"Nothing is more wonderful thanthe art of being free, but nothing is harderto learn how to use than freedom."― Alexis de Tocqueville, "La democracia en América".Desde las últimas décadas del siglo pasado, sobre todo a partir del final de la Guerra Fría, ha habido en Occidente un consenso general en cuanto a que la democracia es el mejor de los sistemas políticos o, si se quiere ser preciso, el "menos malo" de los que están al alcance de nuestras sociedades.Así, la mayoría de los países se jactan de tener elecciones periódicas, de mantener una división formal de poderes y de respetar a grandes rasgos las estipulaciones constitucionales. No obstante, hay dos aspectos que están siendo incorrectamente tratados por muchos gobiernos contemporáneos, particularmente los de América Latina, lo que explica en parte el actual deterioro de las instituciones liberales en esos países. Ellos son los siguientes: la distinción entre la simple democracia procedimental y el Estado de Derecho, por un lado; y el rol del régimen democrático, como medio para resolver los conflictos sociales y asegurar la libertad individual y no como fin en sí mismo.La importancia del "contenido" de la democraciaComencemos por el primer problema. De acuerdo con F. A. Hayek, una de las características distintivas de un país libre, en contraposición a uno autoritario, es la existencia en aquel de un Estado de Derecho. Esto significa que en todas sus acciones el Estado está sometido a normas fijas y conocidas con anterioridad, las cuales permiten a cada individuo tener una idea de cómo la autoridad utilizará sus poderes coercitivos y en base a ello organizará su propio funcionamiento. Estas normas formales no se dirigen a necesidades o deseos particulares, sino que sirven de instrumentos para la consecución de los distintos fines individuales sin referencia a tiempo, lugar o persona. De esta manera, teniendo claras las reglas de juego, el individuo es libre de perseguir sus propios objetivos con la seguridad de que los poderes coercitivos del Estado no se usarán de manera deliberada para frustrar sus esfuerzos.A su vez, debe destacarse que la idea de que el legislador posee un poder ilimitado puede verse como resultado del gobierno democrático y la soberanía popular, y cobra relevancia con la creencia habitual en que el Estado de Derecho estará a salvo si todos los actos del Estado están autorizados por la legislación.Lo que esta postura no toma en cuenta es que ello sólo garantiza que dichos actos sean legales en sentido jurídico, pero no que el uso de los poderes coercitivos del Estado esté limitado por normas preestablecidas. Por ello, el Estado de Derecho implica un límite al alcance de la legislación, de manera que la democracia no actúe bajo la forma de un autoritarismo encubierto. Un país en donde se tienda a gobernar "a decretazo" y de acuerdo las circunstancias de cada caso, como Argentina o Venezuela, puede considerarse ante todo un populismo autoritario, incluso si en su seno funciona una institucionalidad que aparenta pertenecer a un régimen democrático.Democracia: ¿"fin último" o un simple mecanismo?Ahora pasemos al segundo aspecto. Hayek ve la democracia como un método de gobierno que funciona a través de la regla de la mayoría, para determinar las decisiones de gobierno y permitir la renovación de los gobernantes sin que medie la violencia. La democracia, más que un fin en sí mismo, puede considerarse como un medio para proteger la paz interna y la libertad individual. Dicho sistema puede evitar que el poder se transforme en arbitrario, pero no lo logra por el simple hecho de existir. No debe olvidarse que un gobierno donde prime una mayoría demasiado doctrinaria puede llegar a ser igual o más opresivo que la peor dictadura. La discusión, entonces, no gira en torno a la democracia versus el autoritarismo, sino al conflicto entre libertad individual y colectivismo. Este último, a diferencia del individualismo, no reconoce las esferas autónomas dentro de las cuales los fines de cada individuo son supremos, por lo que se aboca a la organización deliberada de los esfuerzos de la sociedad en pro del llamado "bien común", un concepto potencialmente totalitario. No hay que reflexionar demasiado para darse cuenta que no existe tal cosa, sino tan sólo una jerarquía de fines en la que están incluidos los de todos los individuos. En última instancia, podría decirse que, cuando los gobernantes eligen dirigirse a un objetivo en particular, están imponiendo su propia escala de valores al conjunto de la sociedad. La libertad, así concebida, sería el estar sujeto a la ley y no a la voluntad discrecional de otro.En este sentido, es relevante mencionar que tanto en la Declaración de Independencia como la Constitución de Estados Unidos, documentos inspiradores de la Constituciones latinoamericanas, no se menciona en ningún momento la palabra "democracia". Los Padres Fundadores eran conscientes de los peligros que acarreaba la posible "tiranía de las mayorías", por lo que los ciudadanos recibieron escaso poder para elegir a las autoridades federales. En cambio, lo que sí buscaban a través de estos actos era asegurarle a los ciudadanos los derechos fundamentales que había identificado John Locke: los derechos a la vida, libertad y propiedad. Así, la Constitución estableció reglas claras y ejecutables que limitaran la acción del Estado a las tareas que le fueron concedidas por los individuos, de manera que tanto gobernantes como gobernados quedaran regidos bajo la ley y se colocaran bajo el marco del Estado de Derecho. No se trataba de defender el derecho a una participación activa y continua en el poder colectivo, sino de la independencia privada y las garantías para su disfrute.Claves para el desarrollo futuro de la democraciaAl analizar los dos aspectos que, en general, tienden a olvidar los gobernantes de este continente con respecto a la democracia, vemos que la batalla contra los autoritarismos no debe basarse en la simple defensa de la democracia "per se", sino en la de su variante moderna, la democracia liberal. Ese sistema en el que los individuos consienten en ser gobernados bajo la promesa que sus derechos individuales serán protegidos constitucionalmente, estableciéndose una división de poderes que limita la autoridad de los gobernantes, y donde existe un libre mercado en el que la función de producción recae principalmente en la sociedad civil.Al contrario de lo que creen muchos detractores, hay una interconexión fuerte entre la política y la economía; el capitalismo competitivo, el tipo de organización económica que resulta en libertad económica, también promueve la libertad política. Esto es así porque la libertad política implica la ausencia de coerción a un hombre por sus semejantes, y la preservación de la libertad requiere la eliminación de la concentración de poder que genera la organización de la actividad económica cuando está en las manos de la autoridad política. Permite, por lo tanto, que la fuerza económica arbitre como un control al poder político en lugar de reforzarlo. En este sistema, el gobierno sigue siendo esencial tanto como un foro para determinar las reglas de juego como para actuar de árbitro para interpretar y hacer cumplir las reglas elegidas.Con esto se pretende resaltar la distinción entre democracia procedimental, en donde se cumplen todas las reglas y requisitos formales estándares, y la democracia liberal. De considerar el primero de los términos como suficiente, regímenes autoritarios como el de Maduro en Venezuela serían considerados democráticos, sin preocuparse de las vulneraciones de la separación de poderes o la libertad de prensa. No ha de sorprender, entonces, que la Carta Democrática de la OEA catalogue a dicho régimen como democrático, o incluso los mandatarios del continente hayan reconocido la asunción de su contraparte venezolana sin cuestionarlo. En cambio, la democracia liberal está basada en la regla de la mayoría con respeto al derecho de las minorías, siendo un sistema limitado por la ley, y que limita, a su vez, el poder del ejercicio del gobierno. A medida que un gobierno va sobrepasando los límites, tanto jurídicos como razonables, en su creciente órbita de acción, pierden relevancia y necesidad las instancias democráticas. Esto se explica porque a pesar de que la democracia sea el mejor método para acordar sobre las cuestiones generales para actuar en sociedad, los planes detallados para implementar la acción de gobierno están siempre en manos de expertos del aparato público, lo que requiere de una concepción coherente que no admite demasiada deliberación.La libertad y la democracia pueden y deben ser compatibles entre sí, pero requiere trabajo, tanto en el campo de las acciones como de las ideas. Al final, está en manos de los individuos decidir si quieren engañarse a sí mismos o eligen tomar en sus manos las riendas de su propio destino. Sobre el autorEstudiante de la Licenciaturaen Estudios InternacionalesUniversidad ORT – Uruguay.
La revalorización de la selección uruguaya de fútbol, luego de actuaciones a las que no estamos acostumbrados, es el proceso de revaluación más directo y cercano de los últimos días. Otro tipo de revaluación -mucho más distante que las pasajeras pasiones futboleras- debería estar en el radar de los observadores de las relaciones internacionales. Me refiero a los inicios de una dinámica de apreciación del renminbi, la moneda china. El sábado 19 de junio el Banco Popular de China –i.e. el Banco Central- emitió un comunicado señalando que incrementaría la flexibilidad de la moneda. En la práctica, se volvería al modelo aplicado de 2005 a 2008 (período en que la moneda se revaluó en más de 20 por ciento), donde el renminbi se administraba en base a una canasta de monedas –modificando la mecánica de los últimos dos años, en la que se tenía en cuenta solamente el valor del dólar. Dos incentivos sobrevuelan la decisión de apreciar la moneda. En primer lugar, apaciguar la presión externa. La comunidad internacional, particularmente Estados Unidos y Europa, han acusado a China de mantener la moneda artificialmente devaluada (entre un 20 y un 40 por ciento, según la metodología utilizada). En el debate económico estadounidense el valor del renminbi y sus consecuencias sobre Estados Unidos se han posicionado como el foco de atención más relevante de los últimos meses. Reconocidos generadores de opiniónargumentan que la depreciación administrada, y el consecuente déficit de balanza de pagos que generaría entre Estados Unidos y China, es el principal obstáculo hacia la recuperación de la economía. Estados Unidos –y buena parte del resto de los países con voz en el ámbito internacional- le han hecho saber a China su descontento.El segundo incentivo deriva de intereses domésticos. Una mayor flexibilidad en el tipo de cambio debería actuar como herramienta de control inflacionario. Así como generador de una progresiva reducción de la sobre-dependencia en el crecimiento basado en las exportaciones, mientras que se promueve el consumo doméstico.A primera vista, el anuncio de una nueva etapa de revaluación debe ser acogido positivamente. En términos económicos podría ayudar a estabilizar el magullado sistema económico mundial. En cuanto a lo político, la revaluación es un paso importante hacia la generación de dinámicas de cooperación con Estados Unidos -bastante golpeadas a partir de noviembre de 2009- y el resto del sistema internacional.Esto es lo básico que se puede decir de una noticia que está todavía muy fresca. Cuando se profundiza el análisis, sin embargo, una serie de asuntos necesitan ser seguidos bien de cerca en el corto y mediano plazo:La velocidad y el tamaño real de la revaluación. El comunicado del sábado da pocos detalles sobre el proceso de apreciación. Para generar verdaderos efectos sobre la economía internacional el aumento en el valor del renminbi tiene que ser sustantivo. Beijing ya anunció que el movimiento va a ser muy gradual; teniendo en cuenta la cautela que caracteriza a los chinos, esto es lo que debería esperarse. Especialmente cuando en los últimos tiempos el renminbi ya se ha apreciado en un 15 por ciento sobre el Euro -siendo la UE su mayor mercado de exportación. Las expectativas generadas a escala global a partir del sábado pueden darse contra una pared si se termina en una revaluación muy lenta o muy insignificante. Los objetivos internacionales de corto plazo. Vinculado a los motivos reales de los tomadores de decisión en Beijing, vale la pena poner atención al período post-G20. El comunicado del Banco Central Chino aparece días antes del comienzo de la cumbre del G-20, que prometía terminar en un cúmulo de diatribas acusando a Beijing de un explícito manoseo de su política cambiaria. El aparente giro en la política económica china desvió el centro de atención. El núcleo de la reunión seguramente virará hacia los problemas económicos europeos, y otros asuntos que China está siempre deleitada de poder discutir y dar largas y tediosas lecciones. En una hábil maniobra, Beijing obvió aparecer como el mal alumno de la clase. Los líderes chinos ya han flirteado con este tipo de estrategias de distracción; por lo que no se debería descartar que se esté ante una táctica retórica y no mucho más. Como señala Eswar Prasad, profesor de la Universidad de Cornell: "They have taken the issue right off the table for the G20 and can refocus attention on what they see as the real problem for global financial stability - rising government debt in the advanced economies, especially the US." El rol del nacionalismo en China. Las dinámicas entre el Partido Comunista y la sociedad china, ante la posibilidad de una apreciación de la moneda, es el patrón más relevante para observar a largo plazo. La posición cuasi-consensual entre los sinólogos serios es que el nacionalismo y el éxito económico son los pilares más importantes de la política doméstica en China. En la China de hoy, los líderes políticos son cada vez más profesionales; es decir: el liderazgo divino à la Mao y Deng es una cosa del pasado. El Partido debe tener una visibilidad y legitimidad que se base cada vez más en responder a las demandas de la población. Esta lectura de la política china señalaba que cualquier revaluación del renminbi no era viable mientras fuese, en el imaginario chino, el resultado de la presión extranjera –particularmente la estadounidense. Los costos de las reacciones nacionalistas eran muy altos (aunque vale señalar que en ocasiones el Partido ha arengado el nacionalismo como herramienta política, y la real interacción entre gobierno y nacionalismo popular es aún borrosa). Estados Unidos pareció entender esto y, por ejemplo, postergó hasta nuevo aviso el envío de un reporte al Congreso que aclarara si Beijing estaba manejando arbitrariamente el valor de su moneda. Aún así, el sábado mismo, la web se pobló de posts como el siguiente: "I didn't imagine I would see the day when China would submit to America and agree to appreciation of the renminbi." Al día siguiente, el gobierno chino emitió un comunicado –sólo en idioma chino, a diferencia del anterior que había sido en inglés y chino- donde se aseguraba que la decisión era el resultado de intereses puramente domésticos y que iba a ser gradual y cautelosa. El tenor que adquiera el nacionalismo ante la nueva política económica, la influencia que tenga sobre la toma de decisiones gubernamentales, y el margen de maniobra del gobierno ante tal fenómeno, va a representar un buen estudio de caso para refinar las hipótesis sobre el rol del nacionalismo y la opinión pública.Excusando la incertidumbre que impone la inmediatez del análisis, convengamos, por el momento, que los indicios de revaluación de la corriente semana –y no me refiero sólo a la calidad de juego de la selección uruguaya- son buenas noticias. De llevarse adelante una apreciación real del renminbi el sistema económico se va a ver beneficiado. Tanto por el re-equilibrio de las balanzas de pagos,(1) así como por el apaciguamiento de los coros que piden medidas proteccionistas ante la política cambiaria china y arriesgan el inicio de una reacción en cadena. Por otra parte, de progresar la apreciación, China habría actuado con cierta "responsabilidad sistémica," conducta que el sistema internacional le ha venido demandando. Dos asuntos quedan, no obstante, del lado preocupante de la cuestión. Cómo va a reaccionar Beijing en el ámbito internacional luego de esta suerte de concesión es el primero. La posición no cooperativa de Beijing en los últimos meses había tensionado el sistema, reflejando un "power-role gap" en la toma de decisiones. Peligroso sería que Beijing utilice la excusa de la apreciación como dispositivo ilimitado para pedir concesiones al orden, o simplemente para volver a una postura no cooperativa. El toma y daca en la política internacional debe ser dinámico. La segunda cuestión es el problema de las expectativas incumplidas en Occidente, y las consecuencias políticas que esto podría acarrear. Las frustraciones pueden resultar tanto de promesas no cumplidas desde Beijing, así como deanálisis económicos mal enfocados –e.g. si en realidad el problema de la economía estadounidense es estructural y nada tiene que ver con el déficit en la balanza de pagos. El tiempo aclarará algunas de estas cuestiones que hacen a la esencia del orden internacional contemporáneo y de los desafíos que un estado en ascenso le plantea.(1) Como señala un artículo de The New York Times: "C. Fred Bergsten, director of the Peterson Institute for International Economics, predicted that if the renminbi rose by 20 percent over the next two or three years, and if adjacent countries like Taiwan and Malaysia similarly let their currencies rise, the United States would lop $100 billion to $150 billion a year from its current account deficit and create up to one million American jobs." *Profesor Universidad ORT.Maestría en Estudios Internacionales, Universidad Torcuato Di Tella (Tesista)
