[spa] El inicio de la escritura de la presente tesis doctoral en 2008, titulada Arte, Política y Resistencia en la Era Postmedia, que se inscribe en la línea de investigación en Imagen y Diseño del programa de doctorado Estudios Avanzados en Producciones Artísticas, en la Facultad de Bellas Artes (UB), coincide con el momento del comienzo de la "crisis económica", en el que surgen una serie de cuestiones en torno a las relaciones que se podrían establecer entre el arte, la política y la resistencia en esta última fase del capitalismo, capitalismo global: desde qué perspectivas abordarlas, cómo posicionarse y cuáles podrían ser sus potencialidades políticas a través de tal articulación. Para desarrollar este trabajo de investigación he partido de la idea de que no se trata de analizar una sola lógica, sino procesos múltiples, heterogéneos, entrelazados y complejos dentro de una sola realidad histórica. En este sentido, he buscado las líneas de fuga, las rupturas, que continuamente eluden el sistema de puntos y sus coordenadas, para tratar de desarrollar constelaciones a-céntricas, que no se mueven en base a los canales e hilos predeterminados de un punto al otro, sino precisamente a través de los puntos en nuevas direcciones. En la primera parte de la tesis me centro en el análisis contextual de una serie de acontecimientos que han condicionado la reciente transformación económica, política, social y cultural de nuestras sociedades: la caída del Muro de Berlín, en 1989, que marca el fin de la Guerra Fría y como apunta Kwame Nimako abre paso a nuevos procesos de colonización1; la conferencia de Bandung de 1955, que supone el punto de origen del concepto "descolonización"; el atentado del 11 de Septiembre de 2001, el acontecimiento que anuncia, según Santiago López Petit, la entrada en la época global, en la que el capitalismo y la realidad coinciden2; y la crisis económica que se inicia simbólicamente en 2008 con la caída de Lehman Brothers en EEUU y hace entrar el propio concepto de crisis en crisis. En estos años la política ha adoptado las formas más extremas de exclusión (muerte social), de dominación de la subjetividad (mediante técnicas biomoleculares y semióticas), de chantaje y el robo (crisis económica y medidas de austeridad ) y de guerra. Este diagrama nos permite entender la lógica del capitalismo en correspondencia con un fenómeno histórico que los teóricos de la opción decolonial (Quijano, Mignolo, Rastrepo y Rojas, Tlostanova, Lugones) denominan la colonialidad. La colonialidad es una matriz de poder que, según Aníbal Quijano, describe cuatro dominios interrelacionados: el control de la economía (apropiación del espacio, explotación del trabajo, control de recursos naturales), control de la autoridad (instituciones y ejército), control de género y sexualidad (familia, educación) y control de subjetividad y conocimiento (epistemología, educación y formación de subjetividad)3. Entonces lo que conocemos como el capitalismo es, según teóricos decoloniales, la colonialidad económica, un nuevo tipo de economía que surgió en el siglo XVI con los circuitos comerciales del Atlántico, y llegó junto con el proceso de construcción de nuevos conocimientos y la formación de nuevos sujetos: los sujetos modernos y moderno/coloniales. Además, el tiempo y el espacio del capital están estructuralmente entretejidos en el proyecto de la modernidad, que según Quijano y Mignolo, consiste en la división entre dos formas distintas: la modernidad imperial y la modernidad colonial vinculadas a un índice común, el valor normativo de Occidente, que articula, tanto en el plano material como en el plano epistémico, la historia del capitalismo como la historia del mundo.4 Esta perspectiva es importante porque revela la globalización como un proceso mucho más antiguo de lo que conocemos como su última versión, la globalización neoliberal, y requiere, en referencia a Mignolo y Grosfoguel, repensar el proyecto de la modernidad para completar, no el proyecto incompleto de la modernidad, sino el proyecto de descolonización inconcluso. Al mismo tiempo, el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación como una parte constitutiva del sistema-mundo moderno/colonial implica poner en énfasis la importancia que éstas han adquirido en los últimos años en la mediación y mediatización de nuestras vidas. En este sentido, la lógica del capitalismo ya no opera solo en términos económicos de la circulación de bienes y la acumulación, sino que atraviesa todos los niveles de producción capitalizando tanto el poder social como el poder maquínico. Además, mediante la tecnología digital la producción deviene elaboración y circulación de signos que, como sostiene Franco Berardi, actúan sobre la mente colectiva, la atención, la imaginación y el psiquismo social.5 En esta relación la definición de la actualidad como era postmedia en nuestra tesis remite al ensayo "Postmodern deadlock and post-media transition"6 de Felix Guattari, publicado en los años 80. Según sus planteamientos, la entrada en la era postmedia tendría que reemplazar el modo capitalista de subjetivación, que opera mediante los procesos de desterritorialización y reterritorialización en la matriz de la subjetividad humana, por las nuevas prácticas sociales emancipatorias. Pero desde la perspectiva actual de la conectividad, multiplicación pluridireccional de las conexiones e intensificación de los flujos de información, entendemos que la economía neoliberal asimismo ha devenido rizomática y postmediática a su manera. En una situación de cada vez mayor control bio/necropolítico de nuestras vidas, puntualizo que dentro del devenir postmediático continúa una guerra interminable entre la inteligencia colectiva difusa, libertaria e igualitaria y los oligopolios de la "nueva economía", entre la libertad y el dominio. En este sentido, la intervención en los procesos de subjetivación/desubjetivación (Agamben) iluminando lo ingobernable, continúa y presenta el principio y punto de fuga de nuestra política (Zapatistas, Indymedia, Primavera Árabe, movimiento 15M, Syntagma, Occupy, Acampada de protesta de refugiados Vienna, Levantamiento esloveno, etc.) Considero que estos planteamientos iniciales han sido fundamentales para entender en el presente contexto la dinámica de despolitización del arte y la cultura, que se produce y reproduce continuamente, no solo económicamente y políticamente, sino también institucionalmente (Gržinić)7, y repensar las potencialidades que presenta la reconexión de creatividad y resistencia (Rolnik)8 para nuestras luchas políticas. Partiendo de la idea de que el arte no está fuera de la política y menos aún hoy en día, así como de la necesidad de descolonizar la estética para liberar la aesthesis9, y repensar lo político también en la producción y construcción de la propia imagen y su configuración material, el objetivo principal de mi trabajo de investigación ha sido exponer el potencial crítico de las prácticas artísticas politizadas, que se construyen en la intersección del análisis teórico, políticas estéticas y prácticas sociales de resistencia. He tratado de hablar de posibilidades de intervención en los procesos reales e imaginarios para enfrentarse a la "imposibilidad" que presenta la actualidad capitalista, -en tanto que permeación completa de lo social y cotidiano por la imagen y control de imagosfera10, así como de absorción y neutralización de cualquier acción política transformadora. En este lugar he situado la segunda parte de la investigación, que se basa en el análisis conceptual de relaciones y puntos de tensión que hacen irrumpir el poder de articulación de prácticas micropolíticas y políticas con la capacidad de multiplicarse, proliferar, recombinarse y construir otros mundos. Me refiero al potencial de un arte politizado, transgresor y de resistencia, que critica las propias armas y pretende transformar y contestar los sistemas de producción y de circulación dados. Asimismo he tratado de subrayar la necesidad de partir del análisis del sistema del capitalismo global, de la influencia de la colonialidad y de los conocimientos eurocéntricos (que también se reflejan en los proyectos de izquierda), para problematizar de forma radical las nuevas condiciones de producción, las cuestiones de género y sexualidad, y las jerarquías raciales/étnicas creadas durante la expansión colonial europea, que siguen presentes actualmente. La repolitización del arte y de la vida pasa necesariamente por la relación que establecemos entre la teoría y la práctica, y por las conceptualizaciones de la política del posicionamiento. El proceso de alfabetización y desalfabetización simultáneo implica abrir espacios de pensamiento más allá de convenciones académicas, rearticulando la teoría y la práctica como puntos de lucha para una emancipación imposible-posible. Después de un largo periodo de estudio y visionado de varios trabajos de artistas y/o colectivos que igualmente podrían formar parte de esta tesis, finalmente elegí los tres siguientes: Oliver Ressler, Chto delat? y Marina Gržinić/Aina Šmid, por el interés en los puntos convergentes y divergentes, así como por las influencias y relaciones históricas que atraviesan sus prácticas artísticas. Las tres posiciones, que se basan en diferentes planos de experiencia, exponen varias maneras de articular la política del posicionamiento, la potencialidad crítica y las diferentes tácticas de resistencia -también epistémicas y visuales-, que desarrollan para intervenir en el contexto actual y/o enfrentarse a la contínua cooptación e instrumentalización por parte de la institución del arte y de las industrias creativas. La práctica artística de estos artistas/colectivos se formaliza principalmente en vídeo, al que he prestado una atención especial, analizando "This is What Democracy Looks Like!" (Esto es lo que parece democracia!) (2002), "Disobbedienti" (con Dario Azzelini) (Desobedientes) (2002), "What Would It Mean to Win?" (con Zanny Begg)(Qué significaría ganar?) (2008) de Oliver Ressler, "Perestroika Songspiel: Victory over the Coup" (Songspiel Perestroika: Victoria sobre el Golpe de Estado) (2008), "Partisan Songspiel: A Belgrade Story" (Songspiel Partisano: Una historia de Belgrado) (2009), "Museum songspiel: The Netherlands 20XX" (Songspiel Museo: Países Bajos 20XX) (2010), de Chto delat? y "Obsession" (Obsesión) (2008), "Naked Freedom"(Libertad desnuda) (2010), "Images of Struggle/Decoloniality" (Imágenes de lucha/Declonialidad) (2011) de Gržinić/Šmid, para repensar sus complejos procesos de investigación y construcción de representaciones estrechamente ligados a los movimientos sociales o revolucionarios, a los momentos de crisis y cambios. Podemos decir que la concatenación de diferentes elementos se produce en su trabajo tanto a nivel de símbolos, de visualización de la resistencia, como en relación con varias maneras de organización de movimientos sociales y acción directa. Desde una interpretación alternativa de la historia del arte y desde la historia de la resistencia construyen nuevas genealogías, operan dentro y fuera del marco de las instituciones culturales, en interacción con grupos activistas y redes de colectivos autoorganizados, publicaciones críticas, Internet y herramientas online, y articulan prácticas de semiotización que hacen posible ver y diferenciar, entender e intervenir en la lógica de la evacuación de lo político. En conclusión, en un momento en el que la tendencia dominante es la amnesia, la evacuación de las historias, de la historia de nuestras luchas políticas, la despolitización, la precarización de nuestras vidas, la crisis permanente, la imposición de nuevas fronteras, la racialización como lógica central del sistema del capitalismo global, la fragmentación, atomización y abstracción, que operan también mediante las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, es necesario oponer al "imposible" las potencialidades, para seguir pensando juntxs, imaginar y construir un futuro diferente, compartido, común e igualitario. Esto implica difuminar las fronteras entre la creatividad y la resistencia e impulsar la descolonización de los discursos, las instituciones, las prácticas, los agentes y agenciamientos.
