La economía de Brasil en el primer año de Lula (1ª parte): la búsqueda de la estabilidad y la lucha contra los desafíos de la inserción internacional
En los meses en los que Lula ganó las elecciones en 2002, la economía de Brasil parecía dirigirse irremediablemente hacia una situación de default con un nivel de riesgo país cercano a los 2.400 p.b. Sin embargo, a partir de la toma de posesión, el gobierno de Lula estableció que su política se guiaría por una clara jerarquía en la que lo primero sería ganarse la confianza de los mercados financieros, consiguiendo que la economía retornase a una senda de estabilidad, y ser capaz de avanzar en el programa "hambre cero". La estabilidad era la condición sine qua non para el crecimiento, para la aprobación de reformas institucionales y el impulso de las políticas sociales necesarias para que el país superase la pobreza y el deterioro de la distribución de la renta. Las dudas sobre la estrategia de la estabilidad permanecieron a lo largo de varios meses ya que el gobierno de Lula tenía que despejar el riesgo de default haciendo frente a la sostenibilidad de las cuentas públicas y a la vulnerabilidad del sector externo. Este ARI se divide en dos partes. En la 1ª se analiza la evolución de la economía brasileña a lo largo de 2003 y el papel de la política monetaria pero, sobre todo, de la política fiscal en la estrategia de ganar la confianza de los mercados financieros y en conseguir la estabilidad de precios. En la 2ª parte se estudia la nueva situación externa de la economía, se analiza la dificultad de reducir la vulnerabilidad externa, y el tipo de inserción de Brasil en el proceso internacional de globalización. La estrategia de la estabilidad fue seguida por el gobierno de Lula mediante la aplicación de una política económica de naturaleza ortodoxa. La política monetaria de metas de inflación junto con la austeridad de la política fiscal al servicio del objetivo de un superávit primario del 4,25% del PIB, en un contexto de expectativas negativas, determinaron un bajo crecimiento a lo largo del año que situó la tasa para el 2003 en el 0,1%. El crecimiento fue sacrificado en aras de la estabilidad, y el precio pagado fue un bajo nivel de inversión, una intensa caída de los salarios reales y un aumento del desempleo. Las exportaciones fueron la única variable que registró un excelente comportamiento, permitiendo al país obtener un saldo cercano a los 25.000 millones de dólares en la balanza comercial y un saldo positivo de 4.000 millones de dólares en la balanza por cuenta corriente, equivalente al 0,9% del PIB, eso cuando apenas dos años atrás había registrado un déficit cercano al 5% del PIB. El éxito del sector exterior se debe tanto a las exportaciones como al ajuste interno. Se cumplió la meta fiscal del 4,25%, se ha estabilizado el tipo de cambio entre 2,90 y 3 reales por dólar y la inflación se redujo situándose en el 9,3%. La nueva situación externa estuvo acompañada de una entrada de capitales en las categorías de inversiones directas y de cartera, lo que junto a los acuerdos con el FMI facilitó que Brasil mejorase su calificación con las agencias de rating, pasando de B a B+, cumpliese todos sus compromisos financieros internacionales y mejorase los indicadores de liquidez y de solvencia. Aún así, el esquema de inserción de Brasil en la globalización internacional presenta importantes elementos de vulnerabilidad externa.