Hasta hace muy poco tiempo el presidente Petró Porochenko había decidido unilateralmente un cese al fuego en las regiones del Este de Ucrania soliviantadas por una rusofilia, mitad real y mitad inflada por el gobierno ruso, que amenaza con transformarse de un guerra interna regional en una guerra civil relativamente generalizada en buena parte del territorio ucraniano.Como es sabido, el cese al fuego no fue respetado -(fundamentalmente por los separatistas pro-rusos)- y los combates prosiguieron con variada intensidad. En estos momentos, terminado el alto el fuego, el ejército ucraniano lleva adelante una ofensiva relativamente consistente, pero cuidadosa, como para ir achicando la zona de control de los pro-rusos y acorralarlos en un espacio militarmente manejable.De cualquier manera, antes de seguir con el desarrollo de las acciones militares, conviene recalcar que una de las cosas más llamativas de este conflicto es la poca transparencia de las intenciones rusas y la total desorientación de la política de Bruselas ante la situación creada. Incomprensión de las intenciones de Rusia y cacofonía interna en la política de Europa ante el conflicto.Razones para que Europa se encuentre desorientada en el conflicto de Ucrania seguramente sobran pero algunas deben ser destacadas porque, en el fondo, son reveladoras de una crisis profunda del proyecto europeo, por lo menos en su formato tradicional. Y son reveladoras, también, de la fuerte transformación que está sufriendo la "Alianza Atlántica" en su versión pos-Guerra Fría.Pero comencemos por Rusia. La "Era Putin" que quizás podría ser designada la "Era Gazprom-Putin-Medveded" responde a una lógica bastante clara y a una estrategia de despliegue relativamente elemental. Quien se ponga a reflexionar sobre el grado de orfandad política que padeció Rusia después de la disolución de la URSS, no puede dejar de admitir que la política actual es el primer planteo, a la vez relativamente modesto y coherente, que Rusia logra articular desde su desmoronamiento como polo comunista entre 1985 y 1991.A caballo de la única herramienta que Rusia podía concretamente "vender" al mundo desarrollado, es decir la energía de los hidrocarburos manejados por su monopolio estatal -(fundamentalmente el gas)-, el otrora gran país ha dedicado más de 20 años para encontrar un proyecto medianamente viable para recomponer su imagen de país en búsqueda de algún tipo de relevancia en la arena internacional.Seguramente la tarea no ha sido fácil. El lector conoce las condiciones políticas internas de una Rusia donde reina una dictadura de excomunistas, de mafiosos y de capitalistas salvajes, sobre una población despojada de los derechos más elementales. A esa población Putin y Medveded la humillan cotidianamente pero le ofrecen la fantasía de que Rusia -(en sus baladronadas de Osetia del Sur, de Abjasia o, ahora, de Crimea)- es un país importante y relevante. Alcanza con recordar la demencia desplegada en los Juegos de Invierno de Sochi para comprender qué es lo que venden estos "dictadores gasíferos": esencialmente espejitos para consumo de los pobres ciudadanos rusos esquilmados por mafias estatales y privadas.Es cierto que Rusia conserva, quizás, buena parte de su antiguo poderío nuclear. No tenemos informaciones serias al respecto: ni sobre su estado de mantenimiento ni sobre su eventual desarrollo. Es claro que Rusia sigue siendo dueña de un arsenal nuclear poderoso pero cuya tecnología ya tiene, seguramente, un atraso suficiente como para haberse tornado relativamente obsoleto. Por lo que queda claro que Rusia puede, aún, hacer muchísimo daño nuclear a un enemigo. Y también que, en el brevísimo lapso de tiempo que transcurriría entre el momento que ataque y el momento en el que llegue la respuesta quedará definitivamente borrada del mapa.O sea que, dadas las condiciones reales con las que Rusia se enfrentó a partir de 1991, hay que decir que la nueva Troika "Gazprom-Putin-Medveded" no ha hecho las cosas tan mal. De uno de los fracasos históricos mayores de la Historia han podido construir un país que "parece fuerte" -(vea el lector el "body language" de Putin cuando camina hacia un estrado)-, que se ha apoderado de unas cuantas regiones menores, que intenta detener el avance de Europa sobre su frontera este y que ha logrado transformarse en el abastecedor clave de gas para una parte importante de esa misma Europa. Hasta ahí ha ido Rusia. Astucia empresarial con el gas, tejido de influencias en Europa comprando líderes como Gerhard Schröder y "patoteo" en los puntos débiles de sus vecinos fronterizos de manera de ir rapiñando "espacio vital", para usar una expresión tristemente consagrada.Veamos ahora: ¿qué ha hecho Europa mientras tanto? Tampoco se ha quedado quieta. No sólo la "naturaleza tiene horror del vacío": la geopolítica también. Y el vacío dejado por la evaporación de la URSS, además de desencadenar un gran descalabro en Asia Central y el mundo turcomano, ha determinado que Europa prácticamente dejase de mirar hacia el Atlántico. Y la responsabilidad alemana, en esto, es realmente mayor. Desaparecida la URSS, los alemanes creyeron que ya no había enemigos. Al Oeste, EE.UU. y Europa Unida, eran sus aliados sino padrinos. Ahora, al Este, el vasto espacio dejado libre por la catástrofe soviética, no sólo estaba liberado de los enemigos de siempre: estaba "disponible" para una nueva etapa histórica en la que quizás un nuevo Reich fuese ahora realmente "inmortal".Y, de manera muy poco prudente, Europa le dió la espalda al Atlántico y al Mediterráneo y, llevada irresponsablemente por el nuevo empuje germánico, se extendió vertiginosamente hacia el Este (descuidando de manera perfectamente frívola, por ejemplo, sus lazos con América y particularmente con América Latina, las cuales, ambas, poblaron el concepto de Occidente casi desde su nacimiento). ¡De esta manera, Europa estuvo discutiendo seria pero paradójicamente cómo se integraba a Turquía (¡¡¡!!!) a la Unión Europea antes de siquiera considerar cómo se podía comenzar a imaginar la integración de Canadá, Brasil, Argentina o estructurar algún acuerdo de envergadura con los EE.UU.!Europa con su seguidismo germánico, se encuentra ahora empantanada en Ucrania, hasta donde nunca debió llegar sin precauciones previas puesto que es un país, corroído por la más profunda corrupción, cuya vocación cultural es esencialmente eslavófila y cuyo interés por los valores occidentales se basa fundamentalmente en la esperanza de poder incorporar la noción de "salario mínimo".Pero no solamente en esto, "Euro-Germania" se equivocó. Empujó imprudentemente la Unión Europea hacia el Este sin siquiera darse los medios militares mínimos para defender esa expansión. "La Defensa Europea", capítulo central del proyecto bosquejado en Roma y postergado por décadas, ni siquiera registró que la nueva dirección que Alemania le imponía a Europa tenía sus relativos riesgos geopolíticos. Pero como si había riesgos, los misiles de los EE.UU. en Europa Oriental estaban para defenderla, mejor vender un relato lleno de kantismo vulgar y proclamar la superioridad de un cosmopolismo universal imaginario a pueblos y civilizaciones que yacen desde hace siglos en los particularismos, localismos, fanatismos y fundamentalismos religiosos más elementales. Y no sólo eso: "Euro-Germania" le proporcionó su excanciller a Gazprom como directivo de excelencia y se hizo la abanderada, y casi representante, de la empresa rusa en toda Europa. Ésta última, hoy, depende en más del 50% del gas de ese origen lo que le permite a Putin mirar con una leve sonrisa irónica las parrafadas pro-Kiev de Europa y las amenazas a las milicias pro-rusas. Sobre todo que, sin la menor previsión ("business is business"), las empresas europeas importantes son hoy infinitamente más dependientes del mercado ruso que las norteamericanas y el volumen del comercio entre ambos bloques es infinitamente mayor que el existente entre Rusia y los EE.UU. Por ello también sonríe Putin ante la amenaza de "sanciones europeas" (mientras se apresta a recibir 2 importantes barcos de combate ultramodernos vendidos sin el menor escrúpulo por Francia). Porque, además, en última instancia, si Europa se pone impertinente, alcanza con que gire él también hacia el Oriente para comenzar a hablar con la China.Porque, y ahora en tercer lugar, lo que no estaba en el programa de "Euro-Germania" era que los EE.UU. tienen su problema energético mucho mejor arreglado que Europa y que quizás sea posible que ya estén algo cansados de sacarle las castañas del fuego a una Europa que le dicta lecciones de derechos humanos al planeta pero muy rara vez pone un hombre en primera línea de fuego cuando se trata de enfrentar a los Putin, los Ianuchennko y demás dictadores corruptos.Todo indica que Obama ha marcado una inflexión importante en el casi permanente activismo norteamericano en el mundo de post-Guerra. Finalmente, parece que, de una vez por todas, la Guerra Fría ha terminado (aunque no ha terminado la Historia) y que la distribución del poder en la arena internacional comienza lentamente a abrirse nuevamente hacia una configuración más compleja.
Los siguientes proyectos de interés para el Eje Cafetero, se presentan en el marco del examen que la UTP y la Secretaría de Planeación de la Alcaldía de Pereira hacen del ejercicio de Prospectiva de la ciudad, donde se propone crear un Centro de Pensamiento para formular proyectos de impacto en la Ecorregión Cafetera que encuentren fuentes de financiamiento en el presupuesto nacional, una apuesta que obliga a integrar esfuerzos políticos, empresariales y académicos a nivel regional. ; Abstract : The following projects of interest to the Coffee Axis are presented in the frame of examining that the UTP and the Secretary of Planning of Pereira do the Foresight exercise of the city, where it is proposed to establish a Centre of Thought to formulate impact projects into the Ecoregion Coffee to find sources of funding in the national budget, which requires a commitment to integrate political, business and academic efforts at the regional level
Una profunda transformación cultural se ha desarrollado en el mundo, fundamentalmente en Occidente, en relación con los temas de la familia, la infancia y la juventud. Posiciones y prácticas culturales que en el pasado reciente aparecían como muy avanzadas y hasta revolucionarias, han sido superadas y han dado paso a nuevas concepciones transformadoras.En un número anterior de esta Revista , dedicado también al tema de la familia, señalamos que esta ya no se concibe, en el pensamiento y en la práctica, solamente en la forma tradicional del núcleo biparental de ascendientes y descendientes biológicos. A la par de ésta, se ha dado paso a otros tipos como la comunal democrática, la homosexual, la uniparental y otras. Incluso en el concepto tradicional, la tendencia es a una redistribución más equitativa del poder, lo cual nos lleva a una familia nuclear tradicional, no patriarcal y democrática.Igual sucede con otras categorías. Por ejemplo, la idea de la adolescencia como una etapa de desarrollo incompleto, tal como la postula Krauskopf , es cada vez menos aceptada y menos adecuada para comprender los fenómenos de esa etapa de la vida. Un niño o niña, una o un adolescente, no son proyectos de adulto, no son proyectos de algo, tienen entidad propia, simplemente son.Gamboa, en el artículo que insertamos en este número aplica esta última concepción a un tema de suyo interesante, la sexualidad en la adolescencia. Para ello estudia el Programa de Atención Integral al Adolescente (PAIA) de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). Describe la concepción y la práctica de ese programa y encuentra en él, una pauta cultural más cercana a la tutela, por parte de unos adultos que no conciben la autonomía de las y los jóvenes en un campo que les es tan propio como la sexualidad. Abunda el artículo en interrogantes pertinentes acerca del tema y los ilustra con hechos llamativos como la intervención de la Sala Constitucional, a pedido de la madre y el padre de una adolescente porque la CCSS, sin consultarles, aplicó a su hija un cuestionario sobre sexualidad. Es de suponer que la hija no fue parte del proceso y llama a la reflexión que la Sala Constitucional condenó a la CCSS y la obligó a pagar daños y perjuicios. Elocuente ilustración del choque (o el avance) en la concepción sobre qué es un niño y qué es un adolescente.Concebir la niñez y la adolescencia como una entidad en sí misma y no un prospecto o proyecto de algo, tiene importantes consecuencias en el campo de los Derechos Humanos. Cuando un instrumento jurídico como la Convención de los Derechos del Niño (en adelante mencionada simplemente como "la Convención") adopta una perspectiva de derechos y supera lo asistencial, el cambio cultural es inmenso. Ya no se trata de que la sociedad o el Estado ejecuten programas de asistencia a grupos o comunidades específicas. Se trata, por el contrario, que todos y cada uno de los niños y niñas, tiene el derecho a recibir esos beneficios y a acudir a los organismos judiciales, nacionales o internacionales, para hacerlos valer. Esta nueva perspectiva es tanto más interesante, cuanto la Convención define al niño o niña como aquella persona menor de dieciocho años.Entonces, desde la perspectiva de los Derechos Humanos toda persona menor de dieciocho años o, lo que es lo mismo, todo niño o niña, puede exigir, hasta judicialmente, que se hagan efectivos los derechos establecidos en la Convención, entre los cuales se encuentran la protección y el cuidado especiales, incluso la debida protección legal, tanto antes como después del nacimiento, el ser educado en el espíritu de los ideales proclamados en la Carta de las Naciones Unidas y, en particular, en un espíritu de paz, dignidad, tolerancia, libertad, igualdad y solidaridad.Además el niño o niña, para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, debe crecer en el seno de la familia, en un ambiente de felicidad, amor y comprensión.Por su lado la familia, como grupo fundamental de la sociedad y medio natural para el crecimiento y el bienestar de todos sus miembros y en particular de los niños, debe recibir protección y asistencia.Dentro de ese marco la Convención también declara que las y los infantes tienen derecho a cuidados y asistencia especiales.El incorporar esos principios a un instrumento legal de gran envergadura como la Convención y convertirlos en judiciales, significa un cambio cultural de gran dimensión y una superación de valores tradicionales represivos, menospreciativos y patriarcales acerca de las personas menores de dieciocho años.En el marco de las Naciones Unidas, además de la Convención, existen otros instrumentos jurídicos ratificados por casi todos los Estados de América Latina y el Caribe, los cuales completan el cuadro derechos no asistenciales, sino humanos de las niñas y los niños. Los más importantes de esos instrumentos, son los siguientes: # 1. Protocolo facultativo de la Convención sobre los derechos del niño, relativos a la participación de niños en conflictos armados. # 2. Protocolo facultativo de la Convención sobre los derechos del niño, relativo a la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía. # 3. Convención sobre todas las formas de discriminación contra la mujer, # 4. Convenio de La Haya relativo a la protección del niño y a la cooperación en materia de cooperación internacional. # 5. Convenio 138 de la OIT sobre edad mínima de vinculación al trabajo. # 6. Convenio 182 de la OIT sobre prohibición de las peores formas de trabajo infantil. # 7. Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes. # 8. Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. # 9. Convención de las Naciones Unidas contra el crimen trasnacional organizado. # 10. Protocolo para prevenir, suprimir y castigar la trata de personas, especialmente de mujeres y niños.Estos instrumentos y otros existentes en el campo del Derecho Internacional paulatinamente han ido perfilando una concepción avanzada sobre los derechos de niños y niñas, la cual se afina gracias a las interpretaciones jurisprudenciales.Se trata de una influencia recíproca entre la realidad y los procesos intelectuales. Es por ello de interés, el estudio que presentamos aquí de González Silva quien da cuenta de una investigación en familias pobres de Venezuela en la cual utiliza como categoría básica la de alteridad, como percepción del otro, no sólo mental sino afectiva, sensorial y extrasensorial, en síntesis, integral.Este artículo tiene también hallazgos sorprendentes como el de que la comunicación menos intensa en las familias estudiadas es entre la padre y la madre (cuando los hay). Además llama la atención la intensidad de los conflictos intra familiares en casi la totalidad de los casos estudiados.Los artículos de Gamboa y González Silva nos muestran una imagen real, muy alejada de la idealizada que promueve el discurso conservador sobre la familia.Los temas de la familia y la mujer son inseparables. Si hay cambios en la concepción de la familia, los habrá en la cultura de género y viceversa, los avances en el ámbito del género, repercutirán necesariamente en la familia. La concepción tradicional de la familia y la concepción patriarcal de las relaciones de género, propugnan un papel subordinado de la mujer; contrariamente, la perspectiva actualizada de género no sólo implica una reivindicación en favor de la mujer sino, necesariamente, una concepción de la familia igualitaria y democrática. Por ello es gran interés el artículo de Sagot sobre las políticas públicas en América Latina en relación con el tema de la violencia contra las mujeres y, sobre todo, el recuento y análisis que hace la autora sobre los logros de los movimientos feministas en su lucha contra ese tipo de violencia. Coincide la autora con una tesis recurrente en los estudios y obras del autor de estas líneas, según la cual, el avance en el reconocimiento de los derechos de sectores o grupos vulnerables, supone una transformación cultural, la cual sólo es posible como resultado de la acción de los movimientos sociales. Sagot considera que las relaciones entre géneros son producto de la cultura. En sus palabras: existen numerosos soportes ideológicos, morales, políticos económicos y legales para el ejercicio de la autoridad de los varones sobre las mujeres. Además, agrega que la puesta en la agenda pública de esta problemática (violencia contra las mujeres) y la consecuente aprobación de legislación y politicas públicas para enfrentarla es el resultado directo de las acciones del movimiento feminista. Respalda su dicho en una copiosa literatura.Nicoletti se refiere al derecho a la salud, tema íntimamente ligado a la niñez y la familia, pero el mayor interés para el tema que nos ocupa, es su análisis de la evolución de la categoría salud, desde una condición deseable y asistencial hasta asumir la naturaleza de Derecho Humano, condición que alcanza cuando la legislación y la jurisprudencia nacionales e internacionales le otorgan el carácter de absoluto, universal e inalienable. Yo agregaría, cuando esas condiciones sean asumidas culturalmente.En la Sección POLéMICA, que se incluye cuando existe alguna, se publica una réplica de George I. García a un artículo publicado en un número anterior acerca de la sociología de Henry Lefebvre.En la sección ARTíCULOS, como es usual se abordan temas variados como las luchas antifascistas en Costa Rica a través de la actuación de la eximia escritora nacional Carmen Lyra de Dennis Arias.También se incluye una enjundiosa crítica de David Morera a las llamadas teorías pos marxistas, el análisis de contenido de Dorde Cuvardic acerca de la sección de Cartas a la columna del periódico La Nación y el artículo de Edgar Solano en el cual hace un recuento de la integración centroamericana y los esfuerzo por alcanzar algún grado de comunidad política entre los países del istmo entre 1902 y 1906.Se cierra el número con un estudio sobre la ausencia cada vez más patente de los intelectuales en los asuntos públicos.Ciudad Universitaria Rodrigo Facio Junio, 2008Dr. Daniel Camacho Monge Director
Finalmente, y luego de una larga y tensa espera que se prolongó desde el jueves de la semana pasada, el candidato a Presidente de los Hermanos Musulmanes, el ingeniero de 60 años, Mohamed Morsi, se transformó, el domingo 24 de junio, en el primer Presidente electo de Egipto. Mohamed Morsi será el Jefe del Estado del país árabe más poblado del mundo (que no del país musulmán de mayor población). Proveniente del grupo o, mejor dicho, de la cofradía de los "Hermanos Musulmanes", una formación política islamista recurrentemente reprimida por el "establishment" político egipcio construido por el movimiento nasserista que gobernó el país desde 1954 hasta la caída de Mubarak en febrero de 2011, Morsi es el primer civil que accede a la presidencia desde el fin de la monarquía. En realidad, conviene recordarlo, los Hermanos Musulmanes fueron aliados de Nasser en su lucha por el poder en Egipto, pero esa alianza duró poco y, ya a inicios de los años 50, los islamistas terminaron en prisión o trabajando clandestinamente. Morsi resultó candidateado cuando Khairat al Shater, el primer aspirante a la candidatura fue descalificado quizás por ser portador de un perfil demasiado abiertamente "integrista". Mohamed Morsi, en cambio, con una carrera académica en el exterior y en Egipto, de perfil bajo y dueño de un discurso en el que se presenta, simultáneamente, como un conservador profundamente religioso y como un interlocutor abierto y moderado para con los liberales, pareció ser electoralmente mucho más apropiado que Khairat al Shater. A pesar de que sus raíces islamistas generan internacionalmente una muy fuerte preocupación, el mundo tomó nota de que uno de sus primeros compromisos fue el de ser el presidente de todos los egipcios e, incluso, el mismo domingo, realizó el acto simbólico de desafiliarse de los Hermanos Musulmanes. El triunfo de Morsi fue reconocido por la comunidad internacional y, en algunos casos, dicho reconocimiento estuvo acompañado de una genuina felicitación ante un acontecimiento que algunos ven como un paso significativo en la consolidación de un régimen democrático en Egipto. En realidad, el final del proceso electoral en Egipto (y en buena medida también sus prolegómenos) se presenta ante los ojos del observador externo como una compleja combinación de luces y de sombras. A pesar de que el domingo, partidarios de Morsi y la población en general. cantaban alborozados en la Plaza Tahrir por el triunfo del nuevo presidente, no es menos cierto que no había entre ellos prácticamente ninguno de los jóvenes laicos y modernos que fueron quienes hicieron de esa plaza el emblema de la posibilidad de una futura democracia en el país. No era la única nota discordante. No solamente estaban ausentes los jóvenes que, inspirados en lo que estaba sucediendo en Túnez, se animaron a desafiar a Mubarak. El candidato electo, Mohamed Morsi, en su primera alocución al pueblo egipcio, tuvo que incluir una insólita declaración dedicada a las Fuerzas Armadas en la cual declaró, más o menos textualmente, quelas miraba con un amor tan intenso desde su corazón que sólo Dios conoce. O sea que no solamente los principales actores de la primavera egipcia no estaban festejando en la Plaza Tahrir (electoralmente no pudieron organizar una candidatura realmente de masas y quedaron atrapados en la disyuntiva de votar o bien al islamista Mohamed Morsi o bien a Ahmed Chafik, que, en los hechos, terminó siendo el candidato del "antiguo régimen" y casi la garantía de la continuidad política del autoritarismo tradicional): el candidato integrista electo hubo de comenzar su primer mensaje a la nación haciendo una referencia explícita a quienes parecen dispuestos a fungir como sus "mentores" de las Fuerzas Armadas. Esta mezcla de luces y de sombras que complica el resultado del proceso iniciado en febrero 2011, se advierte desde todos los ángulos que los acontecimientos sean considerados. Un grupo importante de votantes laicos seguramente se negó a votar y, si bien es importante destacar que Mohamed Morsi es el primer presidente electo por votación de Egipto, acaba de ser reconocido como tal después que