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La desinformación, independientemente de su origen, ha sido considerada por las fuerzas políticas tradicionales de la Unión Europea como un problema para la democracia. Sin embargo, el auge de la extrema derecha puede influir en cómo se enmarca el debate de las noticias falsas a nivel europeo. Podemos pasar a un modelo dicotómico más cercano al estadounidense, donde se continuaría luchando contra las noticias falsas que tienen su origen fuera de la UE, pero habría una tendencia a normalizar la desinformación política interna. El auge de los partidos de extrema derecha en Europa ha tenido un fuerte impacto en las políticas y en el discurso público en áreas como la migración o la lucha contra el cambio climático. La estrategia de estos partidos radicales ha sido politizar fuertemente debates públicos donde antes existía un consenso entre las grandes familias de centroizquierda y centroderecha. Otro campo en el que esta politización también podría aumentar es en el de la lucha contra la desinformación. El discurso de las fuerzas políticas tradicionales considera que la proliferación de noticias falsas es, en sí mismo, un peligro para la democracia, independientemente de su origen y motivación. En cambio, las fuerzas de extrema derecha -que en múltiples casos han hecho de las noticias falsas una de sus estrategias comunicativas centrales- se han mostrado críticas con el hecho de que se señale o limite la desinformación generada por actores locales con los que comparten posiciones políticas. A su vez, el segmento más proatlantista de la extrema derecha ha apoyado la lucha contra la desinformación en caso de que esta venga de actores externos como Rusia o China. Esta dicotomía entre ser permisivo con parte de la desinformación interna y poner el foco mayoritariamente en la externa encaja con una tendencia en auge en la Unión Europea, donde el discurso oficial incide mayoritariamente en las noticias falsas generadas por actores extranjeros -y en el que institucionalmente es más fácil luchar contra la desinformación «externa» que admitir vulnerabilidades democráticas internas-. El auge de la extrema derecha y su politización del debate podría reforzar esta política dicotómica que identifica la desinformación como un peligro fundamentalmente externo, a pesar de que la mayoría de noticias falsas se generan a nivel local, como por ejemplo las campañas de desinformación de Viktor Orbán contra la UE, la difusión de audios falsos en las últimas elecciones en Eslovaquia, o la coordinación de mensajes de grupos de extrema derecha contra refugiados y minorías en Europa.Las diferentes familias de la extrema derecha han mostrado en varias ocasiones su escepticismo con la lucha contra la desinformación. Identidad y Democracia (ID), el grupo que en la anterior legislatura del Parlamento Europeo acogía tanto a Alternativa por Alemania como a Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen, criticó la idea misma de la batalla contra las noticias falsas. ID tildó la Ley de Servicios Digitales (DSA, en inglés) -la principal legislación comunitaria en materia de desinformación- como un mecanismo para imponer la «censura online» y votó en contra de resoluciones contra la injerencia extranjera y la desinformación.En cambio, el grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (CRE) ha adoptado la postura dicotómica entre desinformación interna y externa mencionada anteriormente. A pesar de dar apoyo a la lucha contra la desinformación de actores externos y haber votado a favor de la DSA, al inicio de la pandemia, el grupo alertó de la posibilidad de «censura» y criticó dar dinero público a organizaciones de fact-checking. Europarlamentarios del grupo han señalado no sólo a actores externos, sino también a «organizaciones no gubernamentales» de fuerzas izquierdistas o verdes -es decir, las opuestas a la extrema derecha- como origen de la desinformación. La principal fuerza del CRE, los Hermanos de Italia de Giorgia Meloni, han catalogado la lucha contra la desinformación como parte de una «nueva Guerra Fría» y se han posicionado en contra de la «censura arbitraria» en redes sociales. La segunda fuerza en número de escaños de este grupo, el partido polaco Ley y Justicia, ha sido acusado de promover desinformación y, durante su gobierno, Polonia cayó del puesto 18 al 57 en libertad de expresión, según Reporteros Sin Fronteras.Una «americanización» del debatePara entender hacia qué dirección podría virar la Unión Europea, es ilustrativo analizar el caso de Estados Unidos, donde -al contrario que en la UE- el debate sobre la desinformación ya está absolutamente polarizado y se ha convertido en un arma de batalla partidista. A grandes rasgos, para el Partido Demócrata, la lucha contra la desinformación es una manera de defender la buena salud de la democracia. El Partido Republicano, en cambio, la considera una excusa para la censura y la supresión de la libertad de expresión. La mayoría del electorado republicano cree que retirar una noticia, aunque sea falsa, constituye censura. Como ha explicado el periodista Mark Scott, entre las élites republicanas se ha extendido la teoría de que existe una alianza entre los demócratas, Silicon Valley, el llamado movimiento woke, y los académicos expertos en desinformación, que tiene como objetivo censurar los mensajes de derechas e imponer un pensamiento único liberal. Esta visión ha tenido eco en distintos grupos políticos europeos de extrema derecha.La politización extrema de este debate en Estados Unidos ha hecho que las plataformas digitales, ante la proliferación de la desinformación, miren hacia otro lado, para evitar ser acusadas de partidistas y pro-Partido Demócrata. La «neutralidad», en el caso estadounidense, se equipara con permitir la desinformación. En el contexto legal de Estados Unidos, además, son las plataformas las que deciden qué contenido se queda o se elimina de la red social, dándoles una autonomía total en la moderación de contenidos -al contrario que en el caso europeo, donde la DSA obliga a estas empresas a combatir activamente la desinformación-. Aunque diversas plataformas han decidido simplemente retirarse de la batalla contra la desinformación, otras como X (antiguo Twitter) de Elon Musk han integrado esta proliferación de contenidos falsos en su modelo de negocio. El resultado es la generación a gran escala de desinformación local que no está regulada ni por la administración ni por las propias redes sociales.Una securitización de la lucha contra las noticias falsas¿Podría, entonces, el auge de la extrema derecha europea provocar un viraje hacia la politizada -y a la vez permisiva- dirección estadounidense? En el campo regulatorio, eso parece poco probable. La extrema derecha no tiene mayoría en el Parlamento Europeo y parte de ella -el grupo CRE- ha votado a favor de la DSA. Sin embargo, lo que sí puede cambiar es el discurso hegemónico sobre la desinformación en Europa.De una visión negativa en su totalidad de la desinformación y las noticias falsas, se puede pasar a una dicotómica que considera la interna como discurso amparado en la libertad de expresión y la externa como una amenaza contra la que se debe luchar -a pesar de que la frontera entre actores internos y externos es difusa, y la línea divisoria entre temas locales e internacionales no está clara-. Una deriva en este sentido replicaría la permisividad -especialmente de la derecha tradicional europea- ante ciertas prácticas autoritarias internas de la nueva derecha radical, siempre y cuando mantengan una postura geopolítica proatlantista y antirrusa. Más que generar un sano debate sobre la necesidad y el grado de poder regulador de las autoridades públicas -en un ámbito donde existen preocupaciones legítimas y visiones distintas sobre cómo proteger la libertad de expresión-, la tolerancia hacia cierta desinformación local abriría la puerta a una aplicación partidista sin apenas atisbos de neutralidad. La lucha contra la desinformación ya no sería un mecanismo de protección del derecho de los ciudadanos a una información veraz, sino un arma de defensa selectiva frente a ciertos actores externos. Un viraje así no sería impensable en una Europa con un discurso cada vez más securitizado.Palabras clave: desinformación, extrema derecha, democracia, noticias falsas, UE, Estados Unidos, DSA, regulación, censura, politización, polarizaciónTodas las publicaciones expresan las opiniones de sus autores/as y no reflejan necesariamente los puntos de vista de CIDOB o sus financiadores.
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La desinformación, independientemente de su origen, ha sido considerada por las fuerzas políticas tradicionales de la Unión Europea como un problema para la democracia. Sin embargo, el auge de la extrema derecha puede influir en cómo se enmarca el debate de las noticias falsas a nivel europeo. Podemos pasar a un modelo dicotómico más cercano al estadounidense, donde se continuaría luchando contra las noticias falsas que tienen su origen fuera de la UE, pero habría una tendencia a normalizar la desinformación política interna. El auge de los partidos de extrema derecha en Europa ha tenido un fuerte impacto en las políticas y en el discurso público en áreas como la migración o la lucha contra el cambio climático. La estrategia de estos partidos radicales ha sido politizar fuertemente debates públicos donde antes existía un consenso entre las grandes familias de centroizquierda y centroderecha. Otro campo en el que esta politización también podría aumentar es en el de la lucha contra la desinformación. El discurso de las fuerzas políticas tradicionales considera que la proliferación de noticias falsas es, en sí mismo, un peligro para la democracia, independientemente de su origen y motivación. En cambio, las fuerzas de extrema derecha -que en múltiples casos han hecho de las noticias falsas una de sus estrategias comunicativas centrales- se han mostrado críticas con el hecho de que se señale o limite la desinformación generada por actores locales con los que comparten posiciones políticas. A su vez, el segmento más proatlantista de la extrema derecha ha apoyado la lucha contra la desinformación en caso de que esta venga de actores externos como Rusia o China. Esta dicotomía entre ser permisivo con parte de la desinformación interna y poner el foco mayoritariamente en la externa encaja con una tendencia en auge en la Unión Europea, donde el discurso oficial incide mayoritariamente en las noticias falsas generadas por actores extranjeros -y en el que institucionalmente es más fácil luchar contra la desinformación «externa» que admitir vulnerabilidades democráticas internas-. El auge de la extrema derecha y su politización del debate podría reforzar esta política dicotómica que identifica la desinformación como un peligro fundamentalmente externo, a pesar de que la mayoría de noticias falsas se generan a nivel local, como por ejemplo las campañas de desinformación de Viktor Orbán contra la UE, la difusión de audios falsos en las últimas elecciones en Eslovaquia, o la coordinación de mensajes de grupos de extrema derecha contra refugiados y minorías en Europa.Las diferentes familias de la extrema derecha han mostrado en varias ocasiones su escepticismo con la lucha contra la desinformación. Identidad y Democracia (ID), el grupo que en la anterior legislatura del Parlamento Europeo acogía tanto a Alternativa por Alemania como a Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen, criticó la idea misma de la batalla contra las noticias falsas. ID tildó la Ley de Servicios Digitales (DSA, en inglés) -la principal legislación comunitaria en materia de desinformación- como un mecanismo para imponer la «censura online» y votó en contra de resoluciones contra la injerencia extranjera y la desinformación.En cambio, el grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (CRE) ha adoptado la postura dicotómica entre desinformación interna y externa mencionada anteriormente. A pesar de dar apoyo a la lucha contra la desinformación de actores externos y haber votado a favor de la DSA, al inicio de la pandemia, el grupo alertó de la posibilidad de «censura» y criticó dar dinero público a organizaciones de fact-checking. Europarlamentarios del grupo han señalado no sólo a actores externos, sino también a «organizaciones no gubernamentales» de fuerzas izquierdistas o verdes -es decir, las opuestas a la extrema derecha- como origen de la desinformación. La principal fuerza del CRE, los Hermanos de Italia de Giorgia Meloni, han catalogado la lucha contra la desinformación como parte de una «nueva Guerra Fría» y se han posicionado en contra de la «censura arbitraria» en redes sociales. La segunda fuerza en número de escaños de este grupo, el partido polaco Ley y Justicia, ha sido acusado de promover desinformación y, durante su gobierno, Polonia cayó del puesto 18 al 57 en libertad de expresión, según Reporteros Sin Fronteras.Una «americanización» del debatePara entender hacia qué dirección podría virar la Unión Europea, es ilustrativo analizar el caso de Estados Unidos, donde -al contrario que en la UE- el debate sobre la desinformación ya está absolutamente polarizado y se ha convertido en un arma de batalla partidista. A grandes rasgos, para el Partido Demócrata, la lucha contra la desinformación es una manera de defender la buena salud de la democracia. El Partido Republicano, en cambio, la considera una excusa para la censura y la supresión de la libertad de expresión. La mayoría del electorado republicano cree que retirar una noticia, aunque sea falsa, constituye censura. Como ha explicado el periodista Mark Scott, entre las élites republicanas se ha extendido la teoría de que existe una alianza entre los demócratas, Silicon Valley, el llamado movimiento woke, y los académicos expertos en desinformación, que tiene como objetivo censurar los mensajes de derechas e imponer un pensamiento único liberal. Esta visión ha tenido eco en distintos grupos políticos europeos de extrema derecha.La politización extrema de este debate en Estados Unidos ha hecho que las plataformas digitales, ante la proliferación de la desinformación, miren hacia otro lado, para evitar ser acusadas de partidistas y pro-Partido Demócrata. La «neutralidad», en el caso estadounidense, se equipara con permitir la desinformación. En el contexto legal de Estados Unidos, además, son las plataformas las que deciden qué contenido se queda o se elimina de la red social, dándoles una autonomía total en la moderación de contenidos -al contrario que en el caso europeo, donde la DSA obliga a estas empresas a combatir activamente la desinformación-. Aunque diversas plataformas han decidido simplemente retirarse de la batalla contra la desinformación, otras como X (antiguo Twitter) de Elon Musk han integrado esta proliferación de contenidos falsos en su modelo de negocio. El resultado es la generación a gran escala de desinformación local que no está regulada ni por la administración ni por las propias redes sociales.Una securitización de la lucha contra las noticias falsas¿Podría, entonces, el auge de la extrema derecha europea provocar un viraje hacia la politizada -y a la vez permisiva- dirección estadounidense? En el campo regulatorio, eso parece poco probable. La extrema derecha no tiene mayoría en el Parlamento Europeo y parte de ella -el grupo CRE- ha votado a favor de la DSA. Sin embargo, lo que sí puede cambiar es el discurso hegemónico sobre la desinformación en Europa.De una visión negativa en su totalidad de la desinformación y las noticias falsas, se puede pasar a una dicotómica que considera la interna como discurso amparado en la libertad de expresión y la externa como una amenaza contra la que se debe luchar -a pesar de que la frontera entre actores internos y externos es difusa, y la línea divisoria entre temas locales e internacionales no está clara-. Una deriva en este sentido replicaría la permisividad -especialmente de la derecha tradicional europea- ante ciertas prácticas autoritarias internas de la nueva derecha radical, siempre y cuando mantengan una postura geopolítica proatlantista y antirrusa. Más que generar un sano debate sobre la necesidad y el grado de poder regulador de las autoridades públicas -en un ámbito donde existen preocupaciones legítimas y visiones distintas sobre cómo proteger la libertad de expresión-, la tolerancia hacia cierta desinformación local abriría la puerta a una aplicación partidista sin apenas atisbos de neutralidad. La lucha contra la desinformación ya no sería un mecanismo de protección del derecho de los ciudadanos a una información veraz, sino un arma de defensa selectiva frente a ciertos actores externos. Un viraje así no sería impensable en una Europa con un discurso cada vez más securitizado.Palabras clave: desinformación, extrema derecha, democracia, noticias falsas, UE, Estados Unidos, DSA, regulación, censura, politización, polarizaciónTodas las publicaciones expresan las opiniones de sus autores/as y no reflejan necesariamente los puntos de vista de CIDOB o sus financiadores.
