ; The Middle Ages are very present in today's society. In spite of being hardly studied at school, it is certain that this period is perceived remarkably alive in the environment. Its mention becomes a reiterated qualifier for certain news narrated in printed or digital newspapers and commented by journalists and announcers. Besides, it is also identified with family leisure offers for weekends and it has gained ground as an attractive and popular genre within digital entertainment as video games. At the same time, it appears inserted in all kinds of discourses, either in favour of progress or invoking the encounter with ingrained but often mistreated identities. Moreover, it has even become a categorization with which to suggest, from political sciences, proposals to achieve the right structure for today's world. In this way, the Middle Ages can appear as a kind of tendency capable of describing a wide range of situations and offers (restaurants, dresses, objects of decoration, proposals for entertainment, etc.), under a variety of ideologies to become a timeless reality. The consolidation of common places and uninhibited and idle references should not disori-ent the view of the ideological meanings in which, even in a contradictory way, language is always grounded. In this diversity of situations, the mention of the Middle Ages still results in a historical invocation embedded in the present which intends, perhaps, to condition the future. In all cases, speaking of the Middle Ages opens a very diverse range of meanings which often develop their own orientation moving away, with an often unconcerned repetition, from the historical period evoked. For this reason, it is necessary to question the value and meaning of this period of time, no longer in university classrooms or in a historian's cabinet, but rather between the men and women who participate naturally in the society entering the 21st century, since the understanding situated in this area is not only the one actually accepted by the population but it could determine the understanding and dissemination of the historical discourse.