las Fuerzas Armadas procediesen a una suerte de "intervención institucional" que, en algunos aspectos, tuvo visos de un golpe de estado. Esta opción por la abstención de los jóvenes laicos, seguramente no significa la desmovilización definitiva de aquellos primeros abanderados anti-Mubarak proclives a una verdadera democracia laica en su país natal. Prueba de que siguen actuando es que los sitios web de los Hermanos Musulmanes fueron "hackeados" y que las oficinas centrales del "oficialista" Ahmed Chafik terminaron incendiadas. Esta violencia rampante forma también parte del panorama de luces y sombras que nos interesa transmitir aquí. El domingo 17 de junio, apenas culminado el segundo turno de las elecciones de las que finalmente Morsi saldría vencedor una semana después, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA), decidió "redefinir" las atribuciones que tendría el Jefe del Estado que saliese finalmente electo del proceso. Era ésta la segunda intervención intempestiva de las Fuerzas Armadas porque, algunos días antes, las Fuerzas Armadas invalidaron la elección de casi un tercio de los diputados recientemente electos y disolvieron la Cámara de Diputados, según lo declarado por ellas, "…para dar cumplimiento a una decisión del Tribunal Constitucional Supremo que objetó diversos aspectos de escrutinio". Este intervencionismo de las Fuerzas Armadas, nunca abiertamente contrario al proceso de democratización, pero sistemáticamente desplegado para que todos los actores políticos tomen conciencia del protagonismo militar, ha debilitado en buena medida la imagen de los Hermanos Musulmanes. Es ostensible que éstos vienen negociando con las FF.AA. en una postura que la población, acostumbrada a visualizarlos como integristas radicales, entiende poco y mal. Aunque una de las primeras demandas del nuevo presidente fue que su juramento como Jefe del Ejecutivo deberá realizarse ante el Parlamento (cuando sabemos que la Cámara baja de éste ha sido disuelta por las FF.AA. "por orden" del Tribunal Constitucional Supremo), este "desafío" a los militares no parece de talla a hacerlos retroceder y, en algún sentido, refuerza la sensación popular de que entre FF.AA. y Hermanos Musulmanes se ha establecido un diálogo "discreto" pero fluído. De cualquier manera, los islamistas siguen siendo el grupo mejor organizado y conservan las redes de imbricación social entre la población que hubieron de tejer durante décadas de lucha clandesita. Esas redes son el fruto de la visión de su fundador, Hasan Al' Banna, que, conciente de las enormes debilidades del estado en las regiones rurales más pobres y apartadas del país, donde residen millones de campesinos en condiciones sociales deplorables, decidió que los "Hermanos Musulmanes" debían integrarse precisamente allí donde nadie estaba trabajando políticamente y hacer revivir las creencias musulmanas. En parte el triunfo de Morsi (por "regateado" que haya sido por las FF.AA.) es el fruto de esta consistente estrategia. Sin embargo, el estallido de la juventud, y particularmente el de la juventud urbana laica, moderna, enlazada por las redes sociales con Occidente y con el mundo en general, era un escenario absolutamente impredecible en la estrategia, en el fondo profundamente conservadora, de los Hermanos Musulmanes. Si Mohamed Morsi pretende terminar su mandato, deberá no solamente hacer concesiones a los militares: hay todo un Egipto que ya no comulga con el planteo islamista tradicional y que le va a exigir que tenga en cuenta también sus demandas que son totalmente contradictorias con el programa tradicional de los Hermanos Musulmanes. Este escenario en el que el nuevo presidente parece atrapado en un tejido de demandas múltiples y contradictorias, así planteado, no parece demasiado novedoso. En el fondo hay muy pocos presidentes que no hayan empezado su mandato apoyados en el punto de convergencia de un buen número de fuerzas políticas y demandas sociales contradictorias. Sin embargo, lo que tiene de peculiar la posición de Mohamed Morsi es que es que su elección es la elección de un presidente que deberá dirigir el país al mismo tiempo que se define la Constitución política que habrá de regir a Egipto. Y eso sí que es una situación novedosa, particularmente frágil y creadora de inestabilidad. Si, de por sí, una transición política de este tipo constituye siempre una operación difícil, pretender definir las competencias de las autoridades del nuevo régimen, durante la práctica gubernamental y sin contar con un texto Constitucional establecido, parece una operación extremadamente compleja. Aunque teóricamente, la operación de la transición debió de haberse llevado adelante en otro orden, lo cierto es que Egipto optó por votarse primero un Poder Legisltativo, luego elegir un Presidente, para, recién después, darse un texto Constitucional. El problema evidente es que las autoridades electas, al no existir una Constitución que redefina sus nuevas competencias, no pueden discernir claramente las fronteras de su ámbito de acción y esa indefinición habrá de ser inexorablemente utilizada, en particular, por los actores políticos más poderosos. Este escenario plantea dos problemas mayores que se presentan como verdaderas "hipotecas" para todo el proceso de transición y para que, eventualmente, el gobierno Morsi llegue algún día a buen puerto. En primer lugar, la inexistencia de un nuevo texto Constitucional que sea producto del proceso de transición deja abierta la puerta a todo tipo de ingerencia de parte de las FF.AA. sin que, formalmente, dicha ingerencia configure una violación constitucional clara puesto que este texto, en los hechos, recién será aprobado a posteriori. En segundo lugar, el otro riesgo evidente es que la discusión constitucional se transforme en el principal frente de batalla entre los actores políticos del país y que la gestión gubernamental o bien quede relegada a un segundo plano, o bien se entremezcle de manera tan íntima con la discusiòn constitucional que no pueda claramente discernirse de qué realmente se está discutiendo. En cualquier caso, resulta evidente que el proceso de transición a la democracia en Egipto está muy lejos de ofrecer algún tipo de garantía sobre su futuro derrotero. Las amenazas no dejan de acumularse y las habilidades del nuevo presidente todavía quedan por demostrarse.
"Ser cosmopolita no significa ser indiferente a un país, y ser sensible a otros, no. Significa la generosa ambición de querer ser sensible a todos los países y a todas las épocas, el deseo de eternidad." Jorge Luis Borges, Homenaje póstumo a Victoria Ocampo. "El que está en el extranjero vive un espacio vacío en lo alto, encima de la tierra, sin la red protectora que le otorga su propio país, donde tiene a su familia, sus compañeros, sus amigos y puede hacerse entender fácilmente en el idioma que habla desde la infancia". Milan Kundera, "La insoportable levedad del ser". En la primera parte de este artículo nos introdujimos en los orígenes del Cosmopolitismo a través de la obra de Kant, e indagamos en las implicancias que esta corriente de pensamiento presenta como proyecto político. Ahora, como segunda parte de esta breve introducción, nos adentraremos en los desafíos que el Cosmopolitismo plantea desde un punto de vista moral. Nos centraremos especialmente en las diferencias con respecto a las corrientes comunitaristas. La moral cosmopolita y sus desafíos De esta manera, e independientemente del atractivo que para muchos tiene el cosmopolitismo a través de formulaciones actuales – como los derechos humanos y sus pretensiones universalistas –, las justificaciones morales que dan sustento ha esta idea siempre tendrán al nacionalismo y su respaldo comunitarista como temible adversario. En una de sus clases en la Universidad de Harvard, el profesor Michael Sandel introduce las dificultades implícitas en la moral cosmopolita de la siguiente forma. Si el cosmopolitismo implica el igual valor moral de todos los seres humanos y nosotros, como tales, no podemos darle mayor valor a unos que a otros, cómo actuaríamos en el caso de que, supongamos, dos personas se estén ahogando, una de las cuales es nuestro hijo. No hay dudas de que, cualesquiera sean nuestras convicciones filosóficas, la respuesta está contestada de antemano. Pero, si ningún padre dudaría en salvar primero a su hijo, no es esa la más clara confirmación de que en última instancia todos le damos mayor relevancia moral a nuestras lealtades más cercanas en detrimento de una hipotética humanidad compartida, como sostienen los cosmopolitas. Y más aun, dicen los comunitaristas, ¿no es que tenemos una obligación de actuar de esa forma? La emergencia de duras críticas comunitaristas al universalismo cosmopolita generó una inevitable reacción intelectual para dar justificación a estas aparentes inconsistencias. ¿Es cierto, como dicen los comunitaristas, que quitarle valor a las lealtades más cercanas en pos de actuar en beneficio de la humanidad constituye una especie de crimen moral? El ejemplo expuesto por Sandel busca demostrar el inevitable sentimiento de lealtad y solidaridad que un padre puede sentir con respecto a un hijo, pero podría decirse al respecto que solo un cosmopolitismo radical podría concebir una moral impersonal al punto de desconocer los lazos padre-hijo. En otras palabras, y desde el punto de vista de las relaciones internacionales, no es en lealtades cercanas como la familia o la comunidad donde surgen los problemas que el cosmopolitismo pretende abordar, sino especialmente en la lealtad a la nación1. Veamos otro ejemplo menos comprometedor propuesto por Sandel. A principios de la década de 1980, una terrible hambruna golpeó a Etiopía, matando aproximadamente a un millón de personas y dejando a la población del país en una situación crítica que se agravó por la lenta reacción de la comunidad internacional y las dificultades encontradas para llegar a las personas afectadas. En 1985, el Gobierno israelí anunció, a través del entonces primer ministro Simón Peres, que intentaría repatriar a todos los judíos negros etíopes como forma de colaborar en la reducción de los daños. "No cejaremos hasta que todos nuestros hermanos y hermanas de Etiopía se encuentren a salvo en su patria"2 dijo Peres en aquel momento. El argumento de Israel era claro. Ante la imposibilidad de salvar a todos los etíopes de la fatal hambruna, se inclinaría por rescatar de unos 12.000 "hermanos", con los que los unen creencias religiosas y un pasado común. Ahora, ¿cómo evaluaríamos esta decisión desde una mirada cosmopolita? Ciertamente, el Gobierno israelí hizo prevalecer sus lealtades más cercanas (por cuestiones étnicas y religiosas) ante el deber de igualdad para con todos los habitantes del planeta que reclama el cosmopolitismo. Y es esta la principal disputa con los comunitaristas, que dirían al respecto que Israel no solo hizo bien en rescatar a los judíos, sino que además era su obligación moral, teniendo en cuenta no solo los lazos que los unen con ellos sino además lo que los separa del resto. La objeción del cosmopolitismo es también clara y tiene sus orígenes no solo en la moral kantiana, sino además en la filosofía política rawlsiana. ¿Cuál es, se preguntan los cosmopolitas, la importancia del hecho absolutamente arbitrario de haber nacido en una determinada familia, país o momento histórico? ¿Es realmente esa casualidad, de la que no podemos hacernos moralmente responsables, una justificación para salvar nuestra vida o condenarnos a morir? La decisión del Gobierno israelí y sus argumentos son para el cosmopolitismo totalmente inaceptables, y no porque renieguen de la existencia de las lealtades cercanas y de ciertos sentimientos de membrecía, sino porque rechazan por completo la existencia de las fronteras y las características de la nación como barreras para el efectivo cumplimiento de su ideal de justicia, que tiene su piedra fundamental en la idea de ciudadanía mundial, por la cual no tenemos mayores deberes con unas personas que con otras. Nuestra humanidad compartida se impone ante las identidades nacionales y al supuesto deber de solidaridad que deberíamos tener con determinados grupos en detrimento de otros. Pero debemos darle la razón a Sheffler cuando asegura que la ambigüedad de la noción de ciudadanía mundial puede causar ciertos problemas a la construcción del ideal cosmopolita. Comenta el autor al respecto: "For the root idea of cosmopolitanism is the idea that each individual is citizen of the world, and owes allegiance, as Martha Nussbaum has put it, 'to the worldwide community of human beings'" (1999, 258). Y luego se cuestiona: "What is ambiguous is the way in which one is to understand the normative status of one's particular interpersonal relationships and group affiliations, once one is thought as citizen of the world. More specifically, the question is what kind of reason one can have, compatibly with one's status as a world citizen, for devoting differential attention to those individuals with whom one has special relationships of one kind or another – either relationships that are personal in character or ones that consist instead in co-membership in some larger group" (1999, 258-259). La respuesta a esta pregunta puede ser atendida, en gran medida, por las posturas conciliadoras de Nussbaum y Appiah con respecto a la necesidad de reconocer la importancia de ciertos lazos, especialmente de las relaciones de familia, amistad o incluso comunitarias, pero sin dejar de reconocer, en todo momento, que todos los seres humanos son, tanto como yo, ciudadanos del mundo. Nussbaum se encarga de aclarar, incluso, que no es "malo" darle a "lo local" un mayor grado de importancia, aunque con un matiz nada despreciable con respecto a las posturas comunitaristas. La única forma de hacerlo, dice, es teniendo siempre presente que esto no se justifica en la falsa asunción de que lo local es mejor "per se", sino en el hecho de que atender a nuestras lealtades más cercanas es la única forma "sensata que los seres humanos tenemos de hacer el bien" (1999). "Los estoicos no cesan de repetir que para ser ciudadano delmundo uno no debe renunciar a sus identificaciones locales, que pieden ser una gran fuente de riqueza vita. Por el contrario, lo que sugieren es que pensemos en nosotros mismos no como seres carentes de filiaciones locales, sino como seres rodeados por una serie de círculos concéntricos" (…) "Alrededor de todos los círculos está el mayor de ellos, la humanidad entera. Nuestra tarea como ciudadanos del mundo será atraer, de alguna manera, esos círculos hacia el centro" (1999, 19-20). Appiah, por su parte, va más allá incluso de las concesiones realizadas por Nussbaum y reconoce la existencia de un patriotismo cosmopolita que, a pesar de su nombre provocador, representa un fuerte argumento no solo en favor de la idea de ciudadanía mundial, sino en contra de aquel callejón sin salida al que nos empujó Sandel cuando nos preguntó a que niño salvaríamos. "The favorite slander of the narrow nationalist against us cosmopolitans is that we are rootless (…)". "The answer is straightforward: the cosmopolitan patriot can entertain the possibility of a world in which everyone is a rooted cosmopolitan, attached to a home of one's own, with its own cultural particularities, but taking pleasure from the presence of other, different places that are home to other, different people. The cosmopolitan also imagines that in such a world not everyone will find it best to stay in their natal patria, so that the circulation of people among different localities will involve not only cultural tourism (which the cosmopolitan admits to enjoying) but migration, nomadism, diaspora" (1997, 618). El patriotismo cosmopolita de Apphia es además un tipo de cosmopolitismo plenamente liberal en tanto se erige sobre la noción de tolerancia y en función de las virtudes que la pluralidad puede significar para cualquier sociedad que aspire a los valores del liberalismo. "Cosmopolitanism values human variety for what it makes possible for free individuals, and some kinds of cultural variety constrain more than they enable. In other words the cosmopolitan's high appraisal of variety flows from the human choices it enables, but variety is not something we value no matter what" (1997, 635) . Lo que el autor busca desterrar, en cierta forma, son algunas de las ideas relacionadas con el cosmopolitismo que hemos mencionado a lo largo del presente trabajo. Antes que nada, Apphia niega de manera rotunda la crítica según la cual el cosmopolitismo pretende un mundo homogeneizado sin diferencias culturales que destruyan las identidades locales y culminen en una especie de monolítica cultura mundial. Por el contrario, la diferencia es la clave para la existencia del cosmopolitismo, dado que sin ella éste no tendría razón alguna de ser. Es más, podríamos aventurarnos a decir incluso que sin la existencia del Estado-nación poco sentido tendría esta discusión. Pero la sentencia de Appiah es clara. La diferencia no puede ser asegurada a cualquier precio. Según su visión, unánimemente compartida por los cosmopolitas liberales, es innegable la existencia de ciertos valores universales; derechos y libertades que deberían ser asegurados a todos y cada uno de los habitantes del planeta por el simple hecho de serlo. Esta no es una discusión nueva. Francia, como muchos países europeos receptores de inmigrantes, conoce bien los problemas de las diferencias culturales. El debate acerca del uso del velo islámico, e incluso la deportación de gitanos, se enmarcan dentro de esta discusión. Pero también podemos encontrar otros temas más complejos, como el lugar de la mujer en las culturas islámicas, o la extendida práctica de la ablación de clítoris por razones culturales y religiosas en África. ¿Hasta dónde debemos ir para asegurar la diferencia? ¿Y hasta donde para detenerla cuando es ya intolerable? Estas son preguntas a las que no encontraremos una respuesta clara, mucho menos aun si reducimos la búsqueda al debate entre cosmopolitas y comunitaristas. Es por eso que el cosmopolitismo moderado y especialmente liberal de Appiah y Nussbaum expresa su respeto por la diferencia siempre y cuando esta no se convierta en una fuente de injusticia que permita a los Estados tiranizar a propios y ajenos como si la diferencia fuera una especie de cheque en blanco. A este respecto es interesante el aporte de Amartya Sen, cuando rechaza aquella vieja pero persistente crítica que pretende tirar por tierra los valores liberales universalistas acusándolos de ser occidentales y por ende etnocéntricos. Dice el autor en respuesta a un artículo de Gertrude Himmelfarb: "La afirmación de Himmelfarb de que la importancia de cosas tales como la justicia, el derecho, la razón y el amor a la humanidad no son 'valores de la humanidad en su conjunto' (lo que sería mucho decir) no me plantea una gran dificultad. Sin embargo, sí me resulta problemática su creencia de que estos valores son, 'predominantemente, quizá incluso exclusivamente, valores occidentales'" (1999, 141)3. Es justamente allí donde radica una de las mayores dificultades del cosmopolitismo frente a la amenaza nacionalista. La tentación que representa el refugio en las identidades locales ante las abrumadoras diferencias culturales, sumada a la dificultad para la identificación de lazos compartidos con los habitantes de lejanos países, convierten al cosmopolitismo en una empresa de difícil realización. Los derechos humanos, que bien podrían ser entendidos como el mayor triunfo de los valores universalmente compartidos se encuentran constantemente jaqueados por la política de la diferencia, que relega su cumplimiento, casi exclusivamente, al ordenamiento interno de casa Estado. Y lo que es peor aún, la última década ha presenciado la emergencia de una preocupante corriente que, encabezada por países como Rusia y China, – y haciendo usufructo de lo que antes nos advertía Sen – pretende "adaptar" los derechos humanos y las libertades fundamentales a los "valores tradicionales" de las diferentes culturas. En este caso, y si los países "defensores" de la universalidad de los derechos humanos guiaran su política internacional a través de valores cosmopolitas, deberían hacer todo lo posible para evitar el sufrimiento de los ciudadanos de terceros países, porque entre ellos comparten una esfera superior que los convierte también en conciudadanos del mundo. Finalmente, podríamos decir que el cosmopolitismo puede ser entendido como un proyecto político, pero su carácter moral es a su vez independiente de dicho proyecto, especialmente en cuanto a los desafíos y dificultades que plantea al momento de llevarlo a la práctica. Hemos visto aquí algunas de las principales dificultades abordadas por críticos y defensores, y es necesario advertir que la profundidad de la discusión podría ser aun mayor. Por lo demás, el objetivo de estas páginas es cumplir apenas con una función introductoria. Conclusiones A modo de conclusión, sería bueno realizar algunas precisiones acerca de las diferentes concepciones del cosmopolitismo que existen en la actualidad y que el presente trabajo no aborda en profundidad. Nos referiremos en este caso a dos grandes debates existentes en la academia y que no han sido aquí abordados como tales. Primero en cuanto a quienes conciben al cosmopolitismo como doctrina política en contraposición a quienes lo interpretan tan solo como una especie de proyecto moral (Dallmayr, 2003 ). Podríamos decir, brevemente, que la doctrina política pretende generar cambios en el ordenamiento del Sistema internacional que apunten a cumplir con los postulados del ideal cosmopolita. En cuanto al proyecto moral, deberíamos quedarnos con los desafías planteados por los comunitaristas (como Sandel) y las respuestas que aquí hemos intentado estructurar a través de los aportes de Martha Nussbaum y Kwame Anthony Appiah, además de algunos otros autores relevantes en la discusión, como es el caso de Amartya Sen. La discusión gira en torno a cómo se articulan lo local y lo universal en la moral cosmopolita. El segundo debate refiere a quienes creen que el cosmopolitismo se trata de una concepción de justicia global frente a los que la reclaman como una doctrina "sobre la cultura del ser" (Sheffler, 1999). Como concepción de la justicia global, el cosmopolitismo se opone a la idea de que las normas de justicia que rigen a los seres humanos deban verse limitadas por las fronteras estatales. Por el contario, para esta corriente, las normas de justicia deberían recaer sobre todos los seres humanos sin distinción alguna. Por ejemplo, y este es un tema muy debatido, tienden a creer que los principios de justicia distributiva enfocados en la generación de bienestar social deberían aplicarse al total de la población mundial. En sus variantes más radicales, este cosmopolitismo colisiona de frente con los principios del liberalismo.Por último, el cosmopolitismo que se erige como una doctrina sobre la cultura del ser se opone a la idea de que la identidad y el bienestar de los individuos dependen de la membrecía a un determinado grupo enmarcado dentro de las fronteras de un Estado o asegurado por lazos étnicos o religiosos. Las culturas se mantienen en constante flujo y el cambio es su estado natural, por lo que el sincretismo y la diversidad cultural no son una amenaza a las identidades ni a las "nación". Sin embargo, e independientemente de los debates que hemos introducido aquí a modo de advertencia, el ideal cosmopolita consiste, en su forma más básica, en la noción de ciudadanía mundial y la idea de que, a pesar de todo los que nos diferencia, la existencia de valores universales compartidos por todos como integrantes de la humanidad nos aseguran un sentimiento de pertenencia global que rompe con las fronteras del Estado-nación. 