The main aim of the present article is to suggest the usefulness of a modern national security approach to analyze Latin American organized crime. This approach should transcend traditional public security perspectives to also incorporate broad and multi-causal explanations. The internal structure of the article includes an introduction, a main body and brief conclusions. First, from the point of view of citizen security, we will check some topics related to Latin American organized crime, focusing on three factors that increase and expand crime. Then we will analyze the current National Security concept, as a useful tool to be employed in the fight against this transnational threat. Finally, we will make a brief description of three regional cases where a modern national security perspective includes, as a relevant problem, organized crime. The article is particularly relevant since the dimension reached by organized crime in Latin America is a cause for concern, particularly in its most relevant manifestation: drug trafficking. This is a highly complex process that includes the cultivation, manufacture, trafficking, wholesale and retail sales to final customers of illicit substances. Although there is a large bibliography that shows the size and complexity of this threat, its direct impact on the high levels of different types of violence should be highlighted. Governments are making great efforts to neutralize this situation. Five years ago, the InterAmerican Development Bank reported that each year Latin American nations spend more than three percent of their Gross Domestic Product fighting against organized crime. But all those efforts have not yielded the expected results, as the Organization of American States concluded. The regional institution believes that without structural changes in current strategies against illegal drug trafficking, the general situation of the hemisphere will be worse in the medium term. From this point of view, considering not only the complexity of the threat but also the poor results obtained in the fight against it, our proposal is to make a new approach to the issue, from a modern conception of national security. This conception must include the traditional perspectives of public security, and also broader approaches linked to citizen security. Public security is a service provided by the state and basically refers to the prevention and suppression of crime, preserving and ensuring public order. Citizen security, on the other hand, has a direct link with the exercise of duties and rights, and social cohesion. In Latin America, the closest antecedent to current citizen security is the concept of "multidimensional security," which was approved by the Organization of American States in 2003. Another antecedent is the concept of "human security," which was conceived by the United Nations Development Program in 1994. In terms of citizen security, insecurity and crime are not the effect of a single cause. Instead, they are the consequence of a combination of several factors (for example, dysfunctional families, social exclusion, environmental degradation, etc.). Citizen security proposes to combat them by applying public policies that include and articulate measures aimed at improving the social, political and economic situation. A focus on organized crime in Latin America from the perspective of citizen security helps us to obtain a holistic framework on this topic, and to detect "key facilitators". In this sense, there are three main factors that show a direct influence on the spread and worsening of organized crime in Latin America. These factors are not limited to the level of public security, reaching the wide sphere of citizen security, and they are corruption, impunity and state weakness. In a context of state weakness and insufficient "culture of legality", the public sector not only shows high permeability to criminal influence, but also tries to secure contacts and consolidate communication channels with illegal actors, closing covert agreements with them. This is the so-called "gray zone policy". In this kind of model of coexistence and interaction between legal institutions and criminal organizations, the latter helps the former to guarantee political control and stability. At the same time, legitimacy, impunity and even prestige are obtained in the political and social circles. Impunity, which means "crime without punishment", is another important factor in the rise of organized crime in Latin America. It shows a direct link with other facilitators, especially corruption. Impunity has a direct influence on the perception of illegality and erodes citizens' trust in legal institutions and authorities. Finally, the fragility of the state is another key factor strongly related to the increase of organized crime in Latin America, because illegal groups take advantage of every failure linked to governance. Perhaps the most common manifestation of the link between state fragility and organized crime is related to the state's inability to effectively control its territory. The specialist bibliography refers to these places as "stateless" or "black hole" sectors. This failure helps to consolidate the illegal actor, who becomes a "de facto" local political authority, deploying his activities in a highly autonomous way. Some investigations based on cases from Mexico and Brazil show that organized crime acts in this way not because it is concerned about people's well-being, but because it is a tool for social domination and, ultimately, for the accumulation of power. As already mentioned, a modern conception of National Security could be an effective instrument to combat this transnational threat in Latin America. It allows the traditional perspectives of public security to be articulated with broader approaches to citizen security that focus on corruption, impunity and the fragility of the state. Today, national security includes a comprehensive approach to heterogeneous threats and risks and can be applied in the fight against organized crime. The case of Spain confirms this statement. However, the success of this proposal is conditioned by the current perception of national security in the region and its evolution in the last forty years regarding the so-called "Doctrina de la Seguridad Nacional" (Doctrine of National Security). This concept refers to a kind of directive that was adopted by several Latin American governments, most of them authoritarian regimes, during the Cold War. In recent years, there have been serious attempts to consolidate this modern approach in Latin America. In this sense, new laws and doctrines were implemented in Mexico, Guatemala and Argentina, with full respect for individual liberties and human rights. In those three countries, the state ratified its commitment to combat organized crime, and the topic was included in its national security documents. The viability of these attempts in Latin America, and other initiatives that may be implemented in the future, are strongly conditioned by two factors: a real and true commitment by political elites to fight organized crime, and the definitive closure of the anachronistic Doctrina de la Seguridad Nacional, associated with the Cold War era. ; En el actual panorama de seguridad latinoamericano adquiere particular relevancia la criminalidad organizada, con un nítido correlato de violencia. Para enfrentar con eficacia esta situación, las naciones de la región han realizado importantes esfuerzos, que hasta hoy no ha arrojado los resultados esperados, de acuerdo a la propia Organización de Estados Americanos.El objetivo del presente trabajo consiste en plantear la utilidad que puede reportar un moderno enfoque de seguridad nacional, amplio y abarcativo, para realizar un abordaje integral al flagelo de la criminalidad en la región. Ese enfoque debe trascender las perspectivas tradicionales de seguridad pública, que enfatizan en la prevención y represión del delito, para incluir además lecturas multicausales más amplias, propias de la seguridad ciudadana. El punto de vista de la seguridad ciudadana permite detectar tres factores de clara incidencia directa en la difusión y profundización de la criminalidad organizada en América Latina: la corrupción, la impunidad y la fragilidad estatal con insuficiente gobernabilidad.Nuestro análisis sostiene que en América Latina es posible adoptar una concepción de seguridad nacional moderna y dinámica, lejos de la controvertida Doctrina de la Seguridad Nacional de la Guerra Fría. Esa concepción debe reconocer la heterogeneidad de amenazas y riesgos contemporáneos, y que combine seguridad pública y seguridad ciudadana en la lucha contra el crimen organizado. Argentina, Guatemala y México son ejemplos de la adopción de modernos enfoques de este tipo, perfectamente compatibles con la vigencia del sistema democrático y el respeto a los derechos humanos.El artículo se estructura en una introducción, un desarrollo dividido en tres partes, y unas breves conclusiones. En el desarrollo, primero se revisarán algunas cuestiones atinentes a la criminalidad latinoamericana, identificando tres elementos que inciden en su crecimiento y expansión, y que son abordables desde una perspectiva de seguridad ciudadana. Luego se describirán los límites y contenidos del moderno concepto seguridad nacional, señalando que sus alcances pueden incluir el combate al crimen organizado. En tercer lugar, identificaremos y describiremos someramente tres casos de aplicación en América Latina de una concepción moderna de seguridad nacional que incluyen, dentro de sus áreas de incumbencia, a la criminalidad organizada.
Após 13 anos da Revista Textos & Debates ter sido lançada na UFRR eis que apresentamos ao público o primeiro número temático: o Dossiê Guianas. Estando a UFRR localizada em um estado que faz fronteira com dois países, Venezuela e República Cooperativista da Guiana, torna-se importante que o Centro de Ciências Humanas (CCH) e a revista publicada por esse Centro tenham uma preocupação com essa realidade e incentivem as pesquisas e publicações sobre esses países e suas relações. Com esse intuito foi lançada a idéia de dossiês temáticos, sendo este o primeiro de uma série que, esperamos, se consolide como espaço de divulgação dos conhecimentos sobre a região.
Este número, especificamente, foi discutido a partir do Termo de Cooperação Técnica que estabeleceu parceria entre a Fundação Alexandre de Gusmão (FUNAG) e a UFRR com vistas a criar, no Núcleo Amazônico de Pesquisa em Relações Internacionais (NAPRI) da UFRR, o Centro de Estudos Brasil-Guiana (CEBRAG) para incentivar o desenvolvimento e elaboração de pesquisas sobre temas direcionados às relações internacionais, política comparada e à história comparada dos dois países.
É importante destacar que as relações Brasil-Guiana representam matéria pouco abordada na literatura cientifica e política de língua portuguesa, tornando a história e o cotidiano guianense algo desconhecido para os brasileiros. Este desconhecimento tem resultado em posturas preconceituosas dos brasileiros em relação aos guianenses e vice-versa. Posturas que serão transcendidas pelo conhecimento resultante de estudos comprometidos com a ética e a ciência, as quais foram reconhecidas na UFRR, instituição que poderá contribuir com análises científicas e informações importantes para esclarecer elementos daquela relação e contribuir com a formulação da Política Exterior do Brasil.
Com essa compreensão, além do Núcleo Amazônico de Pesquisa em Relações Internacionais – NAPRI, foi criada uma linha editorial junto à Editora da UFRR, a Coleção Temas Contemporâneos, que atende, igualmente, um conjunto de obrigações dispostas no termo de cooperação técnica entre a FUNAG e a UFRR: consoante o termo, a FUNAG se compromete a doar livros com acento na Diplomacia e Política Exterior do Brasil à UFRR, de autores brasileiros, guianeses e de outras nacionalidades, compreendendo diversas áreas do conhecimento como: Ciência Política, Direito, Economia, História e Relações Internacionais; premiar professores com notório conhecimento nas relações Brasil-Guiana, os quais poderão realizar estudos in loco nesse país, além de financiamento para o desenvolvimento de pesquisas, com repasse anual de até R$ 50.000,00 (cinqüenta mil reais).
A linha editorial permitirá a publicação dos trabalhos acerca das relações Brasil-Guiana, apesar de não se limitar a elas. A Coleção Temas Contemporâneos propõem contemplar assuntos que tratem de problemas situados nos séculos XX e XXI nas mais diversas áreas das Ciências Humanas sobre um mundo dinâmico e com fronteiras flexíveis, desde que tenham rigor metodológico e abordem assuntos internacionais.
O Núcleo Amazônico de Pesquisa em Relações Internacionais – NAPRI – surge para abrigar o Centro de Estudos Brasil-Guiana – CEBRAG – e poiar projetos relativos à pesquisa no campo de estudo próprio das Ciências Humanas. O NAPRI conta com cinco linhas de pesquisa para lograr seu objetivo e três categorias de pesquisadores: o Pesquisador-adjunto – professores e pesquisadores da UFRR –, Pesquisador-associado – pesquisadores e professores de outras Instituições – e Pesquisador-colaborador – bolsistas, alunos de graduação e de pós-graduação. As linhas de pesquisa são: a) Política Internacional e Comparada; b) História das Relações Internacionais; c) Globalização, Regionalismo e o Contexto Amazônico; d) Migração, Cultura e Identidade; e) Ordenamento Territorial, Desenvolvimento Urbano e Representações.
A primeira linha, Política Internacional e Comparada, procura compreender a fenomenologia das relações internacionais com análises da política mundial e do comportamento estatal em perspectiva comparada. História das Relações Internacionais tem por objetivo a leitura das relações internacionais a partir de uma perspectiva histórica. Globalização, Regionalismo e o Contexto Amazônico considera como objeto de estudo os impactos dos processos globais, em especial os político-econômicos, nas diferentes regiões do mundo com foco especial à região amazônica da América do Sul. Migração, Cultura e Identidade apresenta duas abordagens complementares relativas aos processos sociais e aos processos simbólicos dos movimentos migratórios. Ordenamento Territorial, Desenvolvimento Urbano e Representações procura compreender a interação de aspectos econômicos, políticos e sociais nos planos internacional, nacional e regional através da urbanização.
Imbuídos desse espírito de construção e pesquisa, a Revista Texto & Debates, junto com o NAPRI, concordaram na edição do Dossiê Guianas, o qual apresenta estudos e reflexões de estudiosos da UFRR e de outras Instituições sobre o tema. Os artigos contidos na revista apresentam os mais variados vértices de análises dentro do campo das Ciências Humanas e enriquecem a literatura especializada em língua portuguesa sobre as Guianas.
Provavelmente pela especificidade de fronteira com Roraima, a grande maioria dos textos recebidos são referentes a República Cooperativista da Guiana, sendo que dois abordam o Suriname. Recebemos textos de pesquisadores da UFRR e de outras instituições, ampliando a área de atuação da Revista e cumprindo com seus objetivos de travar uma discussão interdisciplinar. Sobre o Suriname temos o texto de autoria de João Nackle Urt: "Relações Brasil-Suriname: construção de confiança no contexto da guerra fria (1975-1985)", que trata da evolução dessas relações a partir de 1975, quando foi possível observar manifestações da identidade internacional Surinamesa, bem como a atuação do Brasil nesse processo. O segundo texto sobre esse país é de Carlos Federico Domínguez Ávila, que trata dessas relações no governo de Kraag, enfocando a participação de nosso país na democratização do Suriname dentro do contexto da geopolítica e dos interesses na região.
Os demais textos apresentam várias discussões sobre a República Cooperativista da Guiana em diferentes enfoques. Assim, o professor José Teixeira Félix traz uma abordagem sobre a literatura guianense, ainda pouco conhecida deste lado da fronteira em "Aspectos da literatura guianense: por uma poética da aproximação internacional", ampliando a discussão para outros aspectos, incluindo o caráter geopolítico. Ainda nesse campo, a professora Carine do Nascimento Pimentel, em "Roraima Interligando Nações: Brasil e Guiana", aborda questões relacionadas ao ensino da língua inglesa relacionando-a com a situação de fronteira com um país de língua inglesa e os "mitos existentes sobre a língua inglesa da Guiana".
O artigo dos professores Reginaldo Gomes de Oliveira e Maria das Graças Santos Dias Magalhães, "Questão do Pirara: Roraima", aborda uma temática ainda pouco explorada mas importante para compreensão das relações entre Brasil-Guiana. O texto faz referência ao Pirara, rio da Guiana, e denominou "o processo da disputa de terras e da proposta de definição da fronteira entre Brasil e ex-Guiana Britânica".
Ainda nessa abordagem histórica de momentos significativos da história da Guiana e suas relações com o Brasil, a professora Mariana Cunha Pereira enfoca a Revolta do Rupununi, conflito armado cujo cenário foi à fronteira Guiana - Brasil em 1969, a partir das "narrativas e oralidade de alguns sujeitos sociais" envolvidos nesse cenário político.