1 - No es está la idea de Charles Taylor, uno de los principales autores comunitaristas, que en respuesta a un artículo de Martha Nussbaum dice lo siguiente: "En ciertos momentos, Nussbaum parece proponer la identidad cosmopolita como alternativa al patriotismo. Si ello es así, creo que comete un error. Y ello se debe a que en el mundo moderno no podemos hacer nada sin el patriotismo" (1999, 146).2 - EL PAÍS, Madrid, 8/1/1985.http://elpais.com/diario/1985/01/08/internacional/473986823_850215.html 3 - En cuanto a esta idea de de justificar atrocidades por medio de la "diferencia", Sen agrega: "La libertad con la que crecientemente se prodigan rápidas generalizaciones sobre la literatura antigua de los países no occidentales para justificar los gobiernos autoritarios asiáticos, parece tener parangón en la igualmente rápida creencia occidental según la cual los pensamientos sobre la justicia y la democracia solamente han florecido en occidente, dando por supuesto que el resto del mundo tendría serias dificultades para equipararse a occidente. Quizá el mundo no esté condenado a ese punto." (1999, 143)BibliografíaAppiah, Kwame Anthony. "Cosmopolitan Patriots". Critical Inquiry, (23,3): pp-421-442, 1997;Beitz, Charles. "Social and Cosmopolitan Liberalism". 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En los últimos años hemos sido testigos de una notable dinámica social que ha ocasionado que la humanidad haya venido cambiando de manera vertiginosa. Los avances científicos y tecnológicos logrados han dado como resultado que la sociedad sea cada día más libre, plural, informada, autónoma, participativa y consciente de sus derechos. La ciencia jurídica no puede quedarse atrás, el carácter progresivo de las normas jurídicas exige que éstas estén en constante desarrollo y evolución, provocando que su número y ámbito de protección sean mayores acorde a la dinámica social existente. Quienes hemos albergado el ideal de justicia teniendo como instrumento el derecho, nos vemos obligados a adoptar una actitud de apertura hacia el nuevo conocimiento, descubrimiento y preocupación por actualizar nuestro ordenamiento jurídico. Es preciso señalar que la democracia y laicidad de un Estado se mide en virtud de las libertades que otorga a sus gobernados, a través de su amplio catálogo de derechos fundamentales garantizados coactivamente. Dentro de esta inquietud se expone el presente trabajo de investigación, bajo el sistema hipotético deductivo en el que empleamos fundamentos jurídicos e ideas construidas hace tiempo. Hemos realizado un estudio sobre la muerte digna, eutanasia o derecho a disponer de la propia vida, como nuevo derecho o "derecho constitucional no escrito" en el ordenamiento jurídico mexicano, fundando la afirmación anterior, en lo siguiente: a) en los principios pro homine , autonomía y solidaridad que irradian en todo el ordenamiento jurídico mexicano; b) en los derechos humanos de dignidad humana, vida, vida digna, libre desarrollo de la personalidad, integridad física y libertad ideológica, consagrados dentro del "bloque de constitucionalidad" del ordenamiento jurídico mexicano, unos en la propia Constitución y otros, dentro de los tratados internacionales que México ha suscrito con otros países en materia de derechos humanos; c) a través del derecho comparado, analizando las leyes de Holanda (2002), Bélgica (2002) y Luxemburgo (2009), que permiten la eutanasia activa directa, así como las leyes de los Estados de Oregón (1994), Washington (2008), Vermont (2013) y California (2015), de los Estados Unidos de Norteamérica (EUA), las cuales permiten el suicidio medicamente asistido y; d) en base a los diversos criterios jurisprudenciales extranjeros e internacionales, como son las sentencias C-239/97, de 20 de mayo, de la Corte Suprema de Justicia de Colombia, y Carter v. Canadá, de 6 de febrero de 2015, del Tribunal Supremo Canadiense, las cuales determinaron que el derecho a la muerte digna era un verdadero derecho fundamental en sus respectivos ordenamientos jurídicos. Asimismo, las diversas sentencias de EUA, como la dictada por el Tribunal Supremo Federal en el caso Cruzan v. Director, Missouri Department of Health, de 1990, en la que dicho Tribunal reconoció el derecho a morir con fundamento en el principio de autonomía firmemente establecido por el common law y confirmado por la Cláusula del Debido Proceso de la Decimocuarta Enmienda de la Constitución. Criterio que en 1997, anuló la misma Suprema Corte al resolver los casos Washignton v. Gluucksberg, y Vacco v. Quill. Así como en un plano internacional se analizó la sentencia emitida por la Corte Europea de Derechos Humanos relativa al caso Diane Pretty v. the United Kingdom, de 29 de abril de 2002, donde la Corte determinó de forma rotunda, que del derecho a la vida no se podía deducir que existiera un derecho a la muerte, como de ningún otro derecho. 2. Contenido de la investigación. El vocablo eutanasia proviene del griego eu que significa bien y thánatos que significa muerte . Es decir, buena muerte. En el ámbito doctrinal la eutanasia ha sido definida según Diez Ripollés como: "aquél comportamiento que, de acuerdo con la voluntad o interés de otra persona que padece una lesión o enfermedad incurable, generalmente mortal, que le causa graves sufrimientos y le afecta considerablemente a su calidad de vida, da lugar a la producción, anticipación, o no emplazamiento de la muerte del afectado". Hay múltiples clasificaciones de la eutanasia, sin embargo, la más típica es la que distingue entre eutanasia activa y pasiva. La eutanasia activa, indica un facere de un sujeto agente sobre el paciente, que utilizando determinados medios, acelera, y trae la muerte del otro. A su vez, la eutanasia activa se sub-clasifica en directa e indirecta; la directa se refiere a la culminación de la vida de una persona con salud extremadamente menoscabada mediante el acto del otro ; la indirecta, es la aplicación de determinados fármacos para paliar el dolor aunque lleven aparejada la consecuencia de acotar la vida . Por el contrario, la eutanasia pasiva indica un non facere, es decir, omitir o suprimir o no adoptar medidas de alargamiento de la vida . Dentro del marco normativo vigente de la eutanasia en México, respecto de la eutanasia activa podemos decir que es una conducta penalmente ilícita tipificada como el delito de ayuda al suicidio, contemplado en el artículo 312 del CPF, el cual a la letra señala: "El que prestare auxilio o indujere a otro para que se suicide, será castigado con la pena de uno a cinco años de prisión; si se lo prestare hasta el punto de ejecutar él mismo la muerte, la prisión será de cuatro a doce años". Así mismo, el artículo 313, del mismo ordenamiento legal, agrega: "Si el occiso o suicida fuere menor de edad o padeciere alguna de las formas de enajenación mental, se aplicarán al homicida o instigador las sanciones señaladas al homicidio calificado o a las lesiones calificadas". La eutanasia pasiva e indirecta son conductas no punibles en México, las cuales son consagradas desde la Declaración de Manzanillo de 1996, revisada en Buenos Aires en 1998 y en Santiago en 2001, Declaración Ibero-Latinoamericana sobre Derecho, Bioética y Genoma Humano y, la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos de 1997, las cuales contemplan el derecho a adoptar medidas sobre la propia salud; asimismo, dichas conductas son regulada en la Carta de los Derechos Generales de los Pacientes en México de 2001, el Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Prestación de Servicios de Atención Médica de 1989 y reformado en 2014, y el Anteproyecto del Código-Guía Bioética de Conducta Profesional de la Comisión Nacional de Bioética de 2001; asimismo, a través de las doce leyes de voluntad anticipada de las diversas entidades federativas del país que han legislado al respecto, siendo pionera la ley del Distrito Federal publicada en enero de 2008, misma que generó una reforma a la Ley General de Salud en el 2009, incluyendo en dicha ley el derecho a emitir consentimiento informado por escrito para la aplicación o no de tratamientos, medicamentos y cuidados paliativos adecuados a su enfermedad, necesidades y calidad de vida. Las entidades federativas que cuentan con ley de voluntad anticipada son además del Distrito Federal, Coahuila, Aguascalientes, San Luis Potosí, Michoacán, Hidalgo, Guanajuato, Chihuahua, Guerrero, Nayarit, Edo. de México y Colima, además, el Estado de Tabasco no cuenta con una ley en la materia, sin embargo, reformó su ley local de salud, e incluyó el derecho a emitir voluntad anticipada. De entre los derechos y principios que podrían ser fundamento de la existencia de un derecho a la muerte digna en México se encuentra el derecho a la vida, el cual es un derecho constitucional no escrito en el orden jurídico mexicano, mismo que ha sido reconocido de forma expresa en los numerosos instrumentos de carácter internacional que México ha suscrito en materia de derechos humanos, tal como lo prevé el art. 4 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, el art. 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el art. 6 del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, por citar algunos; asimismo, el derecho a la vida ha sido reconocido de manera tácita en las diversas legislaciones penales que condenan con pena privativa de libertad a quien priva de la vida a otro. Cuando en un conflicto jurídico determinado se encuentra en colisión el derecho a la vida frente a otro derecho, se pueden adoptar dos posturas, la primera de ellas es la que concibe al derecho a la vida como súper derecho, es decir, un derecho que se encuentra por encima de los demás derechos, postura que ha sido adoptada por el TCE en la sentencia 53/1985, de 11 de abril, la cual versa sobre el aborto y a la letra se señaló: "… la proyección de un valor superior del ordenamiento jurídico constitucional -la vida humana- y constituye el derecho fundamental esencial y troncal en cuanto es el supuesto ontológico sin el que los restantes derechos no tendrían existencia posible…". La segunda de las posturas señaladas se refiere a considerar el derecho a la vida en un plano de igualdad con respecto a los otros derechos y valores constitucionales, postura que ha sido adoptada por la Corte Suprema de Justicia de la República de Colombia en la sentencia C-239/1997, de 20 de mayo, referente al homicidio por piedad, la cual señaló: "La Carta no es neutra frente al valor de la vida sino que es un ordenamiento claramente a favor de él, ya que comporta efectivamente un deber del Estado de proteger la vida…El Estado no puede pretender cumplir esa obligación desconociendo la autonomía y la dignidad de las personas… Y si los derechos no son absolutos, tampoco lo es el deber de garantizarlos, que puede encontrar límites en la decisión de los individuos." En el mismo sentido se encuentra la sentencia emitida por el Tribunal Supremo Canadiense relativa al caso Carter vs. Canadá de 6 de febrero de 2015, sobre la eutanasia, en la cual resolvió: "… la santidad de la vida es uno de nuestro valores sociales más fundamentales. Pero también abarca a la vida, a la libertad y a la seguridad de la persona durante el paso de la muerte. Es por esta razón que la santidad de la vida ya no exigirá que toda vida sea preservada a toda costa". Por otra parte, la Suprema Corte de Justicia de la Nación se ha sostenido en la segunda de las posturas aludidas, considerando en el año de 2009 al resolver el amparo directo 6/2008, que la dignidad humana constituye un derecho fundamental, el cual es la fuente, base y condición de los demás derechos, del que se desprende el derecho a la vida. Dicho criterio fue reiterado por la misma Corte en octubre de 2014 al resolver el amparo directo 1200/2014, agregando que la importancia de la dignidad humana es tal, que se consagra como la base y condición para el disfrute de todos los demás derecho. Por nuestra parte, coincidimos con la segunda de las posturas indicadas, y en concordancia con Pilar Molero , el presupuesto necesario para ejercer cualesquier derecho es poseer vida, empero, ese no es argumento suficiente para sostener que el derecho a la vida es el derecho superior; por ende, el derecho a la vida, ni es ilimitado ni es prócer, por lo que en aquellos casos que entre en colisión con otros valores se debe acudir a la ponderación y determinar qué valor debe prevalecer. Otro derecho que podría ser fundamento de la existencia de un derecho a la muerte digna en México es el derecho a la dignidad humana, al respecto, el reconocimiento de la dignidad humana en el ámbito legislativo tuvo su nacimiento en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada y proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 10 de diciembre de 1948 , para extenderse luego a diferentes leyes supremas, sobre todo a las del mundo occidental . La Constitución mexicana hace uso en los preceptos 1, 2, 3, 4, 25 y, 123 de locuciones que tienen correspondencia con dicha dignidad. En el ámbito jurisprudencial interno, la dignidad humana ha sido objeto de innúmeros pronunciamientos, el Pleno de la SCJN en octubre de 2014 al resolver el amparo directo 1200/2014, manifestó que la dignidad humana no debe ser confundida con un precepto puramente moral… merecedor de la más amplia protección jurídica, reconocido en la propia Constitución; el cual funge como un principio jurídico que permea en todo el ordenamiento, pero también como un derecho fundamental, que debe ser respetado, cuya importancia es capital, ya que es la base y condición para el disfrute de los demás derechos humanos y el desarrollo integral de la personalidad. De igual manera la SCJN afirmó que: "La dignidad humana es un derecho humano general cuyo medio de reconocimiento y garantía son los derechos específicos" . En sentido parecido, parte de la doctrina alemana sostiene que la dignidad humana es un derecho fundamental, tal es el caso de Benda , quien considera que el reconocimiento que hace la Ley Suprema Alemana en el artículo 1.1, de la dignidad humana, es de un derecho fundamental, con todo y garantías. En contrasentido el español Ignacio Gutiérrez ha argüido que la dignidad humana no es un derecho fundamental, sino es un concepto excesivamente endeble, y su empleo conlleva riegos, y tres dificultades específicas: 1) ya que es un concepto ambiguo; 2) en permanentemente desarrollo y; 3) a diferencia de otros valores del ordenamiento, como la libertad e igualdad, se identifica pues, con el ser humano como tal. En base a lo anterior, discurrimos que la dignidad humana en el derecho positivo mexicano se configura como principio, valor y derecho fundamental superior a todos los demás derechos de su misma clase, deduciendo lo anterior de los numerosos precedentes jurisprudenciales del último intérprete de la Constitución Mexicana. 3. Conclusión. Consideramos afirmar la existencia de un derecho a morir con dignidad en el orden constitucional mexicano, el cual fulgura como un derecho constitucional no escrito, mismo que cobraría vigencia a partir de la interpretación evolutiva de los derechos fundamentales de vida, dignidad humana, vida digna, libre desarrollo de la personalidad, libertad ideológica e integridad personal, y en los principios del Estado de derecho mexicano, pro homine, solidaridad y autonomía de la voluntad, reconocidos por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en los artículos 1, 3, 4, 13, 24, 25, 29, 31, fracción IV y 123; aunados a diversos instrumentos internacionales suscritos por México y constitutivos del bloque de constitucionalidad mexicano, formando la base o punto de partida desde la cual los individuos cuentan con la libertad de decidir sobre su vida cuando a su juicio, su vida ha perdido toda calidad o les resulte indigna como consecuencia de graves afectaciones físicas y/o psíquicas, producto de una enfermedad incurable y/o terminal. En este sentido, la Suprema Corte Colombiana en la sentencia C-239/1997, de 20 de mayo y el Tribunal Supremo de Canadá en la sentencia Carter v. Canadá, de 6 de febrero de 2015, aseveraron la existencia de una derecho constitucional a la muerte digna en sus respectivos ordenamientos jurídicos. La primera, con base en el derecho a la vida, principio de dignidad humana y solidaridad social y el respeto al derecho al libre desarrollo de la personalidad. El segundo, con base en el derecho a la vida, libertad y seguridad, entendiendo el derecho a la seguridad, con la connotación que en México se le da al derecho a la integridad personal y en el principio de autonomía. De igual manera, la Suprema Corte estadounidense, en la sentencia relativa al caso Cruzan v. Director del Departamento de Salud de Misuri, de 1990, reconoció el derecho a morir, con base al principio de autonomía, establecido por el common law y confirmado por la Cláusula del Debido Proceso de la Decimocuarta Enmienda de la Constitución, criterio que fue anulado por la misma Suprema Corte en 1997, en las sentencias relativas a los casos Washington v. Gluucksberg, y Vacco v. Quill, donde negó la existencia de un derecho constitucional al suicidio asistido amparado en el derecho a la privacy; sin embargo, remitió el asunto del ámbito federal al estatal, aduciendo que independientemente de que no exista un derecho constitucional al suicidio, nada impide que los estados puedan permitirlo. Aunado a esto, también los grandes y reconocidos juristas norteamericanos Ronald Dworkin Thomas Nagel, Robert Nozick, John Rawls, Thomas Scanlon y Judith J. Jhonson , han considerado la existencia de un derecho constitucional a morir. Los anteriores pronunciamientos se encuentran absolutamente opuestos a lo sostenido por la Corte Europea de los Derechos Humanos en la sentencia relativa al caso Diane Pretty v. Reino Unido, de 29 de abril de 2002, en donde la Corte asentó que del derecho a la vida no se puede deducir la existencia de un derecho a la muerte, ni de ningún otro derecho; en el mismo sentido se encuentra la sentencia emita por el TCE 120/1990, de 27 de junio, relativa a la huelga de hambre de los presos del Grapo, manifestando que el derecho a la vida no es un derecho de libertad, de tal forma que el artículo 15 CE, que contempla el derecho a la vida, no faculta a los individuos para disponer de ella, y que la existencia de esa facultad, tampoco podría fundarse en la autodeterminación personal, ya que éste no es no derecho fundamental.
Según una leyenda eslava del siglo XIV, al principio de los tiempos había tres hermanos que se fueron separando para tomar posesión de tres países. Czech fue al sur; Rous al este y Lech se quedó en las fértiles tierras polacas.En realidad, la expansión del pueblo eslavo por toda Europa hacia el oeste, hasta los límites del Imperio Carolingio (771-814) en la región de Moravia y el río Elba, data de finales del siglo V y principios del VI de nuestra era. Los eslavos inician su peregrinación hacia esos territorios prácticamente despoblados, a partir de la zona del río Dnieper, cerca de Kiev, empujados por la llegada desde el este de los hunos. Ocupan prácticamente la mitad de Europa hacia el siglo X, limitando con el imperio Bizantino en la actual zona de Yugoslavia, al sur; con el mar Báltico en la desembocadura del Oder, al norte; con el mar Negro al suroeste, y con el río Volga y la zona báltica al noroeste.El legado de la HistoriaNo puede entenderse la política exterior rusa, de hoy y de siempre, sin este formidable legado histórico y geográfico eslavo. Consciente de su papel central en la historia de Occidente, Rusia ha obrado, al menos desde el siglo XVII, de forma de garantizarse un lugar de privilegio en el concierto de las grandes potencias; obsesionada, desde siempre, con garantizar su salida al mar Báltico y al mar Negro.Desde Pedro el Grande –que lega a la Historia rusa la salida al Báltico -, hasta Putin, pasando por Catalina II, la amiga de los filósofos franceses de la Ilustración, que asegura la salida al mar Negro; Alejandro III – que teje las alianzas claves con Francia e Inglaterra a finales del siglo XIX –; o el mismísimo Stalin, que conduce la Segunda Guerra Mundial desde la referencia del orgullo ruso y marcha con convicción hacia el centro de Europa, la política exterior de Moscú ha respondido a ejes estratégicos que van de la mano del convencimiento de cierta grandeza de su civilización. Primer potencia mundial en superficie, la Federación Rusa de más de 17 millones de km es la frontera entre Europa y Asia, e integra con igual espíritu estratégico los dos continentes. Fue actor político fundamental del siglo XX (tal como lo adelantara Alexis de Tocqueville en sus análisis sobre Estados Unidos en la primer mitad del siglo XIX). Contribuyó, más que cualquier otra potencia, a ganar la Segunda Guerra Mundial, que le costó la pavorosa pérdida humana de 20 millones de rusos (algo no siempre señalado por estas latitudes tan proclives a la influencia, por décadas, de la propaganda antisoviética estadounidense de la Guerra Fría). Y vivió en los años 1990 un derrumbe económico sin parangón, del que todavía está saliendo con dificultades. La salida del socialismoSi calculamos el PNB por habitante en paridad de poder adquisitivo sobre una base 100 en 1990, Rusia se hunde y llega a la trágica cifra de 60 en 1995. Moscú aceptó en los años Yeltsin una privatización salvaje, en particular en el área estratégica de la energía, que colaboró en la formación de una clase "oligarca" poderosa en dinero, corrupta, y vinculada a intereses corporativos extranjeros que saquearon al país. Llegó a la quiebra financiera del Estado en 1998. Se benefició a partir de 2004 por la suba del precio del petróleo, y recién en 2005, el PNB ruso por habitante alcanzó el entorno de 90 puntos en la escala antes referida. Todas cifras que dan cuenta de una catástrofe nacional, en medio del crecimiento sostenido de todas las potencias occidentales y asiáticas, y que demuestran la enorme dificultad de la transición económica rusa hacia un sistema capitalista abierto y competitivo luego de décadas de socialismo ineficiente y corrompido. Pero la Federación Rusa también procesó cambios geopolíticos fundamentales en esos años noventa.Moscú terminó con el régimen totalitario más perfeccionado en la historia de la humanidad evitando una guerra civil. Aceptó que sus países satélites de Europa del Este, de la zona del Báltico, del Cáucaso y de Asia Central se independizaran en relativa paz, y permitió que Bielorrusia tuviese un gobierno propio.Enfrentó, además, el activismo desembozado de la CIA en el Cáucaso. Estados Unidos fijó bases militares en Uzbekistán y Kirguizistán; instaló consejos militares en Georgia y avanzó hasta las puertas mismas de la federación con acuerdos con países que se integraron (o pretenden hacerlo) a la OTAN. Por su parte, la Unión Europea pasó en estos primeros años del siglo a tener fronteras directas con su tan importante socio comercial ruso, lo que también significó un cambio fundamental en los parámetros de seguridad regional.Finalmente, la Federación Rusa, de unos 142 millones de habitantes (7 millones menos que en 1993), viene enfrentando desde hace décadas problemas demográficos preocupantes a mediano plazo, de los que se ocupara el artículo de Pablo Brum (cf. Letras Internacionales nº 70, "Una verdad incómoda") y que, de mantenerse, implican el continuo decrecimiento absoluto de su población en los próximos años. El centro estatal de estadísticas (Rosstat) calcula que Rusia perderá 11 millones de habitantes en el horizonte 2025.Sin embargo, las minorías rusas están muy presentes en las ex- repúblicas soviéticas. Representan por ejemplo, el 17% de la población de Ucrania, el 11% de Bielorrusia, el 40% de Estonia y Letonia, el 26% de Kazakstán y el 58% de la estratégica Crimea. Son más de 17 millones los rusos desperdigados por los países del área cercana a la Federación, que aseguran un enorme potencial de influencia de largo plazo, cultural y económico, y que vienen a ilustrar la complejidad del entramado geográfico y político de la región.¿Una potencia estabilizadora?Intérprete de cierto legado de la Historia y consciente de la evolución reciente de la escena internacional, la Federación Rusa de Putin y Medvedev ha establecido criterios claros y estrategias consistentes en materia internacional. En primer lugar, resguardar la frontera próxima, el área de influencia en donde, naturalmente según Moscú, debe primar el criterio del gran vecino ruso y la soberanía de los Estados habrá de ser, por definición, limitada. Siempre quiso Rusia que así fuera y, en su lógica, así ha de mantenerse en el futuro. Desde esa perspectiva debe entenderse la invasión y ocupación militar de parte del territorio de Georgia, o la negativa a aceptar el escudo antimisil estadounidense en Europa del Este que vendría a desestabilizar dramáticamente la ecuación militar en la región. Los rusos, claro, desconfían con razón de la prédica anti- iraní estadounidense que justificaría semejante revolución en la seguridad de su (natural) zona de influencia. Desde esa visión también, las relaciones con Venezuela o Cuba se explican como una reacción espejo, en la óptica de Moscú, al indebido, prolongado, y desestabilizador involucramiento estadounidense en el Cáucaso y en Europa del Este.En segundo lugar, Rusia se plantea avanzar en su reconocimiento como gran actor internacional, lugar que ocupó al menos desde el siglo XVIII. Ni Putin como presidente, ni Putin como primer ministro de Medvedev, está dispuesto a dejar que se relegue a la gran Rusia a un segundo plano de la conformación y definición del nuevo orden internacional de principios del siglo XXI. Y es que la Federación Rusa es un gran actor internacional, sin duda, en materia militar y energética. Desde esa perspectiva debe entenderse el aumento del gasto militar que representó en 2007 el 3,7% de su PIB, comparable en proporción al 4% del PIB que Estados Unidos destina a gastos militares (si bien en términos absolutos el gasto norteamericano es muy superior). En el mismo sentido, Moscú utiliza sus recursos energéticos para sus negociaciones con China por la venta de petróleo por ejemplo – en su papel de potencia asiática -, o para afianzar su realpolitik europea en torno a la provisión de gas a Ucrania, e indirectamente, como proveedor de toda la Unión Europea y en particular de su pulmón industrial alemán. Pero también quiere reconocerse como actor primordial en el cuidado de los grandes equilibrios políticos mundiales. Rusia tiene un papel preponderante para jugar en la situación iraní, en Afganistán y en Corea del Norte, y en junio pasado mostró tener una posición constructiva con Estados Unidos sobre el desarme nuclear. Frente a la hiperpotencia estadounidense de los tiempos de Bush, que no generó estabilidad ni construcción colectiva de un nuevo orden internacional previsible, Rusia buscó aliarse con Europa en temas claves – el acuerdo Paris- Berlín- Moscú en 2003 sobre Irak lo ilustra – a la vez que profundizó su secular lógica imperialista regional. La Federación Rusa no jugará, por tanto, un papel democratizador en su región. No es una democracia plena, ni mucho menos (nunca lo fue, por cierto). Sus dirigentes actúan como integrantes de una especie de directorio de una "corporación rusa" económica, militar y estratégica que defiende cierta visión de lo que quieren ser intereses nacionales heredados de los más profundo de la Historia, y que no evita graves episodios de corrupción. En este sentido, su opaco manejo del poder es fiel a cierta tradición autócrata que descree del discurso democrático. Un discurso que es visto desde Moscú como un producto del sofisticado "soft power" occidental, y como un caballo de Troya que procura debilitar las bases del poder ruso en la escena internacional.Sin embargo, al decir del historiador francés Emmanuel Todd, asesor del ex presidente Chirac, Rusia tiene un "temperamento universalista". La igualdad está inscrita en el corazón de su estructura familiar por una regla de herencia absolutamente simétrica que, desde los tiempos de Pedro el Grande, rechazó la lógica del primogénito que favorecía al hijo mayor en detrimento de los otros. Según Todd, Rusia es "fiable porque, liberal o no, es de temperamento universalista, capaz de percibir de forma igualitaria, justa, las relaciones internacionales. Sumado a su debilidad, que le impide sueños de dominación, el universalismo ruso no puede más que contribuir positivamente al equilibrio del mundo ". Podrá compartirse la apreciación de Todd, o creer que peca de ingenuidad frente a los recurrentes episodios internacionales que ilustran la agresividad del "oso ruso". Pero sin duda, la gran Rusia, la del legado cultural universal de su literatura, la de los Gogol, Tolstoï, Dostoïevski y Tchekhov, es más compleja y rica que la representación en blanco y negro que lamentablemente ha primado históricamente en estas latitudes y que es heredera de la maniquea Guerra Fría. Sin duda, sus vecinos sufren su lógica imperial – los polacos, desde hace varios siglos, ¡vaya si la han sufrido! -. Sin duda también, si no cae en la tentación histórica de la anarquía o del salvaje autoritarismo, la Federación Rusa puede transformarse en un fundamental factor de equilibrio internacional. En todos los escenarios, la gran Rusia es y será un actor ineludible y de primer orden del tablero mundial. Entender mejor su complejidad es también contribuir a un mejor análisis de las relaciones internacionales.Emmanuel Todd. Après l´empire. Essai sur la décomposition du système américain. Folio, Gallimard, 2004, p. 218. *Profesor de Sistema Internacional ContemporáneoDepto de Estudios InternacionalesFACS- ORT Uruguay
La fiebre hemorrágica del Ébola se trata de una terrible y fulminante enfermedad que ha despertado alarma entre la comunidad médica desde su identificación en el occidente de la actual República Democrática del Congo en 1976. Probablemente adquirida por el contacto con excremento o secreciones de murciélagos de la fruta o de monos, episódicamente se fueron dando brotes en el África Central, pero los mismos jamás se habían extendido a más de unas pocas decenas de pacientes. ¿La causa? Fundamentalmente la mortalidad generada por el virus (en ocasiones de un 90%), su rapidez para matar y el que se diera en zonas rurales, aisladas e incomunicadas.En otras palabras, el ebola virus era demasiado letal para su propio bien, y al acabar con una comunidad pequeña, desaparecía al no contar con más pacientes que atacar. Esto no impidió que la terrible enfermedad fuera centro de atención de médicos y la población en general (dando lugar a su estudio metódico y tratada en libros y películas apocalíptico/as). En todo caso, nadie esperaba que la realidad terminara superando a la ficción.Todos los años la publicación Foreign Policy presenta su estudio en cuanto a la existencia de "Estados Fallidos", noción manejada a lo largo del tiempo por varios pensadores, desde la escrupulosa conceptualización de Max Weber al neoconservadurismo ramplón de Francis Fukuyama. Por supuesto, dicho índice toma en cuenta una serie de indicadores que trascienden lo político y se extienden a lo económico y social, mas enfoquémonos en los dos conceptos básicos que engloban al conjunto y se retroalimentan entre sí: (a) la imposibilidad de un Estado de ejercer el monopolio de la violencia legítima en todo su territorio o parte de él; (b) la incapacidad de recibir, procesar y dar respuesta a las demandas internas y externas a través de su sistema político y su burocracia, generando un quiebre entre el gobierno y una población que no ve satisfechas sus necesidades más básicas. La inexistencia de una infraestructura sanitaria es un claro síntoma de ello: en estos días contemplamos las consecuencias.Era de esperar que la mayoría de las naciones del África Subsahariana encabecen el mencionado ranking y entre los primeros lugares encontramos a Guinea, Liberia y Sierra Leona, vecinos que al día de hoy son los países más afectados por el cruento e imprevisto estallido del virus del Ébola que muestra, por lo terrible, la potencial destrucción del Estado. Podría decirse que se ha tirado una cerilla encendida en un balde de gasolina.Por una cruel ironía del destino, los Estados establecidos alrededor de Monrovia y Freetown, que en su momento sirvieran de santuario para esclavos libertos de EE.UU. y el Reino Unido, tan solo lograron con esto la imposición de unas élites occidentalizadas y detentadoras del poder por sobre los nativos. Sumemos a esto la complejidad étnico-tribal de los moradores de antaño y el interés de las multinacionales por las riquezas naturales (diamantes, caucho, hierro), y como resultado alcanzamos un estado de tensión permanente que incluso se tradujo en una guerra civil presente en los dos países, finalizada con el retorno de una frágil "democracia" en los últimos años.Fue un breve alivio: a finales del 2013 (según las últimas investigaciones), en el sureste de la vecina Guinea (con su propia historia de violencia e inestabilidad), estallaría un brote de Ébola que, una vez traspasadas las fronteras, destruiría todo orden político y social de manera fulminante. La tierra prometida de la libertad terminaría en caos y muerte: si había un área donde la plaga podía desplegar toda su fuerza, sin dudas era esta.Si bien Guinea se encuentra a varios miles de kilómetros de los anteriores focos del virus, la aparición del mismo es razonable por un factor elemental: la presencia de los ya mencionados murciélagos de la fruta, vectores de la enfermedad, y el contacto y consumo de los nativos con/de dicha especie. Evidentemente no todos los murciélagos son portadores transmisores del ebola virus, pero basta con un contagio para desatar la peste de forma exponencial: primero un individuo, siguiendo la familia, luego la comunidad…El inicio de la epidemia data de diciembre de 2013, según las investigaciones posteriores con tal de dar con el origen del brote. Éste se habría dado en una pequeña localidad guineana cercana a la triple frontera y es aquí donde encontramos los primeros –y tal vez entendibles- errores humanos en la detección del virus: en un principio se pensó en el cólera o la malaria, y más tarde –dado el carácter hemorrágico- en el virus de Lassa. En marzo del presente año, ya con la presencia de Médicos sin Fronteras (MSF) y la Cruz Roja en el área, el gobierno guineano y luego la Organización Mundial de la Salud (OMS) dan la inesperada noticia de que se trataba de Ébola. La tardanza en el diagnóstico es un elemento fundamental para entender la multiplicación de casos en áreas cada vez más lejanas. Las comunicaciones, la densidad de población y -paradójicamente- la presencia de trabajadores de la salud (quienes, confundidos, se transformaron en portadores sin saberlo), explican el resto.Se equivoca nuevamente la OMS en abril, al considerar –tal vez extrapolando de la experiencia en el Congo- que se había llegado al "pico" de casos y que el brote comenzaría a remitir. Esto no sucedió y pronto ocurrió el peor de los escenarios posibles, con el Ébola alcanzando progresivamente las grandes capitales: Conakry (2 millones), Monrovia (1,2 millones) y Freetown (1 millón). Aquel virus que en su historia sólo había atacado a aldeas, de repente había llegado al hacinamiento de las grandes urbanizaciones.Como dijimos, Guinea, Sierra Leona y Liberia pertenecen al grupo de Estados Fallidos. ¿Qué podían hacer los gobiernos para controlar la situación? Evidentemente muy poco. Para hacernos una idea, recurramos a los datos:- Guinea: 0,1 médicos y 0,3 camas de hospital por cada mil habitantes.