Alguns desses sujeitos sociais também são enfocados no texto "Ponte da exclusão: Brasil, Guiana e a perversa lógica da globalização" quando os autores, Linoberg Barbosa Almeida e Édio Batista Barbosa relacionam os problemas enfrentados pelos migrantes guianenses à luz de questões mais amplas como globalização, imperialismo, identidade e fronteira.
Ainda nesse enfoque de períodos mais recentes o professor Reginaldo Gomes de Oliveira apresenta uma abordagem sobre um bairro de Georgetown, Bourda, que o autor chama de "Little Brazil" devido a concentração de brasileiros nesse espaço e às relações sócio-culturais que se estabelecem e permitem situações de conflitos e de interação.
Por fim, temos o texto do professor Felipe Kern Moreira, sobre a tutela da floresta de Iwokrama na República da Guiana. O autor busca, à luz dos discursos teóricos em Relações Internacionais, compreender o fato de que um grupo de investidores, no primeiro semestre de 2008, reunido sob a personalidade jurídica da empresa Canopy Capital, negocia diretamente com a República da Guiana para assumir a tutela e o manejo ambiental da Floresta de Iwokrama.
Esperamos estar contribuindo para ampliar a divulgação de conhecimentos sobre essa região, ainda tão pouco explorada, pois temos clareza de que esse é o caminho para a extinção de todas as formas de preconceito e de estabelecimento de relações solidárias entre esses países.
Esta publicación especial de revista Persona y Sociedad, volumen XXX, número 2, está dedicada al filósofo canadiense Charles Taylor, uno de los pensadores más importantes de la actualidad, reconocido durante la última década con los premios más destacados del mundo en el área de las humanidades como son el Kyoto, el Templeton, el John W. Kluge y, recientemente, el Berggruen Prize for Philosophy. El pasado mes de noviembre, Taylor cumplió 85 años de edad, lo que nos ofrece la ocasión de repensar, a modo de homenaje, algunas de sus principales contribuciones a la filosofía y las ciencias sociales en general. Taylor nace en Montreal, provincia de Quebec, en el seno de una familia bilingüe, con un padre anglófono protestante y una madre francófona católica, en un contexto bicultural, lo cual permite acercarse a comprender uno de los rasgos más distintivos de su personalidad: su incesante búsqueda mediante el diálogo reflexivo de un entendimiento entre la diversidad de individuos y grupos humanos que coexisten en nuestras sociedades modernas. Los eventos históricos que le tocó presenciar en su larga vida –el nazismo, fascismo y estalinismo de los años treinta y cuarenta del siglo pasado, la Guerra Fría o el terrorismo después del 11 de septiembre de 2001– agregaron quizás una sensación de urgencia a esta búsqueda humanística y filosófica, la que fue cobrando a lo largo de su trayectoria como pensador, pedagogo y político un carácter cada vez más concreto y orientado hacia la práctica. La lectura de Taylor no deja tan solo un 'gustito' intelectual, sino la sensación de que sus ideas están compenetradas de la realidad y que, de ser tomadas en serio, podrían hacer incluso mucho bien. Indudablemente, algunos libros y encuentros humanos marcaron un antes y un después en su vida. Después de estudiar historia en la Universidad de McGill en Montreal, Taylor se fue a Oxford a estudiar filosofía, política y economía, pero el ambiente pospositivista allí reinante rápidamente lo ahogó. Cierto día, un amigo le recomendó leer a Merleau-Ponty y se le abrió un mundo. Fue el punto de partida de un esfuerzo intelectual propio, el que intentó desde el comienzo construir un puente entre la tradición analítica anglosajona y la filosofía continental, por un lado, y entre la filosofía y las ciencias sociales, por el otro. Entre los encuentros determinantes en la biografía de nuestro autor no está solo Merleau-Ponty, a cuyas impecables lecciones asistió en París, sino también otros nombres célebres como el de sus maestros y luego colegas Isaiah Berlin y Elizabeth Anscombe. La impresionante trayectoria de Taylor como intelectual –sin pretender mencionar siquiera su faceta como político en esta breve presentación–, que comienza hacia fines de la década de 1950 y se consolida con la publicación de su primer libro The Explanation of Behaviour (1964), no se ha visto interrumpida hasta el día de hoy. El año 2016 vio la luz el último de sus libros, The Language Animal, una obra donde sistematiza y amplía sus reflexiones en torno al lenguaje como elemento constitutivo del ser humano. En estos más de cincuenta años de trabajo, Taylor se ha enfrentado con los pensadores más distinguidos de su generación, entre los que se cuentan Thomas Kuhn, Clifford Geertz, Michel Foucault, Jürgen Habermas, Alasdair MacIntyre o Richard Rorty. Estos mismos nombres de por sí ya indican la diversidad de disciplinas en las que Taylor ha penetrado hasta dominarlas: filosofía de la ciencia y epistemología, antropología, sociología, ética, teoría política, por nombrar solo algunas. La presente publicación quisiera dar testimonio de al menos una parte de los variados intereses y preocupaciones que recorren la obra del pensador canadiense aquí homenajeado. Mimi Bick abre el número con una presentación muy aclaratoria del reciente libro de Taylor, coescrito junto a Hubert Dreyfus, Retrieving Realism (2015), todavía no editado en castellano. Como muestra Bick en su artículo, esta obra no solamente permite caracterizar en detalle la crítica tayloriana a la tradición epistemológica iniciada con Descartes, así como su propia concepción del conocimiento humano, sino que presenta además la ocasión para "explorar algunos temas recurrentes en la obra de Taylor, y que constituyen los elementos centrales de su antropología filosófica", como son por ejemplo la centralidad del lenguaje como comunidad de sentido y la interpretación en el ser humano. En tanto la reivindicación de esta antropología filosófica ha sido identificada por el mismo Taylor como el centro de sus desvelos, es este un buen lugar para comenzar. Este holismo hermenéutico, por llamarlo de alguna manera, se verá reflejado también en los escritos políticos y sociales del autor. Renato Cristi y Antonio Correa exploran aspectos centrales de la filosofía política de Taylor, desde su 'tesis social' (republicana) como condición de posibilidad de una sociedad libre y autogobernada, hasta su concepción positiva de la libertad y la validez de las nociones de justicia distributiva y bien común. Este entronque 'comunitario' de su pensamiento, si bien incompatible con el neoliberalismo de la actualidad, sí hace posible una complementariedad entre el republicanismo y un liberalismo bien entendido, complementariedad que aparece implícita en su análisis de la justicia distributiva y explícitamente en su libro The Malaise of Modernity (1992), en donde distingue una vertiente igualitaria del liberalismo. Sobre este cuadro más amplio de la filosofía política tayloriana, mi contribución a este número consiste en una reconstrucción del concepto de democracia del autor, el que busca compatibilizar el ideal del autogobierno ciudadano, por un lado, con el pluralismo y el lugar para el disenso propio de las sociedades liberales modernas, por el otro. Los aportes más recientes de Taylor a la teoría de la democracia resaltan además el hecho de que tal como existirían 'modernidades múltiples', tenemos que aceptar distintas formas democráticas en el mundo, coloreadas en cada lado por las culturas tradicionales y la historia (política) particular de la sociedad de que se trate. Pero las instituciones del autogobierno democrático son impensables dentro del imaginario moderno sin la existencia de la esfera pública. Distanciándose de un liberalismo puramente formal y apoyándose en las nociones hegelianas de Sittlichkeit (vida ética) y Anerkennung (reconocimiento), Miguel Yaksic nos presenta a un Taylor que imagina la esfera pública de las sociedades modernas como ese lugar donde diferentes concepciones de lo bueno y lo bello –con raíces fuertemente teológicas en muchos casos– dialogan y se permean mutuamente. En efecto, según Taylor las tres grandes fuentes de las que se alimenta la identidad moderna son la base teísta, el naturalismo de la razón desvinculada (ilustración) y el expresivismo romántico. Yaksic muestra cómo muchos de los bienes constitutivos de la modernidad, como la igualdad, la libertad, la tolerancia, la solidaridad y la convicción en los derechos universales exhiben una raigambre fuertemente cristiana. A pesar de todas las afinidades que se puedan suponer entre las filosofías neohegelianas del reconocimiento de Taylor y Honneth –o quizás precisamente debido a esta suposición–, Mauro Basaure nos previene en su detallado estudio contra una asimilación apresurada de ambas posturas. La ampliación del liberalismo que ejecuta Taylor va más allá del desglose honnethiano del concepto de reconocimiento en distintas esferas referidas por otro lado siempre al sujeto individual, en tanto nos invita a captar la posibilidad e importancia de una valoración de las distintas culturas e identidades colectivas existentes y de la defensa de sus derechos. La ausencia en Honneth de una 'política de la diferencia', en el contexto de sociedades cada vez más multiculturales como las actuales, queda consignada por Basaure como una seria deuda del pensador alemán, al tiempo que se resalta por contraste la atingencia del marco conceptual del filósofo canadiense. Finalmente, en este número se incluye una reseña de Esteban Torres sobre el libro de Hartmut Rosa titulado Social Accceleration. A New Theory of Modernity, editado en 2013. Quiero manifestar mi agradecimiento al director de la revista Persona y Sociedad, así como a los colaboradores del número por su interés y compromiso para con este proyecto.
"Nao custa lembrar que o PT nasceu há 32 anos pregando o fim do caciquismo. O conceito empalideceu…" "Lula…produz un pouco de vergonha alheia. No fundo, ele só sintetiza o estàgio rudimentar da política no Brasil" Fernando Rodrigues, "A Folha de Sao Paulo" 2/5/12Si algo tuvo de novedoso el ascenso de Lula, en 2003, fue que, además de que era el primer presidente "de izquierda" electo en ese país, se esperaba que esa "izquierda" trajese algo de modernidad y de "aggiornamento" a una corriente ideológica que aparecía , en América Latina, como empantanada en una "weltanchauung" que data de la Guerra Fría. Así, en el continente, con rarísimas excepciones, se sigue entendiendo todavía en 2012 que una persona, un partido o un gobierno son "de izquierda" cuando éstos se manifiestan proclives a la eterna dictadura cubana, cuando practican populismos reñidos con el estado de derecho y la racionalidad democrática más elemental o cuando, directamente, se declaran "comunistas", es decir, todavía partidarios de las experiencias totalitarias soviéticas, chinas o pol-potianas. Los latinoamericanos sabemos que hace doscientos años que pagamos tributo a todas las versiones del autoritarismo y que, los que se dicen "de izquierda", terminan, a la postre, siendo tan destructivos como los que se dicen "de derecha". Casi todos los autoritarismos, por otra parte, se entronizan en nombre de "la democracia". Por ello, porque el ascenso de Lula auguraba muchos matices, si no es que, quizás, hasta algunas verdaderas diferencias con aquel amargo pasado "progresista" autoritario, fue que muchos analistas observaron la llegada del PT al poder con expectativa y optimismo. Muy rápidamente aparecieron periodistas, académicos, y "expertos" que celebraron, con desmesurada imprudencia, la aparición de una hipotética "social-democracia" brasileña liderada por el PT. Y es necesario aceptar que, en los primeros momentos de sus largos ocho años de gobierno, Lula produjo algunas novedades y sorpresas. En su primer gobierno (2003/2006), administrando hábilmente su prestigio personal, gobernó sin estridencias, con moderación y con cierta visión, un Brasil que había sido llevado hasta la cresta de la ola por el auge de las economías emergentes. Hasta en el terreno económico, después de décadas de equivalencia entre "política económica de izquierda" y voluntarismo e irresponsabilidad, la política económica de Lula se alineó sabiamente, aunque negándolo, en el eje de los lineamientos establecidos por su antecesor, Fernando Henrique Cardozo. El mejor ejemplo de esa nueva aproximación a la política económica fue el nombramiento del ex-presidente del Banco de Boston de los EE.UU., como Presidente del Banco do Brasil. Son innumerables los aciertos de ese "primer Lula" e inconmensurables las cataratas de elogios que la prensa internacional desparramó sobre su gestión, a veces ignorando, a veces a sabiendas, que programas de gran impacto social como los de "Bolsa Escola", habían sido establecidos por Fernando Henrique Cardozo y no por el gobierno del PT. Pero, en realidad, poco importa aquí lo que los medios dijeron y dicen sobre Lula y sus gobiernos: la posibilidad de tener, objetiva y honestamente, una visión optimista del gobierno Lula duró hasta el año 2005. Cuando se denunció que el tesorero del PT financiaba con altas sumas de dinero a los representantes del Partido Laborista del Brasil (PTB) para que votasen las propuestas gubernamentales, quienes están acostumbrados a llamar a las cosas por su nombre se reencontraron con la previsible realidad. El gobierno Lula era un gobierno corrupto, aliado con corruptos y rodeado de corruptos, que utilizaba los mismos mecanismos que el PRI mexicano usó durante décadas para construirse una oposición mansa y afín. Lula se las arregló para salir casi ileso del escándalo pero, como en la tragedia griega, debió saber que la ira de los Dioses vuelve, por lo