- Liberia: 0,01 médicos y 0,8 camas cada mil habitantes.- Sierra Leona: 0,02 médicos y 0,4 camas cada mil habitantes.Sobra decir que las condiciones hospitalarias no son, precisamente, las adecuadas, como tampoco lo es la calidad de vida en cuanto a necesidades sanitarias como acceso al agua potable o al saneamiento.La cosa empeora aún más cuando tenemos en cuenta que los médicos y los enfermeros, al carecer de medios para una correcta protección, se convierten en portadores y luego víctimas de la enfermedad, y existen testimonios que los pacientes son depositados en los hospitales esperando por alguien que los atienda, algo que ocurre con suerte una vez por día. Los más afortunados reciben un balde para depositar los vómitos y las heces y un poco de suero para mitigar la deshidratación. Mientras tanto, pacientes con otras enfermedades como la Malaria o personas víctimas de accidentes no encuentran auxilio alguno.La ayuda internacional, fundamentalmente de MSF y la propia OMS ha levantado hospitales de campaña que más parecen campos de concentración, y con la misma escasez de recursos. En todo caso la población considera que esto es mejor que nada, y los moribundos suelen apilarse en las entradas a estos lugares.En estos últimos días, MSF y el gobierno de Sierra Leona, aún a la espera de una ayuda internacional que ya se hace tardía, tiraron la toalla y decidieron promover el tratamiento en casa. Para el mismo, se pide que los enfermos queden recluidos en una habitación y se entregan guantes, cloro y suero para que un familiar pueda intentar mantenerlos con vida.La prevención es otro problema y la ignorancia de la población sólo sirve para propagar el caos. Los gobiernos han tomado medidas tan extremas como prohibir cualquier aglomeración pública (escuelas, eventos o incluso salir a la calle). También tanto en Monrovia como en Freetown se "cerraron" barrios enteros con el poco personal militar disponible, pero las protestas y la violencia hicieron a las autoridades desistir de tal extremo.Mientras tanto, se ha querido concientizar a una población completamente confundida en el caos sobre la existencia del mal (con campañas repitiendo el eslogan "Ebola is real" a través de canciones, radio y televisión), pero aún queda gente sumida en la mayor de las desinformaciones, principalmente en las zonas rurales. Uno de los mayores problemas es el de los entierros, donde la tradición marca que se debe lavar y vestir al cadáver previo a depositar el cuerpo, lo que garantiza un contagio automático. Poco a poco esta práctica se va dejando, dando lugar a la existencia de enterradores recorriendo las calles en busca de cuerpos como en los peores años de la peste negra.La ignorancia también genera sorpresivos dramas dentro del drama, y no pocos creen que la enfermedad es propagada por los funcionarios de la salud. En un caso extremo, ocho voluntarios para luchar contra la enfermedad fueron linchados y enterrados en una fosa común en Guinea. Mientras tanto, en Liberia los empleados sanitarios se declararon en huelga para solicitar mayores salarios y mejores equipos de contención, lo mismo que hicieron los "enterradores" de Sierra Leona la semana pasada.Mirando el futuro, el escenario es sombrío. La OMS declara que se esperan diez mil casos nuevos por semana (sin contar Guinea) hasta diciembre y, a partir de entonces, un progresivo descenso de contagios. En palabras textuales: "la más severa crisis sanitaria de la época moderna". Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades(CDC) estadounidenses son aún menos optimistas, y consideran que la cifra de afectados puede alcanzar hasta un millón y medio a comienzos del 2015.Esto dependerá exclusivamente de la ayuda internacional: qué, cuánta y cómo. Hasta ahora la misma ha sido insuficiente y tardía, pero finalmente parece que el mundo ha tomado conciencia de las dimensiones de la tragedia.La primera organización en reaccionar fue MSF, que actualmente cuenta con ocho centros de tratamiento y dos centenas de voluntarios internacionales, una cifra muy estimable teniendo en cuenta que los mismos saben que cualquier error puede conducirlos a una muerte segura. Un gesto parecido es el de Cuba, que se ha comprometido a enviar 300 médicos en las próximas semanas. Veremos. Mientras tanto, países como EE.UU. y el Reino Unido se han comprometido a enviar militares para poder montar nuevos centros de tratamiento.La gran mayoría de la ayuda, sin embargo, es económica, con varios países, ONGs y organizaciones internacionales donando dinero que se espera sea canalizado por la OMS para invertirlo de la manera más eficiente y necesaria. Es en este sentido que la ONU ha propuesto el "plan 60-70-70": 60 días, 70% de pacientes tratados, 70% de entierros realizados de la forma adecuada. Es de esta manera que se pretende alcanzar el mejor escenario dentro de lo que se viene. Las vacunas y tratamientos experimentales también han sido autorizados por la OMS en una estrategia de "nada que perder". Habrá que esperar unos meses para saber si todo este esfuerzo será suficiente para que los Estados Fallidos no pasen directamente a desaparecer.Marcos Rodríguez Schiavone es estudiante de la Licenciatura en Estudios InternacionalesFACS-ORT-Uruguay
La tesis ofrece una nueva base de datos de gasto militar en España desde mediados del siglo diecinueve hasta la actualidad, así como tres análisis de los condicionantes y las consecuencias económicas y políticas del gasto militar en el largo plazo. En concreto, el primer capítulo presenta nuevas estimaciones de los recursos públicos destinados al ámbito militar en España desde 1850 hasta 2009, así como la desagregación económica, administrativa y funcional de dicho gasto. La nueva base de datos ha sido elaborada siguiendo el criterio metodológico de la OTAN, que es uno de los criterios más utilizados por parte de las instituciones internacionales dedicadas a la compilación de datos de gasto militar a nivel mundial. Dicho criterio permite obtener una nueva base de datos homologable a lo largo del tiempo y comparable con otros países del entorno europeo e internacional. El segundo capítulo de la tesis analiza la influencia de los regímenes políticos en la evolución del gasto militar en España desde principios de la Restauración Española hasta la actualidad. En contraste con los análisis cuantitativos anteriores, que generalmente destacan la influencia negativa de los regímenes democráticos en la evolución del gasto militar, el capítulo sugiere que las instituciones democráticas pueden estar asociadas a mayores niveles de gasto militar en determinados contextos históricos. En concreto, el análisis de puntos de ruptura de las series de gasto militar, así como los análisis econométricos subsiguientes y la revisión de la historiografía militar española, muestra que los primeros gobiernos democráticos establecidos después de la dictadura Franquista aumentaron significativamente el gasto militar en relación con las décadas anteriores. Ese aumento, que fue debido a los esfuerzos de dichos gobiernos para reorientar el ejército hacia misiones internacionales y para facilitar su adaptación a las nuevas instituciones democráticas, dio lugar al único punto de ruptura positivo de la serie histórica de gasto militar total que no guarda relación con el inicio o el final de un conflicto bélico. A su vez, el análisis sugiere que la nueva orientación de las políticas militares democráticas conllevó un esfuerzo financiero en pro de un ejército intensivo en capital que pudiera participar en nuevas misiones internacionales. El tercer capítulo analiza más a fondo los condicionantes políticos del gasto militar y su potencial impacto en términos de estabilidad institucional. Como es bien sabido, los ejércitos han intervenido recurrentemente en política mediante golpes de estado. Diversos autores sugieren que los gobiernos autocráticos o parcialmente democráticos han usado eventualmente el gasto militar como estrategia para contentar a las fuerzas armadas y evitar así su insubordinación. Aún así, y a pesar de la solidez del argumento, los análisis cuantitativos recientes basados en amplias bases de datos internacionales no han encontrado una relación significativa y concluyente entre la evolución del gasto militar y la frecuencia y el éxito de los golpes de estado. En ese tercer capítulo sugiero que el gasto militar total – medida comúnmente utilizada por parte de dicha literatura cuantitativa – puede no ser un buen indicador del esfuerzo financiero realizado por parte de los gobiernos para conseguir la lealtad del ejército. Aunque el gasto militar total no refleje ninguna relación con la frecuencia y el éxito de los golpes de estado, puede que los cambios en la composición del gasto sí que guarden una relación significativa con dicho fenómeno. El capítulo pretende abrir esa 'caja negra' del gasto militar estudiando el impacto de la evolución de la remuneración salarial de los oficiales en España desde mediados del siglo diecinueve hasta finales de la Restauración Española. En línea con la hipótesis apuntada, el análisis sugiere que los aumentos en la remuneración de los oficiales durante la segunda mitad del siglo diecinueve y principios del siglo veinte – junto con otras estrategias políticas y militares – están relacionados con una menor frecuencia de golpes de estado, mientras que el gasto militar total no parece mostrar ninguna relación al respecto. Finalmente, el cuarto capítulo examina el impacto de la guerra y el gasto militar en la evolución de los sistemas fiscales de una muestra de trece países europeos y norteamericanos en el largo plazo. La guerra y la competición militar han sido a menudo definidas como fuerzas motoras relevantes de la expansión de la capacidad fiscal de los estados durante la época contemporánea. Aún así, la evidencia empírica no ha sido concluyente, y aún se carece de una narrativa histórica que explique cómo los cambios en la naturaleza de la guerra han afectado a la evolución de los sistemas fiscales contemporáneos. El cuarto capítulo tiene como objetivo rellenar ese vacío mediante el análisis del impacto de la guerra en la evolución de la capacidad fiscal contemporánea a la luz de las llamadas 'Revoluciones de los Asuntos Militares' que tuvieron lugar en occidente desde mediados del siglo diecinueve hasta la actualidad. Los resultados sugieren que la relación entre la guerra y la expansión fiscal ha seguido una curva de U invertida, según la cual los cambios en las tácticas y la tecnología militar presionaron los recursos públicos al alza hasta que la capacidad destructiva de los ejércitos sobrepasó el umbral nuclear. Adicionalmente, los resultados sugieren que los sistemas políticos han sido relevantes para completar esa narrativa histórica, aunque hayan sido en ocasiones olvidados en ese tipo de análisis. ; The thesis offers a new database of military expense in Spain from middle of the century nineteen up to the current importance, as well as three analyses of the determining ones and the economic and political consequences of the military expense in the long term. In I make concrete, the first chapter presents new estimations of the public resources destined for the military area in Spain from 1850 until 2009, as well as the economic, administrative and functional disaggregation of the above mentioned expense. The new database has been elaborated following the methodological criterion of the OTAN, which is one of the criteria most used on the part of the international institutions dedicated to the compilation of information of military expense worldwide. The above mentioned criterion allows to obtain a new database throughout the time and comparably with other countries of the European and international environment. The second chapter of the thesis analyzes the influence of the political rate in the evolution of the military expense in Spain from beginning of the Spanish Restoration up to the current importance. In contrast with the previous quantitative analyses, which generally emphasize the negative influence of the democratic rate in the evolution of the military expense, the chapter suggests that the democratic institutions can be associated with major levels of military expense in certain historical contexts. In I make concrete, the analysis of points of break of the series of military expense, as well as the analyses econometrics subsequent and the review of the military Spanish historiography, it shows that the first democratic governments established after the Pro-Franco dictatorship increased significantly the military expense in relation with the previous decades. This increase, which was due to the efforts of the above mentioned governments to re-orientate the army towards international missions and to facilitate his adjustment to the new democratic institutions, gave place to the only positive point of break of the historical series of military total expense that does not guard relation with the beginning or the end of a warlike conflict. In turn, the analysis suggests that the new orientation of the military democratic policies carried a financial effort in favor of an intensive army in the capital that could take part in new missions international. The third chapter analyzes more thoroughly the determining politicians of the military expense and his potential I affect terms of institutional stability. Since it is known well, the armies have intervened suddenly in politics coups d'état. Diverse authors suggest that the autocratic or partially democratic governments have used eventually the military expense as strategy to satisfy to the armed forces and to avoid this way his insubordination. Nonetheless, and in spite of the solidity of the argument, the quantitative recent analyses based on wide international databases have not found a significant and conclusive relation between the evolution of the military expense and the frequency and the success of the coups d'état. In this third chapter I suggest that the military total expense - measured commonly used on the part of the above mentioned quantitative literature - cannot be a good indicator of the financial effort realized on the part of the governments to obtain the loyalty of the army. Though the military total expense does not reflect any relation with the frequency and the success of the coups d'état, it is possible that the changes in the composition of the expense yes that guard a significant relation with the above mentioned phenomenon. The chapter tries to open this ' black box ' of the military expense studying the impact of the evolution of the wage remuneration of the officials in Spain from middle of the century nineteen until ends of the Spanish Restoration. On line with the pointed hypothesis, the analysis suggests that the increases in the remuneration of the officials during the second half of the century nineteen and beginning of the century twenty - together with other political and military strategies - they are related to a minor frequency of coups d'état, whereas the military total expense does not seem to show any relation in the matter. Finally, the fourth chapter examines the impact of the war and the military expense in the evolution of the fiscal systems of a sample of thirteen European and North American countries in the long term. The war and the military competition have been defined often as forces relevant motorboats of the expansion of the fiscal capacity of the conditions during the contemporary epoch. Nonetheless, the empirical evidence has not been conclusive, and still one lacks a historical narrative that explains how the changes in the nature of the war they have concerned the evolution of the fiscal contemporary systems. The fourth chapter has as aim refill this emptiness by means of the analysis of the impact of the war in the evolution of the fiscal contemporary capacity in the light of so called ' Revolutions of the Military Matters ' that took place in west from middle of the century nineteen up to the current importance. The results suggest that the relation between the war and the fiscal expansion has followed a curve of Or invested, according to which the changes in the tactics and the military technology pressed the public resources to the rise until the destructive capacity of the armies exceeded the nuclear threshold. Additional, the results suggest that the political systems have been relevant to complete this historical narrative, though they have been in occasions forgotten in this type of analysis.
Las elecciones del domingo 6 de mayo en Grecia pasaron relativamente desapercibidas en la actualidad internacional del fin de semana del 5 y 6 de mayo ya que, además de la 2a. ronda para la elección del presidente de Francia habia elecciones en Italia y en diversos países durante esa misma jornada. Pero, para quien había seguido con un mínimo de seriedad, la crisis financiera, económica y política estallada en Grecia hace un buen tiempo, (una contracción del PIB de 19% en 5 años, un desempleo alucinante y una situación que, desde el primer "salvataje financiero" de 2010, no hace sino agravarse, lo sucedido el domingo no puede ser sorprendente. Es más, en algún sentido, aconteció lo estrictamente esperable. Es decir el hundimiento del sistema bipartidario que gobernó a Grecia desde que emergió nuevamente a la democracia luego de la caída de la dictadura de los Coroneles en 1974. En general la prensa europea del lunes consideró que el futuro político del país es una incognita. "El Mundo" de España tituló de manera algo escandalosa, pero no demasiado lejos de la realidad: "Grecia en medio del caos absoluto". " La peor pesadilla de Bruselas se ha tornado realidad: Grecia es, desde esta mañaña, un país ingobernable" Aunque Nea Dimokratia (el tradicional partido de centro derecha) continúa siendo el partido más importante del país, pero lo es con un escueto 18.8% % de los votos, el Pasok, su tradicional partido adversario de centro izquierda, quedó relegado a un 3er. lugar con apenas 13.2 % de los sufragios. Paradojas de la política. Aunque los dos viejos partidos rivales fueron los que tuvieron el coraje de endosar políticamente las feroces medidas de austeridad impuestas a Grecia por Alemania, Francia, la Unión Europea, el FMI "y tutti quanti", en realidad quien es responsable del desborde inicial del gasto que inició la debable griega fue el gobierno de centro derecha de Nea Dimokratia. El lunes siguiente a la elección, el Presidente de la República, Karolos Papulias, hizo el gesto que todos esperaban y que, al mismo tiempo, todos sabían de antemano que estaba condenado al fracaso: encargó al lider de Nea Dimokratia, Antonis Samaras, de intentar formar un gobierno de coalición. El intento de Samaras no llegó a durar un día. En las primeras horas de la tarde del lunes 7, Samaras renunció al encargo del Presidente. "Hicimos todo lo que pudimos. Era imposible, renuncio a mi mandato" declaró Samaras. Ni su partido ni su tradicional enemigo, el Pasok, logran formar mayoría. Es más aún en la hipotética situación de que fuesen acompañados por añgunos de los pequeños partidos de izquierda moderada, tienen fuerza parlamentaria como para sostener una verdaddera coalición de gobierno. No le quedó, entonces, al Presidente de la República otra salida que confiar la tarea a la novedosa y ecléctica coalición de izquierda "Syriza" que, a través de su jefe, Alexis Tsipras, y fuerte de su segundo lugar y el 16,75% de los votos, intentase formar gobierno con los otros partidos de izquierda. Por ejemplo con el KKE, el partido comunista stalinista tradicional, que mantiene su votación de un 8% (hipótesis más que improbable porque el KKE padece de un arcaismo político tal qué solo sobrevive en países como Cuba o Corea del Norte) o la izquierda democrática encarnada en el partido llamado "Dimar", que quedó con un magro 6%, muy por debajo de lo que se esperaba. El problema radica en que la consigna que habría de permitir la construcción política de dicha eventual coalición sería, ante todo, el rechazo a las medidas de austeridad impuestas por la comunidad internacional. Es que, a pesar de que las encuestas de opinión indican una clara preferencia por que se logre un gobierno de coalición y que Grecia permanezca en el euro, hay un sector el electorado griego está cada vez más lejos de mostrarse afecto a términos como "democracia", "moderación", "libertades" o la defensa de un sistema político equilibrado. Al mismo tiempo que se verifica este"dérapage" hacia la extrema izquierda, fundamentalmente encarnado en la votación de los casi 17% de votos depositados a favor de la populista Syriza, hace su entrada al parlamento griego, por primera vez, el partido neo-nazi, "Aurora Dorada" (Chryssi Avghi) que, aunque niegue su obvio neo-nazismo, utiliza como emblema la svastika nazi vagamente modificada. Nikolaos Michaloliakos, apodado el "Fuhrer" por la prensa griega, se ha encaramado a un número significativo de escaños (obtiene 7% de votos que pueden significar 20 diputados) a pesar de no ser otra cosa que el jefe de un grupúsculo semi-clandestino, racista y totalmente antidemocrático, que se parece a las formaciones SA de los primeros tiempos hitlerianos. Sus consignas van desde".ha sonado la hora de los traidores a la patria." hasta proponer la expulsión inmediata de todos los trabajadores extranjeros y que las Fuerzas Armadas deberían desplegar minas a lo largo de todas las fronteras del país. Desde luego que su prédica es tan extremista que no es factible que encuentre eco significativo en un electorado muy amplio, pero lo que sí resulta relevante de advertir es que, Michaloliakos sostiene que su partido está dispuesto a luchar contra los "usureros mundiales" y contra la"esclavitud" que se le ha impuesto a Grecia por parte de la Unión Europea y el FMI. Y en ese punto las consignas neo-nazis son prácticamente idénticas que las del exitoso Syriza, del KKE o de Dimar. En otros términos, la reacción del electorado contra la idea de Europa y contra el contralor financiero establecido por Alemania, el Banco Central Europea y el FMI es generalizada y atraviesa el espectro político de extrema izquierda a extrema derecha. Finalmente, el segundo intento de formar gobierno, ahora dirigido por Alexis Tsipras, el lider de Syriza, que debería intentar formar una explosiva coalición que iría desde la izquierda a la extrema izquierda, también terminó fracasando antes del plazo de 3 días fijado por el presidente. Cada vez más cerca del precipicio, y con la perspectiva de tener que volver a realizar nuevas elecciones en un plazo perentorio, el Presidente Karolos Papulias, continuó "descendiendo" en la importancia de los partidos encargados de formar gobierno. Si fracasó el mayor, Nea Dimokratia, si también fracasó Syriza, el segundo más votado, pues era previsible que se encargase ahora al tercero mas votado: es decir, al Pasok. Evanguelos Venizelos, líder del socialista Pasok recibió con algún escepticismo el pesado encargo pero, sin embargo, en la mañana del jueves 10, se entre-abría una esperanza ya que el llamado del Pasok fue escuchado al menos por alguien. Al llamado del Pasok respondió Fotis Kuvelis, el líder de la Nueva Izquierda Democrática. Kuvelis, con un partido de 19 diputados, se animó a impulsar conjuntamente con el Pasok ".la formación de un Gobierno ecuménico que respete el mandato del pueblo; con figuras solventes, un programa claro y el horizonte de las elecciones europeas de 2014. Su principal objetivo debe ser mantener a Grecia en la Unión Europea y la Eurozona". Sin embargo Venizelos tenía razones para mostrarse escéptico. Ese núcleo de una posible coalición de centro-izquierda, moderada, pro-europea y proclive a no radicalizar la discusión con Alemania y el Banco Central Europeo, sólo reunía 60 diputados y se requieren por lo menos 151 para tener una mayoría mínima. Por ello quedaban dos caminos: o extender la alianza hacia la derecha asociando al Partido ganador, Nea Dimokratia, (lo que tenía la ventaja de que permitía cierta coherencia en el "pro-europeísmo" de la eventual coalición), o extender la alianza hacia la Izquierda y obtener el apoyo de Syriza. En este caso, la eventual coalición sería claramente de izquierda (lo que presentaba la ventaja de una mayor coherencia ideológica en otros temas). Esta segunda opción era muy improbable porque la Nueva Izquierda de Kuvelis es en realidad una escisión de la Coalición de Izquierda Syriza y ya sabemos que, en el mundo de la izquierda radical, rige la regla de que "no hay peor cuña que la del mismo palo". La triste historia del comunismo estalista lo ha demostrado hasta el cansancio. Por otra parte, en el seno de Syriza reina cierto exitismo y es evidente que sus dirigentes piensan que, de volver a votarse en Grecia, esta Coalición de Izquierda se transformaría en un polo aglutinador que pasaría a ser el primer partido político del país. Esta interpretación de la situación electoral evidentemente no ayuda para que Syriza sea "parte de la solución": a esta altura parece ser, más bien, parte del problema. Ante este tercer fracaso para formar gobierno, es el propio presidente, Karolos Papulias quien ha tomado sobre sus hombros la tarea de "formador". En un último intento de evitar la reiteración de las elecciones, el Presidente ha convocado el domingo a Antonis Samaras, Alexis Tsipras y Evánguelos Venizelos a una última reunión. Esta reunión del domingo parece haber sido el intento final. En efecto el Presidente convocó dos ruedas de reuniones durante el día domingo pero en ningún momento se vislumbraron condiciones para un acuerdo. Aunque no han llegado mayores informaciones de las dificultades concretas emergidas durante las negociaciones, fuentes informales insisten en que la principal dificultad proviene de Syriza que, en actitud francamente populistas apuesta a ganar la elecciones del mes que viene sin siquiera preguntarse que pasará con la permanencia de Grecia en la zona euro. Salvo algunos contactos de ultimo momento, que también resultaron infructuosos, el lunes 14 transcurrió sin cambios en la situación política y finalmente, el martes 15 de mayo, la necesidad de recurrir a nuevas elecciones quedó de manifiesto. Luego de más de una semana de esfuerzos infructuosos para construir la posibilidad de una coalición siquiera de transición que permitiese resolver temporalmente la cuestión del euro, Grecia se enfrenta ahora con un mes entero de la más absoluta incertidumbre política y financiera.En las nuevas elecciones la extrema izquierda y el populismo de Syriza tienen todas las de ganar. Desde el punto de vista político, o durante este mes sucede un milagro en la opinión pública o, lo previsible es que el electorado se polarice de manera quizás muy dificil de superar en el corto plazo. Desde el punto de vista financiero, pesar de la enorme inestabilidad de la situación, esta no parece desplomarse con la velocidad que muchos pronosticaron. La Bolsa de Atenas estuvo algunos días al alza antes del fin de semana y, el jueves 10, Grecia recibió 4.200 millones como adelanto de un total de 5.200 que se le deben otorgar por parte del Fondo de Ayuda de la Zona Euro (FESF) que entendió que el país no necesita los 1.000 restantes antes de junio. De cualquier manera, es una tontería pensar que los mercados no reaccionarán durante este mes de "espera electoral": Grecia, además de encontrarse a muy poca distancia de un conflicto político serio, está al borde de verse obligada a abandonar la zona euro.Y, nadie en este momento, ni en Grecia, ni en Europa, ni en todo Occidente, ni quizás en todo el mundo, está en condiciones de medir las consecuencias de ambas crisis y de sus repercusiones en los más diversos frentes. Por ahora las encuestas, al 28 de mayo, oscilan entre un triunfo de Nea Dimokratia o uno de Syriza. Nunca fue tan clara una opción histórica en un país.*Catedrático de Ciencia Política FACS - ORT Uruguay
"Representations of Muslims have never been more common in the Western imagination than they are today. Building on Orientalist stereotypes constructed over centuries, the figure of the wily Arab has given rise, at the dawn of the twenty-first century, to the Islamist terrorist. In Idols in the East Suzanne Conklin Akbari explores the premodern background of some of the Orientalist types still pervasive in present-day depictions of Muslims-the irascible and irrational Arab, the religiously deviant Islamist-and about how these stereotypes developed over time." "Idols in the East contributes to the recent surge of interest in European encounters with Islam and the Orient in the premodern world. Focusing on the medieval period, Akbari examines a broad range of texts including encyclopedias, maps, medical and astronomical treatises, chansons de geste, romances, and allegories to paint an unusually diverse portrait of medieval culture. Among the texts she considers are The Book of John Mandeville, The Song of Roland, Parzival, and Dante's Divine Comedy. From them she reveals how medieval writers and readers understood and explained the differences they saw between themselves and the Muslim other. Looking forward, Akbari also comes to terms with how these medieval conceptions fit with modern discussions of Orientalism, thus providing an important theoretical link to postcolonial and postimperial scholarship on later periods. Far reaching in its implications and balanced in its judgments, Idols in the East will be of great interest to not only scholars and students of the Middle Ages but also anyone interested in the roots of Orientalism and its tangled relationship to modern racism and anti-Semitism."--Jacket
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Este documento de síntesis se basa en las principales conclusiones de dos diálogos sobre política exterior celebrados en CIDOB el 21 de septiembre de 2023, en el marco del proyecto «Japan and the EU: Global Partners for a Secure and Open Indo-Pacific». El documento realiza un diagnóstico del contexto internacional cambiante y su impacto en las relaciones entre la Unión Europea y Japón; a continuación, destaca dos nuevas formas de seguridad ‒económica e informativa‒ que preocupan a ambos actores y que abren nuevas posibilidades para una acción conjunta. Finalmente, concluye señalando las nuevas dinámicas de cooperación entre Tokio y Bruselas y su futuro. I. IntroducciónEl orden internacional vigente se está viendo cuestionado por la confluencia de diversas tendencias de largo recorrido que, de manera más reciente, se han acelerado por diversos sucesos coyunturales que han subrayado las carencias y las incoherencias del sistema internacional.El primero de estos acontecimientos fue la pandemia global de la COVID-19, que dio múltiples ejemplos de la fragilidad de las cadenas de distribución globales y de la enorme dependencia de las importaciones de bienes manufacturados en China, en muchos casos, bienes esenciales. La pandemia fue un factor acelerador de, por lo menos, tres grandes tendencias de largo recorrido que estaban ya desplegándose: la primera, la confrontación entre las grandes potencias internacionales ‒Estados Unidos y China‒ que, de socios para el desarrollo, pasaron a considerarse competidores y en algunas cuestiones, rivales sistémicos. Algunos autores afirman que la tendencia de fondo era ya hacia el desacople con anterioridad a la pandemia debido a que el mercado chino aspiraba a sustituir importaciones por producción local (agrandando el déficit comercial de EEUU o de Alemania) y también, a la configuración de dos esferas digitales independientes, ligadas también a dos modelos sociopolíticos divergentes (García-Herrero, 2023). No obstante, la pandemia ha adelantado varias casillas la partida estratégica por la influencia internacional y la conformación de normas y alianzas.También a raíz de la pandemia, ha tomado velocidad la tendencia hacia la securitización de la tecnología y la innovación, algo que fue evidente durante la carrera para el diseño y la producción de las vacunas frente al coronavirus. No obstante, tanto antes ‒con las disputas por las redes 5G o el espionaje industrial‒ como después ‒en el marco de la denominada «guerra de los chips»‒ hemos visto emerger una asociación cada vez más estratégica entre las grandes corporaciones tecnológicas y la seguridad de los estados. Taiwán es uno de los casos paradigmáticos, donde una sola empresa, la Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) actúa como elemento disuasorio de cualquier potencial invasión de la isla debido a que domina en solitario el mercado global de los semiconductores más avanzados. Esta tendencia a la tecnologización de las relaciones económicas, políticas y sociales se ha visto acelerada por los recientes conflictos internacionales, primero en Ucrania y más recientemente en Gaza, donde la importancia de la ciberguerra, los drones, los satélites y la innovación autóctona (o la ausencia de estas capacidades) son elementos que dirimen la victoria, de la derrota. Estamos siendo testigos de la nueva naturaleza de las denominadas «guerras híbridas», que combinan operaciones militares cinéticas con cibernéticas y que no solo se luchan en el campo de batalla, sino que emplean masivamente elementos de desinformación o los ciberataques y que persiguen dañar los valores cohesionantes del adversario y la legitimidad de su sistema político, o en el caso de una guerra, minar su confianza y su operatividad. En este tipo de conflictos, el objetivo no es tanto la victoria como la desestabilización (Bargués y Bourekba, 2022).Además de la derivada tecnológica, ambos conflictos están reforzando la autoconsciencia de los denominados Norte y Sur global, que ha impregnado muchos debates de las últimas décadas ‒respecto al desarrollo económico, la justicia internacional o la lucha contra el cambio climático‒ pero que a través de las diversas votaciones en el seno de las Naciones Unidas y de la imposición de sanciones a Rusia, ha generado incentivos mucho más potentes para la coordinación de agendas, en aras a la narrativa del «declive de occidente» y a la constatación de que aumenta el margen de ganancia de las potencias medias y las corporaciones transnacionales.Si bien Japón y la Unión Europea (UE) son actores de naturaleza distinta ‒uno regional y el otro nacional‒, comparten atributos como la democracia, el respeto de un orden internacional basado en reglas, multipolar, próspero y pacífico y también, muchos de los retos hemos citado al principio.II. Nuevas dinámicas de seguridad: desinformación y seguridad económica En este contexto de transformación del sistema internacional y de aceleración de la competición geopolítica, nuevas formas de (in)seguridad han aparecido en las agendas políticas de Japón y la Unión Europea, pero también de otras potencias internacionales como China, Estados Unidos o la India. Hablamos de la desinformación y la seguridad económica, dos elementos cada vez más centrales en la concepción de seguridad de Japón y de la UE.DesinformaciónLos rápidos avances tecnológicos de los últimos años, con el creciente desarrollo de la inteligencia artificial (IA), la transición digital y el auge de la desinformación han evidenciado la instrumentalización de las nuevas tecnologías y los retos que suponen para la seguridad y el futuro de los estados. En momentos de crisis, hemos visto como la desinformación se convierte en un «arma de infoxicación masiva» en los márgenes del derecho internacional, con un coste relativamente bajo que impide una gobernanza efectiva. Aunque no se trata de un fenómeno nuevo ‒sin ir más lejos, la propaganda fue clave durante la Guerra Fría‒ la viralización y la porosidad actual de las redes sociales han amplificado su potencial como arma de guerra narrativa en manos de actores ajenos. Además, el surgimiento de la IA generativa no solo plantea un relato alternativo de los hechos, sino que permite recrearlos de manera creíble e incluso reemplazarlos en la percepción de realidad de los individuos (a través de las Deep Fake), poniendo con ello en peligro las nociones de verdad y de confianza, que son esenciales para la gobernanza democrática y los procesos electorales.A diferencia de la UE o de EEUU, Japón no se ha visto expuesto significativamente a interferencias externas de desinformación. No obstante, Tokio considera este fenómeno como un peligro potencial para la seguridad nacional y para la salud democrática. En concreto, el auge de la IA generativa puede erosionar rápidamente algunas de las barreras ‒como el elemento lingüístico‒, que algunos análisis habían identificado como un freno a la proliferación de este fenómeno en el archipiélago (Kuwahara, 2022). Así, en el marco de la Estrategia de Seguridad Nacional