menos, tres veces, porque dura tres generaciones. Pasó el segundo período de Lula y, en pleno auge económico, el crecimiento se hizo firme y el mundo empezó a mirar al Brasil como una experiencia particularmente exitosa. Y, en muchos sentidos, lo era efectivamente. Pero, al mismo tiempo, comenzaron los primeros síntomas de la presencia de una mentalidad autoritaria al mando del proceso. Aunque el Brasil respeta razonablemente el libre funcionamiento de la economía y tiene algún cuidado, a veces, con los derechos humanos de algunos ciudadanos, al mismo tiempo es también el país que fomenta e impulsa la ruptura del aislamiento internacional del régimen teocrático de Irán (¿cómo se compatibiliza el pensamiento "progresista" con el de un régimen teocrático que lapida mujeres supuestamente infieles?) o el que da pie para que se arme el bochornoso incidente de la presencia, como refugiado en la embajada brasileña, del presidente hondureño Manuel Zelaya, "víctima" de un más que vidrioso "golpe de Estado". En otros términos, la siempre prudente y profesional diplomacia brasileña comenzó súbitamente a colorearse de tonos estridentes, generalmente más afines a la política exterior de nuestras clásicas repúblicas bananeras que al inteligente profesionalismo de Itamaraty. Cuando se aproximaba el final del segundo mandato de Lula, seguramente se planteó la posibilidad de intentar una reforma constitucional que permitiese al crecido Lula una segunda reelección y un tercer mandato. Lula no cayó en esa trampa. Prefirió la técnica del "dedazo" mexicano y puso como candidata a la presidencia a una obscura persona de "su confianza": Dilma Rousseff. Es necesario decir que hizo casi todo bien. Desde luego, lo adecuado hubiese sido una verdadera elección interna en el PT para elegir al futuro candidato, pero eso no es del universo político brasileño. La sucesora electa por voluntad presidencial, y ratificada por voluntad popular, era la persona correcta: inteligente, dócil, más técnica que política y absolutamente incapaz de poner en marcha nada que no fuese aprobado previamente por el "patrón" del PT. Todo anduvo bien, una vez más. Con la salvedad de la inoportuna aparición de un cáncer en la laringe del líder, que hoy se presenta como superado, el gobierno de Dilma Rousseff logró sortear, durante su primer año, escándalo de corrupción tras escándalo de corrupción de los ministros del presidente Lula, como si éste no estuviese al tanto de nada. Era un presidente "al margen" e inmunizado contra la enfermedad de la corrupción. En otras palabras, ya se estaba configurando, entre el ocultamiento del "mensalao", los cambios caprichosos en política exterior, la sucesión a la Presidencia digitada, las presiones reiteradas a la justicia y la explosión de escándalos de corrupción de los ministros heredados por Rousseff, el conocido perfil del autoritarismo latinoamericano más banal: el sueño de la "social-democracia" brasileña comenzaba a ahogarse en la pesada sopa populista autoritaria que padecemos desde siempre. La semana pasada "O Guía Genial dos Povos", como ya empieza a llamar a Lula la prensa brasileña más avezada, dio tres poderosos pasos, hacia una postura ya casi chavista: Primero solicitó una reunión con Gilmar Mendes, miembro del Supremo Tribunal Federal de Justicia y le pidió que detuviese el juicio sobre el "mensalao", "para que no coincidiese con el calendario electoral". El juez del STF no aceptó la presión y Lula no tuvo mejor idea que chantajearlo con un hipotéticamente cuestionable viaje a Berlín. Métodos de pequeño mafioso de barrio marginal. Resultado: la reunión y su tenor quedaron exhibidos en la prensa y el Brasil se pregunta, no sin ingenuidad "¿sería capaz Lula de presionar a un Juez del STF?" Segundo, ante la relativa proximidad de las elecciones para prefecto de San Paulo, Lula proclamó como "su candidato" al ex-ministro Fernando Haddad. La senadora Marta Suplicy, candidata natural del PT para ese cargo, todavía está preguntándose qué pasó y la cúpula del partido se inclina vergonzosamente ante la decisión personal del "Jefe". Tercero, con recién apenas algo más de un año transcurrido del gobierno Rousseff, Lula aprovechó un evento televisivo para adelantar ya que será candidato "porque no va a permitir que un "tucano" (integrante del PSDB) llegue a la presidencia de la República". O sea, en buen cristiano, Lula, que no ejerce cargo alguno, regula el funcionamiento del STF, es Primer y Único Elector de los candidatos en su partido, "ningunea" abiertamente a la presidente en ejercicio ante su partido y la ciudadanía y ya se propone como candidato para las próximas elecciones. ¿Alguien duda, todavía, que la posibilidad de una "social-democracia" brasileña ya fue definitivamente enterrada por la incontrolable ambición de un redivivo "Yo, El Supremo"?
Hace apenas unas pocas semanas, para ser precisos el 3 de mayo pasado, el entonces candidato del Partido Socialista francés obtenía la presidencia de la República y nosotros escribíamos un editorial en el que manifestábamos la posibilidad de que dicha elección abriese, de una manera todavía no muy clara, una crisis política en el país. Nuestras prevenciones no eran el resultado de un ejercicio de pesimismo gratuito. Lo que sucedía entonces era que el novel presidente iba a tener que enfrentar inmediatamente una dura crisis financiera y económica como la que aqueja a Europa y ello con la perspectiva de enfrentar elecciones legislativas unas 5 o 6 semanas después de asumir la presidencia. En otros términos, el presidente electo no podía conocer la composición futura del Poder Legislativo por un período (corto pero particularmente difícil) y, después de la segunda semana de junio, debería aceptar la composición de la Asamblea que el electorado decidiese. En el día de hoy acaban de conocerse los resultados de la segunda vuelta de las elecciones legislativas y la prensa francesa, particularmente la de izquierda, se muestra exultante. Con probablemente unos 3oo diputados, entre propios y "cercanos", el partido socialista está seguro de obtener la mayoría absoluta lo que lo libera totalmente de depender de otras formaciones de izquierda más radicales y, por lo general, menos sensatas. Si se contabiliza el aporte de los representantes de "otras izquierdas" democráticas (y excluyendo, desde luego, al Partido Comunista cuya pertenencia a la izquierda es en esencia una mitología anclada en las viejas generaciones en vías de desaparición) la izquierda parlamentaria podría llegar a más de 340 representantes. Aunque no tenemos aún cifras oficiales definitivas, con esa conformación de la Asamblea la presidencia de Hollande se presenta aparentemente sin obstáculos en lo que a apoyo parlamentario se refiere. Conviene recordar, no obstante, que, a pesar de esta votación histórica, la izquierda no consigue llegar a los 3/5 del total de ambas cámaras integrantes del Poder Legislativo, es decir a la mayoría especial que decisiones institucionales mayores requieren. En un principio algunos analistas temían, que el voto popular, que muchas veces en Francia ha procedido de esa manera, en un movimiento de "compensación política", votase una Asamblea más a la derecha, de manera de limitar el poder del nuevo presidente electo. Eso no sucedió en absoluto: en realidad parece haber acontecido lo contrario. Un cierto entusiasmo que Hollande comienza a despertar paulatinamente (su perfil y personalidad no son, a decir verdad, muy proclives a atraer irresistiblemente a la opinión pública y a las masas) en el electorado parece haber favorecido al partido socialista en su conjunto que, gracias a una suerte de "efecto Hollande", logra, en estas elecciones legislativas, un nivel histórico de votación. Todos estos resultados electorales de los socialistas y de las fracciones de izquierda parecen tornar injustificado el título de aquel editorial publicado hace 6 semanas en el que nos preguntábamos sobre la posibilidad de una crisis política en Francia. En realidad, es cierto que la amplitud del triunfo socialista es más grande de lo que esperábamos (es más, sorprendió a muchos franceses e, incluso, a muchos socialistas de ese país) pero esta faceta triunfalista de la lectura socialista de los resultados de los 4 eventos electorales sucesivos (las 2 vueltas de elecciones presidenciales y las 2 vueltas de elecciones parlamentarias) no logra ocultar un problema que era el que ya nos preocupaba en la instancia de la elección presidencial. Si uno compara esta elección con la inmediatamente anterior de junio del 2007, advertirá que el electorado francés ha votado de manera mucho "más polarizada". O, para ser más precisos, no se puede dejar de darse cuenta que "el centro" del espectro político francés se ha evaporado por más que la distancia entre los dos partidos, el socialista de centro-izquierda y la UMP de centro-derecha, aparezca hoy algo disminuida. Si comparamos la primera vuelta de las elecciones legislativas de 2007 y 2012 (no tenemos resultados definitivos de la 2ª. Vuelta de la última), este desdibujamiento del centro es bastante claro. No solamente el MoDem de François Bayrou, el partido centrista por excelencia, ha quedado reducido a 2 representantes (la votación de Bayrou en la elección presidencial bajó de 7.76 % en 2007 a 2.33 % en 2012). La extrema derecha de Marine Le Pen tuvo un crecimiento formidable de votos así como algunos grupos ubicados a la izquierda del Partido Socialista igualmente lo tuvieron. El Frente Nacional pasa de 4.70% hace 5 años a 13.77% de los votos en 2012 y diversos partidos de izquierda agrupados pasan de sumar alrededor de 4.40% en 2007 a votar casi el 12% de los sufragios en la reciente primera vuelta de las legislativas. Dos elementos peculiares, pero algo engañosos, de alguna manera "amortiguan la traducción política", a nivel de la representación legislativa, de esa tendencia a la polarización existente en la opinión pública y en el electorado francés. Por el lado de la izquierda, el Partido comunista tradicional no vota bien mostrando que, finalmente, el enraizado estalinismo de los herederos de aquel aterrador PCF cultor del agobiante relato de la IIIa. Internacional comienza a desfallecer. Pero hay una nueva izquierda, más extrema que el centro-izquierdismo socialista, que está reemplazando a los dinosaurios nostálgicos de la Guerra Fría. La aparición de un grupo parlamentario de los Verdes forma parte, por ejemplo, de ese proceso. Y del lado de la extrema derecha, como vimos, también hay un fenómeno que cambia el aspecto exterior del proceso pero que no hace sino disimular la polarización que nos preocupa. En las elecciones presidenciales, la votación del Frente Nacional de Marine Le Pen fue histórica, pasando su partido a ser el tercer partido de Francia aunque dado el sistema de representación mayoritaria, y la particular arquitectura de las circunscripciones electorales francesas, esa masiva votación, trasladada a las legislativas, sólo permitiese la elección de, probablemente, 2 (o eventualmente 3) diputados de extrema derecha. Pero los votos están allí, presentes en la opinión pública aunque el sistema de representación no los sancione. La cuestión que merece ser reflexionada, entonces, no es que las dificultades del futuro gobierno Hollande vayan a pasar por la fuerza de la oposición política institucionalizada. En realidad, con quien tendrá que lidiar el nuevo presidente, es con un electorado que ya manifiesta su malhumor ante la crisis que viene acentuándose desde hace un par de años y que comienza a desplazar sus votos hacia los extremos del especto político. Por ahora, el "voto castigo" a las pamplinas de Sarkozy, favoreció sobre todo al PS pero eso era bastante previsible por lo que la prensa de izquierda haría bien en moderar su exitismo. Porque la crisis en Europa no hace sino comenzar y el entonces candidato Hollande, ahora Presidente, no fue muy prudente durante su campaña y no articuló ninguna idea consistente sobre como piensa enfrentar la crisis. Aunque estuvo muy lejos de los disparates populistas que acostumbran los "progresistas" latinoamericanos que nos persiguen en este condenado continente, Hollande no tuvo el coraje de proponer una sola idea, por ejemplo, sobre la absolutamente inevitable reforma de la seguridad social. Alguien nos dirá que, políticamente, debía separarse de la reforma iniciada por Sarkozy en ese terreno, si aspiraba a una buena elección. Podrá ser tácticamente cierto pero tiene que comenzar ya a pergeñar algún otro formato de reforma porque los números financieros de "la Sécu", hace décadas que no son aceptables. Tampoco se ha animado Hollande siquiera a hablar del demencial engendro de las "35 horas" semanales que su partido inventó rato ha. En el contexto de la crisis actual, el tema de la productividad de Francia es absolutamente central para que este país pueda "seguir el paso" de Alemania. Y eso significa no solamente cierta austeridad presupuestal (versión Merkel del problema), que no está reñida, por cierto, con una política económica más expansiva y proclive al crecimiento. Significa mucho más porque el problema de fondo que está planteado es algo que el electorado francés está muy pero muy lejos de haber entendido en el mensaje de su nuevo Presidente: significa que, ineludiblemente y de cualquier manera, los franceses deberán trabajar más, trabajar mejor y gastar menos. Y esa ecuación es la que Hollande tendrá que implementar pese lo que le pese. Porque si es cierto que buena parte del futuro de Europa depende de una Alemania menos "egoísta", no es menor cierto que el mismo futuro también depende de una Francia bastante más eficiente. Lo demás son triquiñuelas para ganar tiempo.
Hace diez años, los EE.UU. vivieron uno de los acontecimientos más conmovedores de su historia reciente. Cuatro aviones comerciales fueron secuestrados, al mismo tiempo, y tres de ellos lograron sus objetivos: destruir las Torres Gemelas de Nueva York y dañar seriamente el edificio del Pentágono. El balance final de víctimas superó los 3.000 muertos pero, lo más impactante de todo fue que la gran potencia exhibió su fragilidad y desnudez transmitiendo, al mundo entero, una vivencia de desamparo difícil de explicar. Un puñado de asesinos fanáticos habían sido capaces de golpear en el corazón mismo del país más poderoso del mundo con facilidad. Dos son las reflexiones que pueden hacerse al respecto mientras que, en infinidad de lugares del planeta, se conmemora este luctuoso acontecimiento con un fervor no del todo convincente. En primer lugar se puede concluir que una "cosa", que había surgido lenta y sigilosamente durante años, pero que pocos habían percibido, se hizo patente ese 11 de septiembre. Así como "el huevo de la serpiente" del nazismo incubó calladamente durante algunas décadas, los gérmenes de fundamentalismo totalitario crecieron y se esparcieron sin que el mundo siquiera advirtiese la dimensión de lo que se preparaba. En el Islam, en el seno de aquella vieja religión y cultura que fue el centro del saber universal por muchísimos siglos, estaba en marcha una nueva aberración histórica, ahora adaptada a las condiciones de nuestro tiempo. En el editorial del 19 de agosto del año pasado escribíamos a propósitode algunos horrores cometidos por los talibanes "…el 11 de septiembre de 2001 está allí, con sus prolegómenos y sus ramificaciones cada vez más evidentes, para recordarnos que el siglo XXI ya se ha dotado de una nueva versión del Terror totalitario".Nada de búsquedas de "religiones puras", nada de "regreso a las fuentes", nada de belicosidad intrínseca del Corán, nada de "defensa de identidades" amenazadas por Occidente: todos esos relatos fueron reacciones inmediatas al atentado pero no lograban capturar la médula del asunto. Lo que cambió, efectivamente, el 11 de septiembre de 2001 fue que tuvimos la prueba palmaria que había, nuevamente, quienes estaban dispuestos a usar el terror indiscriminado como herramienta para sus más bajos intereses políticos. Como con Stalin, como con Hitler, como con Mao, como con Pol-Pot y como con varios más, nuevamente estábamos, desamparados, ante el uso inmoral del Terror. Que ahora viniese con barbas y turbante, adscrito al Corán y utilizando los relatos anti-occidentales que, por décadas, se cultivaron desde que declinó la civilización musulmana y, finalmente, desapareció el Imperio Otomano, no cambia un ápice el fondo de la cuestión. Lo sucedido fue terrorismo puro y simple; injustificable e inmoral.En segundo lugar parece que, para algunos analistas, el 11 de septiembre de 2001 marca el principio del fin de la hegemonía internacional que los EE.UU. habían consolidado notoriamente desde la caída del muro de Berlín, unos 10 años antes. Esta apreciación, que se ha escuchado centenares de veces este fin de semana, se nos antoja estrictamente "gratuita", por no llamarla "frívola". Ningún historiador serio puede relacionar un acontecimiento puntual, por importante que haya sido, con el inicio de una tendencia histórica, que por definición, se concreta como mínimo a lo largo de muchas décadas.Los viejos historiadores franceses de l´"École des Annales", (como Fernand Braudel, para ser más específicos), renegaron largamente contra la tendencia a ver la historia política, nacional e internacional, como una "histoire événementielle" ("historia de acontecimientos"), esencialmente "descriptiva" y de corto plazo. Propugnaban la importancia de la historia "de largo plazo" (de longue durée) que, partiendo de los casi imperceptibles deslizamientos que, desde el clima a las mentalidades, impactaban en la política, permitía construir, "ex-post", una explicación de la tendencia en cuestión y adonde habían llegado las cosas.Nada podemos decir sobre el debilitamiento (o el fortalecimiento) de la hegemonía norteamericana "a partir" de lo sucedido el 11 de septiembre. Si debilitamiento hay, éste tendríamos que irlo a buscar en los múltiples errores políticos de "gestión" de la Guerra Fría. Por ejemplo, en las décadas de apoyo a regímenes (en América Latina, en Medio Oriente, en África) que practicaban y defendían valores exactamente opuestos a los que los EE.UU. decían defender. Por ejemplo, en el ejercicio de una política internacional muchas veces autocomplaciente que pretendía obtener sus objetivos con el simple despliegue de la fuerza, cuando el problema a resolver era de tal índole que el uso de la fuerza nada solucionaba y era preferible recurrir a algún mecanismo multilateral. Por ejemplo, cuando, en 1971, el presidente Nixon decidió llevar hasta sus últimas consecuencias una vieja tendencia "anti-orista" (que venía desde 1933 y el presidente Roosevelt) presente en la clase política y "cortó" toda relación entre el dólar y el oro haciendo inconvertibles los dólares a oro, incluso para bancos centrales de otros países. Por ejemplo, cuando, en la cultura nacional norteamericana, pasó a ser más importante el consumo que el ahorro y el país pasó a "vivir a crédito", lo que trastocaba todo el paradigma cultural originario basado en un protestantismo tan estricto que, no por casualidad, fue bautizado de "puritanismo".Si alguien quiere hablar de "decadencia norteamericana" que recorra prolija y disciplinadamente esos caminos. Pero no construyamos una historia pretendidamente "seria" en base a la reproducción "urbi et orbi" de algunos episodios catastróficos. Desde luego que afirmamos su importancia, pero no por ello debemos otorgarles el rango de "causas" históricas.Dicho esto, no es menos cierto que una serie de acontecimientos que se desencadenaron a partir de los atentados del 11 de septiembre, no figurarán nunca en los anales de la mejor historia norteamericana.Ni el presidente George W. Bush, que acababa de acceder al gobierno, ni su partido, fueron capaces de gestionar la reacción al ataque de manera atinada. Con una población amedrentada y fuertemente golpeada por los atentados, jugaron, en más de una ocasión, a permitir que se esparciera una cierta islamofobia en los sectores más conservadores de la ciudadanía. Tan grave como ello fue el mal manejo de la información relativa a Al Qaeda y sus centros de actividad. De buena fé, o a sabiendas, el presidente decidió replicar a los atentados con un ataque a Irak: precisamente uno de los regímenes más laicos y menos proclives a fomentar el fundamentalismo del mundo musulmán. También, de buena fé, o a sabiendas, hubo de argumentar sobre la existencia de "armas de destrucción masiva" en manos de Saddam Hussein para justificar la invasión.Todo eso era seguramente inquietante, pero era evidente que poca relación tenía con los ataques del 11 de septiembre. El resto de la historia es conocida. La descomunal operación militar en Irak se llevó a cabo a pesar de que el presidente Bush había puesto en marcha un ambicioso programa de reducción de impuestos al inicio de su mandato. No tuvo el coraje de dar marcha atrás y las finanzas superavitarias que el gobierno republicano había recibido de Clinton se evaporaron. Algunos años después el déficit fiscal de los EE.UU. volvía a batir records.Un balance general sería demasiado ambicioso. Lo que seguramente es cierto es que la emergencia del fundamentalismo totalitario cambió radicalmente el perfil del mundo en el siglo que se iniciaba. Los EE.UU., la potencia que era el objetivo central de ese fundamentalismo, sobre todo al principio, no supieron responder con la precisión y contundencia que las circunstancias requerían. Si el terrorismo fue relativamente contenido (no olvidemos, tampoco, los grandes atentados de Madrid y Londres, entre otros) fue seguramente porque, además de en Irak, pero más calladamente, los EE.UU. reaccionaron con más precisión en otras latitudes. Es importante decir que, en buena parte del mundo occidental, y aún más allá, un importante grupo de países estuvo del lado de los EE.UU. Hoy nos hemos de alguna manera "habituado" a convivir con esa amenaza. No sé si esto es un signo positivo o negativo. Sólo sé que lo mejor sería que no existiese. Ya veremos, con el tiempo, lo que finalmente retendrá la historia de los atentados del 11 de septiembre y de la década inmediatamente posterior.
El lunes 21 de julio de 2009 fui invitado a exponer en la Jornada "Violencia en el deporte: prevención o represión", organizada por el Club Nacional de Football bajo los auspicios de la Universidad Católica del Uruguay, El Derecho Digital, El Observatorio del Deporte, el Ministerio del Interior y el Ministerio de Turismo y Deporte.No fue mi condición de simpatizante tricolor, ni la de profesor de Universidad ORT en materias como "Ética y libertad de expresión" o "Cultura y sociedad contemporánea" lo que me animó a cumplir con mi compromiso y concurrir en medio de una tarde peculiarmente fría y bajo una lluvia torrencial.Ocurre que el encuentro me resultaba sumamente atractivo. Y no solo por la calidad de los expositores, provenientes de todos los ámbitos de la realidad nacional, o por la presencia de altas jerarquías de gobierno y personalidades de distintas empresas y organizaciones, sino por el tema de fondo y en esencia, por la estrategia elegida para abordarlo.Menciono apenas los títulos de los distintos paneles para que el lector comprenda a qué me refiero: "Violencia en el deporte: un enfoque multidimensional", "Causas de la violencia: mitos y realidades", "Violencia en el fútbol: responsabilidades compartidas" y por último, la mesa que tuve el honor de integrar, "Periodismo ante la violencia: los poderes del lenguaje".En una oportunidad próxima y espero que cercana, ofreceré aquí lo dicho aquella tarde, donde entre otras cosas rechacé cualquier sugerencia de controlar la prensa cualquiera fuese la excusa, declaré que la prevención y la represión legal son caras de una misma moneda, invité al autocontrol verbal por parte de los periodistas y analicé –muy respetuosamente, aclaro –, dos casos de desborde del lenguaje periodístico, uno algo remoto y otro reciente: el de Martín Reyes, cuando elogió y comparó el cabezazo del argelino Zidane en el pecho de un adversario comparándolo con la rebeldía y la dignidad de un Albert Camus, y el de Sánchez Padilla, cuando en su programa Estadio Uno –ante el asesinato de dos jóvenes hinchas–, declaró que en el Uruguay se precisaba una cárcel como la de Guantánamo.A cuenta de esas reflexiones hechas aquel martes con la gabardina empapada, por ahora reproduzco aquí una versión condensada de un artículo con similar talante sobre el mismo tema, que publiqué hace casi una década en el último número histórico de la revista "Cuadernos de Marcha", con el título de "Reflexiones sobre la violencia".Lenguaje y proximidadVoy a comenzar un poco al azar, recordando que en tiempos de paz –póngale comillas si lo desea– los mandatos culturales y ciertas preprogramaciones biológicas obran en el sentido del respeto del semejante. Para poder remontarlos y librar el camino para el uso de la fuerza física –sea para someter, neutralizar o suprimir un semejante–, es preciso un preámbulo de segregación que procure legitimar la acción violenta.Dice, por ejemplo, Ana María Fernández, en un texto titulado "Las violencias cotidianas también son violencia política" (Instituciones estalladas): "Solo se victimiza a aquel que es percibido como inferior; de este modo se legitiman todo los actos de discriminación". La autora recogió el testimonio de una mujer golpeada que decía: "nadie te da un sopapo sin decirte ¡idiota! y sin hacerte sentir tonta".Por su parte, en El capitán por su boca muere. Ensayo sobre la mentalidad de un torturador, el psicoanalista Daniel Gil examina las manifestaciones de un militar uruguayo que reconoció y justificó públicamente los métodos degradantes que fueron utilizados durante la dictadura. En particular, es inquietante recordar determinado momento de esta obra¸ cuando el autor encuentra ciertos rasgos comunes entre las declaraciones del Capitán Tróccoli y las realizadas por algunos nazis después de la Segunda Guerra Mundial y los soldados norteamericanos después la guerra de Vietnam.En una conferencia en el Instituto Goethe, titulada "Diferenciación, violencia física y éticas incluyentes" - ciclo Los diferentes. La discriminación en la construcción del 'nosotros y ellos' –(y del yo y el tú), organizado por la revista Relaciones -, me permití utilizar esa línea de argumentación para fundamentar filosóficamente la interrupción excepcional del embarazo sobre nuevas bases, distintas a las utilizadas por los defensores tradicionales del aborto. Sostuve entonces que el embrión es un diferente, pero cuanto más diferente querramos verlo más legitimada -en apariencia- quedará nuestra decisión de suprimirlo. El enfoque correcto, a mi juicio, reside en elegir, entre dos males, el menor, a pesar de que se pierda algo valioso, en los excepcionales casos en que la razón y la conciencia dicten practicar un aborto. Además, dije que la prohibición es contraproducente, que no es el Estado el que debe decidir (como en China comunista), ni la madre o su compañero (como en algunos países de Occidente), sino que el eje de la decisión debe desplazarse hacia unos "mediadores en salud reproductiva".Pero impidamos que el árbol oculte el bosque, y no nos tentemos por algunos de sus senderos.Hay dos aspectos que quiero retener del libro de Daniel Gil. Uno refiere al uso del lenguaje. El preámbulo de diferenciación, que legitimará las acciones violentas posteriores, ya comienza con el lenguaje. Dice Daniel Gil que en todos los casos se produce "una modificación del lenguaje para referirse a los prisioneros. En él desaparece la condición humana: [y se habla] de 'pichis', 'paquetes'. o se habla de las víctimas como números. Ya en el lenguaje comienza el proceso de diferenciación. Este fenómeno yo lo generalizaría para muchas escaladas de violencia, cualquiera sea su signo ideológico. Por ejemplo, los seguidores de Fidel Castro tildaban de "gusanos" -algunos tildan todavía, en presente-, a todos los que se oponían a la revolución.El otro aspecto interesantísimo es el que refiere a las experiencias de Stanley Milgram sobre obediencia a la autoridad. Una variante en ellas, muy particular, es la "proximidad". Al parecer, cuando se hace necesario el contacto físico, o la cercanía visual o auditiva de la posible "víctima", se hace más difícil provocar un daño a