lanzada a finales de 2022 por la administración Kishida, Japón identificó el reto de la instrumentalización de la información en contextos de conflicto y anunció la adopción de contramedidas en las que el gobierno es el principal impulsor (top-down) a través de la coordinación con sus homólogos en otros países (government-to-government) y con actores no gubernamentales.Para la UE, el efecto desestabilizador de la desinformación alcanzó cotas inéditas durante la anexión rusa de Crimea en 2014. Es por ello que hace ya casi una década, su mayor exposición a este tipo de campañas provocó que Bruselas empezara a buscar estrategias para responder a esta amenaza híbrida. Desde entonces, Bruselas ha tratado de hacer frente a la desinformación a través de un enfoque basado en el consumidor ‒y no securitario‒. Inicialmente, la Comisión Europea dedicó sus esfuerzos al control de contenidos en lugar de intentar regular las compañías tecnológicas y las grandes plataformas. No obstante, dicho enfoque ha variado debido a la constatación de que el problema de la desinformación no es tanto el mensaje, como su réplica y la amplificación. Este cambio de foco solventa, además, uno de los principales riesgos de centrarse en el mensaje, como es el de comprometer el derecho a la libertad de expresión. Es con esta lógica que la Digital Service Act (DSA) entró en vigor en enero de 2024, ya que contiene disposiciones específicas para controlar los algoritmos, que son responsables de la clusterización de usuarios potencialmente afines de redes sociales y que es clave para la propagación del mensaje dentro de burbujas informativas y cámaras de resonancia.No obstante, una actuación que se ciña exclusivamente a la gobernanza algorítmica es insuficiente ante la complejidad de procesos sociopsicológicos vinculados a la desinformación (Colomina, 2022). Consciente de ello, la UE ha adoptado un enfoque que abarca a toda la sociedad (whole-of-society approach) y que comprende que es imprescindible acompañar las acciones online de intervenciones offline ‒en el mundo real‒,que palien las desigualdades, divisiones y fracturas sociales en las que medra la desinformación. Así, mientras el enfoque japonés ha priorizado los intercambios de gobierno a gobierno, en Bruselas prevalece una estrategia más descentralizada, donde otros sectores sociales –como los periodistas, los verificadores, los investigadores y la sociedad civil– comparten un papel extremadamente relevante en paralelo a los esfuerzos al más alto nivel. Esta estrategia también se adecua a la fragmentación del ecosistema mediático de los 27 países miembros y que difiere de la alta concentración en el caso de Japón, donde los grandes medios de prensa y televisión son los principales canales de información.Seguridad económica Las nuevas dinámicas de reglobalización, sumadas a un retorno de medidas proteccionistas, la instrumentalización de las interdependencias y la coerción económica, están dibujando un nuevo panorama económico global, en el que la apertura económica y la interdependencia han pasado de a ser vistas como riesgos en lugar de ser factores de seguridad mutua. Como consecuencia, la seguridad económica está ganando relevancia dentro de las estrategias nacionales de países como Japón, que ha sido uno de sus principales impulsores. Aunque no existe una definición única sobre la seguridad económica, ni de los ámbitos que esta engloba, de manera general busca proteger de injerencias externas la economía nacional, minimizando el impacto de las disrupciones en las cadenas de suministros, la dependencia en ciertos productos o la capacidad de coerción económica en manos de otros para presionar o influenciar las decisiones políticas domésticas.Japón ha sido uno de los promotores iniciales de este concepto, algo que, además de por su tendencia a sugerir términos que luego harán fortuna en el pensamiento estratégico, se explica por su carácter insular y por su profunda dependencia de las importaciones de materias primas y recursos naturales. Desde 2020, Tokio ha iniciado un proceso de institucionalización de la seguridad económica mediante la creación de posiciones gubernamentales dedicadas a esta cuestión, así como la adopción de diferentes paquetes legislativos para su defensa. Uno de los principales es la Ley de Promoción de la Seguridad Económica de 2022, que identifica cuatro pilares clave: 1) el fortalecimiento de las cadenas de suministros, especialmente de materias primas críticas, 2) la protección de infraestructuras críticas y esenciales, 3) el desarrollo de tecnología puntera y 4) un sistema de confidencialidad de las patentes. En paralelo, Japón también ha trasladado este concepto a sus relaciones bilaterales –en concreto, con Estados Unidos, Corea del Sur o Reino Unido– y los foros en los que participa, como el G7 y el Diálogo Cuadrilateral de Seguridad (QUAD por sus siglas en inglés), siendo especialmente relevante la declaración del G7 durante la cumbre de Hiroshima para la resiliencia económica y seguridad económica en mayo de 2023. Se trata de la primera referencia en el ámbito multilateral en este concepto, lo que es indicativo de su consolidación en la agenda y la cooperación internacional.En paralelo, estas iniciativas para la seguridad económica se encuentran vinculadas de forma indirecta a la propuesta de Tokio de un «Indopacífico Libre y Abierto» (FOIP por sus siglas en inglés), una estrategia presentada en 2016 que busca defender el orden internacional basado en normas, la promoción de la paz y la prosperidad conjunta, la seguridad marítima y aérea y el desarrollo de la conectividad en la región. Resulta difícil desvincular este enfoque de la creciente asertividad de Beijing en el mar de China Meridional y del imperativo de preservar la libertad de navegación por esta artería de comunicación que es vital para Japón, pero también para el resto de mundo, ya que por ella discurre aproximadamente un tercio del comercio mundial. Si bien los principios de apertura e inclusividad de la FOIP podrían ser vistos como contrapuestos a la seguridad económica ‒especialmente debido a la competición económica entre Beijing y Tokio en la región‒, la cooperación en este ámbito depende de una región abierta y libre, y viceversa. Es más, es mediante un mayor desarrollo de la conectividad y los intercambios con los países de la región (incluyendo a los miembros de ASEAN y la India) que Tokio puede diversificar su cartera comercial y potenciar su resiliencia económica.También la Unión Europea ha adoptado el principio de seguridad económica en el último año. Las disrupciones en la cadena de suministros durante la pandemia, el cierre del grifo del gas ruso tras la invasión rusa de Ucrania y la restricción de importaciones que China aplicó a Lituania tras la apertura de una oficina de representación de Taiwán en 2021, han sido poderosos incentivos para la adopción de instrumentos que garanticen la seguridad económica de la Unión. Entre las diferentes medidas adoptadas, destacan cuatro tipos de mecanismos: 1) la revitalización de la política industrial y la adopción de iniciativas políticas para mejorar la capacidad de producción y la productividad en la UE; 2) los esfuerzos de diversificación y almacenamiento para reducir las dependencias en productos y recursos naturales; 3) la adopción de medidas para contrarrestar mecanismos externos que dotan a los competidores de mayor competitividad – como los mecanismos antisubvención– y, 4) herramientas dedicadas a la competición estratégica, como el instrumento de anticoerción o el control de exportación de ciertos productos (Burguete, 2023). Más recientemente, en enero de 2024, Bruselas ha presentado nuevas iniciativas dirigidas a fortalecer su Estrategia de Seguridad Económica, propuesta por primera vez en junio de 2023. Con un enfoque más geopolítico y similar al de Washington, Bruselas busca un control más estricto de las inversiones, mayor coordinación en el control de exportaciones, inversiones para la investigación en tecnologías avanzadas y la protección de la innovación, si bien está aún por ver hasta qué punto los diferentes estados miembros aceptarán este nuevo paquete legislativo (Benson, Steinberg and Alvarez-Aragones, 2024)‒.Es posible afirmar que tanto Japón como la UE están adoptando mecanismos diferentes, aunque con perspectivas complementarias que pueden fortalecer las capacidades domesticas para enfrentar los retos que les aguardan. Sin embargo, si bien podemos registrar avances en el ámbito de la seguridad económica ‒como veremos a continuación‒, la cooperación en el ámbito de la desinformación está aún en una fase más temprana. Existe, no obstante, un gran potencial para la cooperación bilateral, al que se suman cada vez más, incentivos inexcusables.III. ¿Una nueva era de cooperación entre Japón y la Unión Europea? En las últimas dos décadas, la relación entre la Unión Europea y Japón ha estado marcada por una gran sintonía entre ambos, con una predominancia de las cuestiones económicas ‒pese a las tensiones y conflictos comerciales de finales del siglo XX‒ que, no obstante, ha tenido una materialización reducida en términos de iniciativas y planes conjuntos (Tanaka, 2013). En 2022, Japón era el segundo socio comercial asiático de la Unión Europea ‒por detrás de China‒ y el séptimo en el mundo. Ese mismo año, las importaciones japonesas por parte de la Unión alcanzaron casi 70.000 millones de euros y, a su vez, la UE exportó más de 71.600 millones de euros (Comisión Europea, 2023).En cuanto al ámbito de seguridad, los avances han sido limitados, coartados por los límites constitucionales de Japón ‒que le imponen restricciones a sus capacidades militares‒ y por la parte europea, debido al complejo entramado securitario y a su parcial superposición con el de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). La cooperación en este ámbito había estado, hasta hace unos años, circunscrita a formas de seguridad más «blandas», como operaciones antipiratería en Somalia. Cabe recordar que la seguridad tradicional (en su vertiente militar) recae tanto en el caso de la UE como de Japón, en los Estados Unidos, ya que ambos actores son potencias eminentemente económicas, pero que carecen de unas fuerzas militares equiparables. Es, por tanto, una relación que, en materia de seguridad, es más triangular que bilateral, y que no se explica sin la concurrencia de Washington.Esto no ha sido impedimento para que en los últimos años, Bruselas y Tokio hayan estrechado sus lazos, principalmente en asuntos políticos y comerciales. En 2019, ambas partes adoptaron el Acuerdo de Asociación Económica Japón-UE –que ponía fin a la existencia de la mayoría de los aranceles entre ambas economías– y el Acuerdo de Asociación Estratégica –basado en la cooperación y la defensa de valores comunes como la democracia, el estado de derecho, los derechos humanos o el libre comercio–. En este último, Japón y la Unión Europea identificaron como amenazas comunes la ciberseguridad, las catástrofes naturales, el terrorismo, la proliferación de armas de destrucción marina y la (in)seguridad marítima. Ambos acuerdos establecieron un marco vinculante que cementaría una cooperación política, de seguridad y desarrollo enmarcada en valores liberales para sostener conjuntamente el orden internacional basado en reglas.En este nuevo estadio de cooperación, las cuestiones securitarias han ganado importancia debido a que ambos actores perciben una mayor interdependencia e interconexión de su seguridad. Según la Declaración Conjunta de la Cumbre Japón-Unión Europea de julio de 2023, «la seguridad de Europa y la del Indopacífico se encuentran estrechamente interrelacionadas». Y los hechos parecen reafirmarlo; Japón ha sido uno de los países que no ha dudado en mostrar su apoyo a Ucrania tras la invasión rusa de 2022, participando en el régimen internacional de sanciones, así como el envío de armamento a Kiev. La coordinación con la Unión Europea en este ámbito ha sido remarcable.Si atendemos a la Estrategia de la UE para la Cooperación en el Indopacífico publicada en 2021, también Bruselas aspira a una mayor implicación en la seguridad de la región en cuatro dominios principales: la seguridad marítima, el contraterrorismo, la ciberseguridad y la gestión de crisis. No obstante, pese a las ambiciones europeas, existen divergencias en cuanto a la implicación –económica y/o militar– que los distintos estados miembros estarían dispuestos a destinar al Indopacífico. Como sucede a menudo, la política europea hacia la región es la suma resultante de las convergencias y divergencias de los estados miembros. Según una encuesta del European Council for Foreign Relations, 23 estados miembros de los 27 identifican la seguridad como un elemento importante de la estrategia europea para el Indopacífico; no obstante, solo 12 de ellos estarían interesados en contribuir a las operaciones de libertad de navegación y tan solo 4 destinarían buques de guerra a la región (Bélgica, Alemania, Holanda y España). En este ámbito también será importante considerar el papel de la OTAN, que en 2023 elevó la propuesta de abrir una oficina civil de enlace de la Alianza en Tokio, una idea que quedó abandonada principalmente debido a la reticencia francesa ante la posible respuesta de China.Para Japón, aunque sea limitada, la implicación europea en la región es bienvenida y está en consonancia con la creciente interrelación entre la seguridad de Europa y la del Indopacífico. No obstante, más coordinación y comunicación entre los diferentes actores europeos e internacionales presentes en la región, especialmente en el ámbito militar, será esencial para evitar tensiones indeseadas.Finalmente, la cooperación en el ámbito de la seguridad económica ha ganado centralidad en los últimos meses. En junio de 2023, esta cuestión fue de especial relevancia durante el Diálogo Económico de Alto Nivel entre Japón y la Unión Europea, especialmente en lo referente a casos de coerción económica, políticas de no-acceso a mercados, el control de inversiones y de exportaciones, así como acciones destinadas a hacer las cadenas de suministros más resilientes. En la posterior declaración conjunta, ambos actores identificaron múltiples áreas de cooperación en este ámbito, con una referencia clara a minimizar riesgos (de-risking) así como en la cooperación en semiconductores y la protección de infraestructuras críticas, como los cables submarinos. Esta primera referencia hace evidente un enfoque complementario de las estrategias y concepciones de la seguridad económica para ambos actores, ofreciendo un enfoque más holístico.Sin embargo, uno de los retos futuros para garantizar esta cooperación tiene que ver con dos contradicciones fundamentales de la seguridad económica. Por una parte, se trata de un área en la que los intereses económicos y de seguridad nacional pueden entrar en contradicción. Por otra, y debido a la larga lista de cuestiones que contempla ‒desde políticas de seguridad, comerciales, tecnológicas o industriales‒, la seguridad económica tiene una vertiente cooperativa, aunque también competitiva. El predominio de cuestiones de seguridad puede ser a expensas de intereses económicos para ambos actores, tanto en su relación como en sus propias dinámicas domésticas‒ y viceversa. Por lo tanto, una comunicación y coordinación cuidadosa y respetuosa entre ambos acores, así como dentro de ellos, será clave para garantizar una cooperación efectiva entre Japón y la Unión Europea. IV. ConclusionesA lo largo de las dos últimas dos décadas, la relación bilateral UE-Japón ‒que en temas de seguridad deviene triangular por la concurrencia de EEUU‒ ha estado marcada por la estabilidad y el acercamiento. Hay incluso quién afirma que ése es su principal problema: la ausencia de problemas. No obstante, tres factores han propiciado más recientemente una revitalización y el fortalecimiento de la relación:(1) La situación de permacrisis y la aceleración de dinámicas de competición geopolítica y de fractura;(2) Los nuevos equilibrios de poder en el sistema internacional, debido a la consolidación de China como un actor global con capacidad de influencia en cualquier parte del planeta; pero también el auge del Sur Global como nueva «comunidad imaginada» geopolítica que, pese a su diversidad, comparten un creciente interés en explorar alternativas a un orden internacional liderado por Occidente.(3) La aceleración de nuevas dinámicas internacionales, como la digitalización, la emergencia de amenazas híbridas o la reglobalización, que sumadas a la pandemia de la COVID y al inicio de la guerra de Ucrania, que han subrayado nuevas dimensiones de seguridad nacional a los estados.Como resultado, frente a las incertidumbres del futuro y la mayor complicidad entre Tokio y Bruselas, cabe destacar tres cuestiones principales. Primero, en tanto que democracias comprometidas con el sistema multilateral liberal y basado en reglas, Japón y la UE son dos socios naturales‒de «mentalidad afín»‒, que comparten valores y principios, además de un interés vital por mantener la paz y la prosperidad en sus entornos regionales.Segundo, si bien en su conjunto, representan la primera y la cuarta economía del mundo, no disponen de un poder político y militar acorde a su poder económico. No obstante, tras décadas de priorizar la economía y el comercio, ven ahora la necesidad de invertir en su defensa, con vistas a preservar su «autonomía estratégica» y no verse arrastrados a un conflicto contra su voluntad o sus intereses. Además, pese a esta relación triangular en el ámbito militar, ambos actores avanzan en la cooperación de nuevas formas de seguridad, como la seguridad económica. Estas nuevas dinámicas han permitido fortalecer los intercambios y la coordinación entre Tokio y Bruselas, aunque aún existe margen de mejora. En concreto, la cooperación en el ámbito tecnológico, incluyendo la ciberseguridad y la desinformación, ofrece nuevas oportunidades para fortalecer los vínculos y las defensas comunes frente a estos retos.Tercero, aumenta la sensación de que los escenarios de seguridad europeo y asiático están cada vez más conectados, y que la seguridad de Japón, de Corea del Sur o de Taiwán, dependen también y de manera creciente, de lo que suceda en Ucrania. En este escenario, los aliados de EEUU aspiran a ser un jugador activo ‒y no un mero campo de juego‒ de la rivalidad entre Washington y Beijing.Pese a ello, aún existen múltiples áreas para una mayor cooperación entre Tokio y Bruselas y los 27 estados miembros. El reto es acompasar la agenda de los dos actores al tempo de los cambios sistémicos que experimenta el orden internacional, y lograr tener un papel protagonista en ellos, que sea acorde al enorme poder económico, cultural y humano. A meses vista de un posible retorno a la Casa Blanca de Donald Trump, que podría renegar de sus compromisos internacionales y amenazar las alianzas de seguridad, el vínculo entre la UE y Japón puede ser un asidero necesario para enfrentar las turbulencias que nos aguardan. ReferenciasBargués, Pol y Bourekba, Moussa. «La guerra por todos los medios: la intensificación de los conflictos híbridos», en Bargués, Pol, Bourekba, Moussa, y Colomina, Carme. (eds.), Amenazas Híbridas, Orden Vulnerable. Barcelona: CIDOB Report nº 8, 2022, pp. 11-16. Accesible en línea.Benson, Emily; Steinberg, Federico y Álvarez-Aragonés, Pau. «The European Union's Economic Security Strategy Update». CSIS Commentary, 2024. (en línea) [Fecha de consulta: 23.02.2024]. Accesible en línea.Burguete, Víctor. «Contribución de la UE a la reglobalización: de la búsqueda de la autonomía a la estrategia de seguridad económica». 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Propuestas para el PND 2014-2018, presentadas a la Comisión Sexta de La Cámara a nombre de la U.N. - SMP Manizales, bajo la tesis de que "sin el concurso del sistema férreo, el beneficio de recuperar la navegación en el Magdalena resultaría inocuo", en las que se contempla la articulación del Corredor Férreo del Cauca -extendido a Urabá-, con la Hidrovía del Magdalena, y la extensión del Tren Andino mediante la recuperación del tren Facatativá - Salgar y la construcción del Ferrocarril Cafetero