otro ser humano. Desde luego, en las situaciones de guerra, algunos individuos logran desaprender esta característica. Pero para vencer el efecto inhibitorio de la "proximidad" tanto más necesario se hacen los preámbulos de diferenciación.De cara al encuentro de políticas que busquen atenuar o extinguir los fenómenos violentos, es fundamental retener estos dos aspectos: el del cambio en el lenguaje para convertir al otro en un "otro", precisamente, y el del efecto de la proximidad física, sea mediante un contacto visual, táctil o auditivo. Porque provisoriamente, a partir de esos elementos, podríamos adoptar dos recomendaciones para prevenir, contener o amortiguar los conflictos.En primer lugar, los partidarios no ingenuos de la paz deberían cuidar el lenguaje para referirse a un "adversario", o procurar que los demás así lo hagan. Numerosos especialistas coinciden en este punto. En segundo lugar, deberían promover las reuniones de carácter informal, o entrevistas distendidas –sin agenda rígida–, entre potenciales bandos en pugna. Por lo menos eso es lo que sugiere Rolf Denker, en un libro breve pero abarcador titulado Elucidaciones sobre la agresión.Por cierto que las sociedades contemporáneas plantean problemas de escala para la realización de medidas preventivas como ésas. Basta pensar en el lenguaje que utilizan algunos medios de prensa o algunos periodistas para hablar de instituciones, políticos o empresas, o en el hecho de que la TV, a distancia del telespectador, sin proximidad física alguna, convierte en persona no grata a cualquiera respecto del cual se pueda hablar con o sin fundamento, y el lector podrá extraer por sí mismo las consecuencias. En otras palabras, las medidas preventivas inspiradas en los conocimientos acumulados hasta ahora sobre la violencia, encuentran desde el pique muchas dificultades -sean las dos mencionadas hasta ahora, o cualquiera de las restantes que vamos a comentar-.Un prisma que giraAhora bien, después de todo, ¿cuál es el alcance de aquéllas recomendaciones? ¿Valen para el hogar y los parientes enemistados lo mismo que para los liceos con jóvenes conflictivos? ¿Valen para el trato entre diferentes sectores sociales? ¿Tendrán alguna aplicación en los conflictos entre naciones o entre bloques de naciones?Lamento desilusionar al lector, pero no me propongo desglosar mi tema en tantos capítulos. Y no es porque yo crea que los distintos tipos y dimensiones de la violencia posean todos la misma causa o sean susceptibles del mismo tratamiento: no es lo mismo el psicokiller con una posible falla en su neuroquímica que dos comunidades enfrentadas por un trozo de tierra. Ocurre que prefiero una aproximación al tanteo, ensayística, para que quede a su cargo el "gestaltizar" en alguna figura los puntos que algo caprichosamente voy marcando en el papel. Igual que en los entretenimientos de las revistas y los diarios, usted tiene que trazar la línea punteada para ver el dibujo, o buscar las semejanzas y las diferencias. No pretenda que yo lo haga todo -no soy su papá, ni me financia el BID-.¿Qué otros datos y qué otras interpretaciones puedo arrimar al lector?Recuerdo algunas tesis sobre la violencia -para preparar lo que vendrá después-, incluidas en un libro del psicoanalista Friedrich Hacker, latoso pero sugerente:"Los problemas que sólo pueden resolverse con violencia deben ser planteados de nuevo"."La violencia, prohibida como delito, es preceptuada, rebautizada y justificada como sanción"."La legitimación de la violencia se sirve de la trampa de las denominaciones: la propia violencia se describe y se siente como derecho natural, deber, defensa propia y servicio a objetivos superiores".Por último, esta tesis es la que me gusta más de todas: "La violencia es simple; las alternativas a la violencia son complejas".Friedrich Hacker -no confundirlo con el economista Hayek ni con los hackers informáticos- realiza sobre el final de su obra una afirmación también muy compartible: "Tengo la opinión de que la tolerancia para la complejidad y la facultad de soportar las tensiones de problemas no resueltos -en lugar de caer en la tentación de dar soluciones precipitadas y casi siempre violentas- demuestran madurez, tanto individual como colectiva".Esas tesis de Hacker sugieren que estamos ante un fenómeno complejo, por cierto, que desafía nuestra capacidad de ampliar el "foco" de nuestra atención. Para tener una somera idea de la existencia de los múltiples factores que inciden en el problema, podríamos pensar en interrogar a los sociólogos. Con toda seguridad, ellos acudirán a ciertas estadísticas. Por ejemplo, aquellas que señalan la correlación entre un alto porcentaje de jóvenes entre 15 y 29 años y la existencia de conflictos armados. Esto ocurre en Camboya, Somalia, Uganda, Iraq, Ruanda, Congo, Gaza, Argelia y Colombia, pero no en países como Canadá y Suecia. Si a una población más joven se le añade una alta tasa de desempleo, puede esperarse alguna forma de estallido social.Pero esos elementos no actúan con carácter lineal, y los propios sociólogos advierten que no se trata de los únicos factores. Y todo eso sin olvidar el espinoso asunto de definir adecuadamente los términos -¿qué es violencia? ¿qué es agresión? ¿qué es paz y qué es guerra? ¿qué niveles, qué dimensiones importa distinguir?-, o todas las dificultades inherentes que involucra la investigación, o las que implica la adopción de políticas preventivas - sobre la base de una información incompleta siempre-.Si faltaban manos en el plato para hacer mucho garabato, basta recurrir a la genética. ¿La violencia no estará en nosotros? ¿La violencia no estará en nuestros genes? ¿Qué dice al respecto el genoma humano, cuyas líneas generales han sido recientemente desentrañadas?El genoma humano está diciendo muchas cosas a los investigadores, quizá demasiadas. Y puede que no sea prudente reflexionar o actuar sobre bases algo inciertas, pero tampoco lo sería ignorarlas. Por ejemplo, en un libro reciente de Matt Ridley se afirma: "Las personas con niveles de serotonina anormalmente bajos en el cerebro tienden a ser impulsivas. Las que cometen crímenes violentos, o se suicidan, son a menudo las que tienen menos serotonina". Al parecer, las características genéticas de ciertas personas tienen como consecuencia, que "tales personas tienen más transportador de serotonina, lo que significa que circula más serotonina. Es mucho menos probable que estas personas sean neuróticas y algo más probable que sean más amables que la media, cualquiera sea su sexo, raza, educación o renta".En resumen, las cuestiones que suscita nuestro objeto temático –la violencia–, recuerdan las molestas características de un problema filosófico. Un problema filosófico es un prisma que gira ante nuestros ojos. Y no alcanza con reconocer las múltiples dimensiones y admitir retóricamente que es un problema "muy complejo", porque a veces eso es sinónimo de claudicación. Eso a veces es una forma elegante de desertar a la tarea de profundizar una cuestión, para terminar aceptando tales o cuales mitos o lugares comunes sobre la misma.Educar para la sensibilidadAsí que voy a seguir haciendo girar el prisma. Y ahora voy a señalar otra faceta diferente de la cuestión. La frase evangélica "Perdónalos Señor. No saben lo que hacen" puede tener también mucha aplicación aquí. Es el conocimiento -entendido en sentido muy amplio, como lo que las personas creen de la realidad, sin excluir lo que sienten o son incapaces de sentir acerca de ella-, y el aprendizaje de ciertas cosas, lo que puede ser definitorio. En cierta ocasión le pregunté al Dr. Ricardo Bernardi, en un marco no filosófico especulativo sino pragmático político, acerca de los resortes íntimos de los asesinos. Mi inquietud era elemental: ¿por qué algunas personas matan o injurian a otras?Su comienzo de respuesta me condujo a un sugerente trabajo, titulado Reflective-Functioning Manual. For Application To Adult Attachment Interviews de Peter Fonagy, Mary Target, Howard Steele y Miriam Steele. Después de una lectura rápida de ese texto, uno puede sospechar que la tendencia de ciertas personas a adoptar conductas criminales se vincula de algún modo con algo que se denomina "función reflectiva", la construcción del otro como un semejante, que tiene sentimientos como nosotros.Hace algunos años, en medio de noticias sobre menores que habían sido victimarios en episodios violentos, y en la misma pista de las investigaciones sobre la "función reflectiva", un funcionario del INAME me sugirió muy sutilmente la necesidad de ser cautelosos al interpretar ese tipo de casos. Palabras más o menos, me manifestó: "Muchos de esos niños no saben todavía qué significa la muerte de otra persona. Yo mismo lo entendí recién a los 13 años, cuando se me murió un abuelo muy querido. Antes no había sentido nada, o por lo menos, no había sentido nada semejante, con la desaparición física de otras personas conocidas, vecinos o familiares lejanos".Educar para la prevención, educar para la paz, supone educar para que "sepan lo que hacen", es decir, educar para un conocimiento moral que no sea exclusivamente racional, y no consista en un mero conocimiento de reglas de juego, o de normas de convivencia, sino en algo que involucre la experiencia, los sentimientos, las emociones, la sensibilidad humana.La conclusión provisoria sobre estos enfoques apuntan a la educación y a la sensibilización con el prójimo. En particular, todo parece conducir a la planificación del estímulo y el desarrollo de habilidades específicas en los niños y adolescentes, habilidades concernientes a la empatía, a la ejercitación de procesos psicológicos identificatorios, a la ejercitación de las "capacidades lectoras" de las intenciones de los otros. Y dicho sea de paso, también a reclamar a los planificadores educativos y a los profesores de arte, literatura y filosofía, un desempeño menos unilateral y más enérgico de sus vocaciones respectivas, habida cuenta de las imprevisibles consecuencias que podría tener priorizar las matemáticas, el lenguaje y la informática, en desmedro de todo lo que la moda hoy denomina la "inteligencia emocional".En esa misma dirección concurrían las insuficientemente atendidas sugerencias de Rodolfo Tálice -quién supo nutrirse largamente de las investigaciones de Konrad Lorenz, Niko Tinbergen y Karl von Frisch-, en su estupendo trabajo sobre El hombre: agresión y vinculación. Según Tálice, la clase política debería recordar que los ciudadanos que procura gobernar son mamíferos humanos que arrastran más de 80 millones de años de herencia biológica. Y que por lo tanto, "sus medidas y resoluciones puramente culturales (sociales, técnicas, administrativas, económicas) han de ser completadas con las biológicas o etológicas". Resumo aquí algunas de ellas:- Dosificar la masificación urbana.- Evitar los hormigueros habitacionales que conspiran contra el instinto espacial individual.- Fomentar los deportes competitivos, frenadores o derivativos del comportamiento agresivo, pero no para aumentar la cantidad de espectadores sino la de participantes activos.- Reducir mediante ordenanzas los estímulos agresógenos, especialmente el ruido en las grandes ciudades.- Favorecer los comportamientos lúdicos, derivativos y sustitutos del comportamiento agresivo.- Estimular el temprano comportamiento vinculatorio madre-hijo.- Educar para desestimular la agresión natural, recompensando el buen comportamiento espontáneo (aprendizaje "operante") y rehuir los castigos (inoperantes).- Facilitar el intercambio internacional suprimiendo trabas para la circulación de personas, documentos, obras etcétera.- Promover los encuentros deportivos internacionales.El "tercer lado" por la pazLíneas arriba dijimos que nuestras reflexiones en torno de la violencia enfrentaban una cuestión que posee un inocultable parecido con cualquier problema filosófico tradicional y lo comparamos con un prisma que gira ante nuestros ojos. Esto pone en evidencia la necesidad de discernir aspectos. Distinguir niveles, o planos, parece ineludible en este caso. En palabras de Hacker, es menester alcanzar "la tolerancia para la complejidad y la facultad de soportar las tensiones de problemas no resueltos".Por ello hemos alejado hasta este momento esos planteos peligrosos, por lo polisémicos, que denuncian "la violencia del sistema". Expresiones como ésa, o similares, poseen una generalidad que las vincula al lenguaje poético y literario. Son propias de personas que están peleadas con la vida, o que están en pose histriónica de denuncia, o bien buscan un efecto catártico en su público. En ciertas ocasiones, afirmar que "la violencia está en el sistema" es condenarse a perder la propia condición de agentes de cambio. Si en realidad el "sistema" lo abarca todo, nuestros brazos agitados, nuestras propuestas, o nuestras protestas, también serán reabsorbidas por el sistema, y no habrá nada para hacer.Eso suena tan absurdo como decir "el planeta llueve", en vez de hablar con mayor precisión y referirnos a tales o cuales zonas donde se producen determinadas condiciones meteorológicas. Por motivos análogos, a un cirujano no le alcanza con que se le diga que el paciente está enfermo, porque esa obviedad nada aporta y deberá circunscribirse con precisión y exactitud mucho mayores dónde está localizado el problema. Dejando las metáforas y volviendo a nuestros términos, digamos que, ya se trate de la defensa de los derechos de la mujer, de la promoción de minorías sexuales, o de la protección del ambiente, todos los movimientos por los derechos civiles se comportan de una manera mucho más práctica, ignorando de hecho las declaraciones del tipo "la violencia está en el sistema", a pesar de que en algunos casos formen parte de sus discursos proselitistas.Esos movimientos han logrado en muchos casos mejoras drásticas en las condiciones de vida de muchas personas, o en la protección del ambiente, porque se han concentrado en un determinado corte o segmento - o subsistema-, y sobre él han trabajado. Saben que "aunque lo deseable y definitivo sería cambiar el sistema" -así parecen razonar-, de todos modos también creen en que los cambios graduales pueden ser, y suelen ser sustanciales para la vida de muchas personas concretas.Apenas hemos señalado las principales dificultades que poseen ese tipo de expresiones generales y confusas, como las del ataq ue al "sistema". Muchas otras podrían señalarse. Un ejemplo es el de las personas que sin ninguna alternativa visible atacan modos de producción, o modelos sociales, como si tuvieran a disposición una solución diferente real, no ideal, y como si fuera fácil conducir a la humanidad entera hacia otros caminos -habida cuenta de las experiencias trágicas del llamado socialismo real y las de la Alemania nazi-. Por otra parte, muchas de las denuncias contra "el sistema" ilustran el error de antropomorfizar entidades colectivas. Quienes las formulan, sugiriendo que se refieren a algo más ominoso y todopoderoso que nos sobrevuela a todos, olvidan que su utilidad reside en que constituyen vigorosas formas retóricas, pero que pueden alejarnos de un enfoque más operativo y transformador de la realidad. El denominador común de esas actitudes consiste en perder el tiempo en insultar la tormenta, en vez de conducirse hacia un refugio y proteger a aquellos que estén a su alcance.Para finalizar, diré que hemos recorrido muchos senderos para abordar la violencia desde "la complejidad" -en el sentido de Friedrich Hacker y también, por cierto, en el de Edgar Morin-. Pero no ha sido en vano. Claro que omitimos muchas nombres que se suelen incluir en este tipo de aproximaciones, como el de Mahatma Gandhi o el de Martin Luther King. Pero no hemos caminado en círculo, compañero lector. Porque compartimos muchos elementos, ausentes con excesiva frecuencia de las mesas de trabajo de los responsables en estos temas, que podrían convertir los análisis sobre la violencia en algo diferente de un mero lamento, o de una expresión de nobles deseos. Por ello reflexionamos sobre la importancia del lenguaje y la proximidad física. Por ello nos referimos a la "función reflectiva" y a la educación para la paz, como educación para la empatía. Y por ello mencionamos posibles factores genéticos, atendimos las recomendaciones surgidas de la etología, y descartamos las "explicaciones" generales en exceso, como las socorridas apelaciones al "sistema".Ahora me gustaría culminar, con un autor que se ha ocupado pragmáticamente de la cultura de la paz. Me refiero a William Ury, autor de obras como Alcanzar la paz, y copartícipe en la creación de la metodología de Harvard para la resolución de conflictos. Las afirmaciones de Ury son harto provocativas, pero sólidamente fundadas en experiencias de la asistencia social, las mediaciones en conflictos internacionales y los hallazgos recientes de la antropología. Según el autor, los 5.000 años de guerras y violencias de todo tipo que hemos conocido hasta el presente, representan apenas el uno por ciento de toda la historia de la humanidad.Según el autor, el homo sapiens no es una especie "asesina por naturaleza", porque sus miembros otrora han sabido coexistir con sabiduría. En sus libros, Ury ha denunciado con extraordinario detalle y solvencia profesional los errores técnicos cometidos al evaluar restos humanos, por parte de antropólogos y arqueólogos demasiado apresurados en demostrar que la violencia está en nuestra historia como especie. La posibilidad de responder a determinados estímulos con una conducta violenta posee una base antropológica, y puede que en cierto sentido llevemos eso en nuestros genes. Pero eso es tan cierto como el otro hecho complementario: también posee base biológica la potencialidad de desplegar conductas cooperativas –a la larga más adaptativas que las violentas-.No es un pacifismo ingenuo el del autor. Muy por el contrario, William Ury cree que ciertos conflictos son inevitables y además que hay derechos que no se conquistan sin lucha. Sin embargo, para el autor los conflictos guardan ciertas similitudes con el agua –o la lluvia-. Si se mantienen dentro de ciertos límites y se contienen, puede ser benéficos. Pero si se deja llegar el momento en que los ríos –o los conflictos- se desbordan, sin haber tomado ninguna precaución, ya nada habrá para hacer. Sobre la base de sus investigaciones de campo como antropólogo, Ury ha encontrado que la prevención y la resolución eficiente de conflictos, ya se trate de pequeñas comunidades, organizaciones empresariales, familias o naciones enteras, reside en la fortificación del "tercer lado".El "tercer lado" es un concepto que refiere a las actitudes de los terceros que contemplan un conflicto entre personas o grupos. Es todo lo contrario de la pasividad. En ocasiones, puede aludir a una autoridad que interviene, pero en otras puede designar la presencia de mediadores voluntarios, honestos y competentes. El "tercer lado" puede adoptar un carácter de negociación formal, o puede ser la reacción espontánea de las personas que contemplan una discusión para impedir que llegue a mayores.Las reflexiones de Umberto Eco sobre la guerra son completamente funcionales al paradigma del "tercer lado": la guerra algún día se convertirá en tabú, igual que el incesto, una vez que se adviertan sus efectos devastadores; en un planeta globalizado, los dos bandos pierden; es como jugar un ajedrez de un solo color, y donde no importa qué pieza de qué lado se suprima; la humanidad demoró en relacionar el coito con la procreación, y luego demoró en vincular la endogamia con la muerte o las enfermedades de los descendientes, pero al cabo la humanidad aprendió. Ahora bastan dos semanas para que la opinión pública advierta que un conflicto en cualquier parte pueda llevar a la bancarrota de una compañía aérea.En sus palabras: "Sin duda, un tabú no se proclama: se autoproclama. Pero hay aceleraciones de los tiempos de crecimiento. Para darse cuenta de que al unirse a la madre o a la hermana se bloqueaba el intercambio entre los grupos, se necesitaron decenas de millares de años, tal y como parece que se necesitó mucho tiempo antes de que la humanidad determinara una relación de causa y efecto entre acto sexual y embarazo. Pero para darse cuenta de que con una guerra las compañías aéreas cierran han sido suficientes dos semanas. Es compatible, pues, con el deber intelectual y con el sentido común anunciar la necesidad de un tabú, que, aun así, nadie tiene la autoridad de proclamar, fijando sus tiempos de maduración. Es deber intelectual proclamar la imposibilidad de la guerra. Aunque no hubiera solución posible".Luego agrega de modo muy sugerente: "A lo sumo, recordar que nuestro siglo ha conocido una excelente alternativa a la guerra, es decir, la guerra «fría». Ocasión de horrores, injusticias, intolerancias, conflictos locales, terror difuso, la historia al final deberá admitir que ha sido una solución muy humana y porcentualmente blanda, que ha visto incluso vencedores y vencidos. Pero no es competencia de la función intelectual declarar guerras frías. (.) En términos de derechos de la especie, [la guerra] es peor que un delito: es un despilfarro inútil".Regresemos a William Ury para culminar este breve viaje sobre la violencia, donde hemos procurado mostrar otros elementos y otras aproximaciones. Hemos procurado construir un enfoque no más optimista, sino más realista, precisamente: "Es posible que el conflicto sea inevitable, pero no lo son la pelea, la violencia y la guerra. Podemos escoger entre manejar nuestros conflictos de manera destructiva o constructiva (.) Se necesita paciencia para escuchar y buscar un acuerdo. Intervenir en los conflictos de otras personas puede ser igualmente difícil. A nadie le gusta ser acusado de 'entrometido'. Nadie quiere correr el riesgo de tensar las relaciones con sus amigos, parientes y aliados. Da miedo quedar involucrado en una situación cargada de violencia, o abiertamente violenta. Asumir el tercer lado no es una tarea fácil. (.) La paz es más difícil de alcanzar que la guerra. La paz a la que podemos aspirar no es entonces la paz armoniosa de los cementerios, no es la paz sumisa del esclavo, sino la paz construida por los valientes".FUENTESCourtoisie, Agustín, Una propuesta sobre el aborto. Mediadores en salud reproductiva, Cuadernos de Marcha, Tercera Epoca, Año XIII, N° 145, noviembre de 1998, pág. 11-15.Denker, Rolf, Elucidaciones sobre la agresión, Amorrortu, orig. 1971, B.Aires, 1973, trad. Ana Ma. S. de Peisker y revisión de Ricardo MontiEco, Umberto, "Pensar la guerra", en Cinco escritos morales. Bompiani Ed., versión castellana Ed. Lúmen, traducción Helena Lozano Miralles, 1997.Eibl-Eibesfeldt, Irenäus, El hombre preprogramado, Alianza Universidad, trad. Pedro Gálvez, pub. orig.1973, ed. castellana Madrid, 1987.Fonagy, Peter, et al., Reflective-Functioning Manual. Version 5. For Application To Adult Attachment Interviews, Psychoanalysis Unit, Sub-Department of Clinical Health Psychology, University College London (material circulado vía Internet).Gil, Daniel, El capitán por su boca muere o la piedad de Eros. Ensayo sobre la mentalidad de un torturador, ed. Trilce, Montevideo, 1999.Hacker, Friedrich, Agresión, ed. Grijalbo, Barcelona, 1973.Hasler, Alfred, El odio en el mundo actual, Alianza Ed., trad. Federico Latorre, orig. 1969, ed. Castellana, Madrid 1973.Ridley, Matt, Genoma. La autobiografía de una especie en 23 capítulos, Taurus, Madrid, 2001.Tálice, Rodolfo, El hombre: agresión y vinculación, Librerías Papacito, Editores, 1976.Ury, William, Alcanzar la Paz. Diez caminos para resolver conflictos, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2000. * Profesor de Cultura y Sociedad Contemporánea en la Licenciatura de estudios Internacionales, FACS, Universidad ORT Uruguay.
This dissertation critically interprets the international dimension of the Ukrainian crisis in 2013, crisis that intensified in the 2014 and resulted in an armed conflict between Ukraine and Russia in eastern part of Ukraine and occupation of Crimea. It argues this crisis to be simultaneously the result and the intensification of the collision of antagonist and foreign policies towards the contested borders of Ukraine between NATO and Russia. Notwithstanding Ukrainian domestic dimension related to recent and incomplete transition of the country after Soviet Union collapse and its independence, Ukrainian crisis has an inseparable international dimension to it. Analyzed from an international perspective, the events that started in Kiev in November of 2013 can be linked to the competition between the NATO and Russia for security in their shared neighborhood. After Soviet Union collapse in 1991, Russia fell into complex crisis in political, social, economic and national identity domains. In the foreign policy sphere, an internal debate started on what role Russia should perform, at regional or on global level in the post-Cold War background. In this context, Ukraine is inseparable ally and shield for Russia from West pressure near Russia borders, from EU enlargement and NATO expansion, which is considered as treat for Russian security. Russia combined a whole range of arguments to protect its borders, sphere of influence and its citizens in Ukraine. Vladimir Putin in 2014 presented those arguments in his address to the State Duma. This research intends to provide a contribution to the literature on Crimean crisis, Russian foreign policy and political discourse. ; A presente dissertação interpreta criticamente a dimensão internacional da crise ucraniana começada em 2013, crise que se intensificou em 2014, e que resultou em conflito armado entre a Ucrânia e a Rússia na parte leste da Ucrânia e a ocupação da Crimeia. A dissertação argumenta também que esta crise é simultaneamente o resultado e a intensificação da colisão entre duas políticas externas antagónicas em relação às contestadas fronteiras da Ucrânia, entre a NATO e a Rússia. Quanto à esfera doméstica e interna da política ucraniana relacionada com a transição recente e incompleta do país após o colapso da União Soviética em 1991 e da sua independência no mesmo ano, lidando ainda hoje o país com problemas como nepotismo, oligarquismo, abuso de poder, corrupção e violação dos direitos humanos, a crise ucraniana tem uma dimensão internacional inseparável. Na perspetiva internacional, os eventos que ocorreram em Kiev em novembro de 2013 podem ser vinculados à competição entre o expansionismo e alargamento do Ocidente para junto das fronteiras Russas. O colapso da União Soviética mergulhou a Rússia na profunda crise nos domínios da identidade nacional, nas esferas da política interna e externa, económica e social. A Rússia enfrentou uma das maiores depressões económicas da sua história. A nivel geopolítico a Rússia enfrentou uma grande mudança na sua história recente, após perder asua influência sobre a esferea de influência tradicional da Europa Leste e nos países Bálticos, bem como o fracasso das políticas económicas de Mikhail Gorbachev. As mudanças geopolíticas transformaram o antigo espaço de influência da então União Soviética em um espaço completamente integrado nas organizações supranacionais ocidentais, nomeadamente a NATO e a União Europeia, organizações que continuam as suas políticas expansionsistas na região vital para a segurança Russa. Apesar disso, a Rússia, exercia os atributos de uma potência mundial, com um assento permanente no Conselho de Segurança das Nações Unidas, e o segundo maior arsenal nuclear, mas o seu status económico enfraquecido abriu uma contradição entre a aspiração e capacidade do país. Na esfera da política externa, iniciou-se um debate interno sobre que posição e papel a Rússia deveria desempenhar, a nível regional e global no cenário da pós-Guerra Fria. Neste contexto, a Ucrânia é inseparável aliada e escudo, ainda que alguns autores considerem a Ucrânia como um estado buffer ou uma espécie de "ponte" para a Rússia das pressões ocidentais próximas das suas fronteiras, que impede assim o alargamento e expansão da União Europeia e da NATO para o leste europeu, questões essas que são consideradas essenciais na segurança Russa. A discussão acerca da identidade nacional russa remonta ao século XIX, um período de grandes mudanças na Rússia, também conhecido como período renascentista Russo, no qual o país eslavo testemunhou grandes mudanças sobretudo na literatura e na filosofia, com grande influência dos autores como Leo Tolstoy e Fyodor Dostoevsky. A elite e a nobreza russa começaram a separar duas escolas distintas, eslavófilia e ocidentalismo. Por um lado, o ocidentalismo incentivava o desenvolvimento do país de acordo com os princípios e valores europeus e ocidentais. Por outro lado, os eslavófilos argumentavam que a Rússia tinha uma missão histórica e cultural e só poderiam desenvolver-se de acordo com as suas tradições inerentes, sem influência do ocidente. A discussão ainda permanece nos dias de hoje, sobre se a Rússia é única nas suas tradições e deve continuar no seu próprio caminho com distanciamento para com o ocidente ou se o país devia seguir o resto do mundo com uma maior aproximação ao ocidente. Vladimir Putin pretende um posicionamento reconhecível e prestigiado da Rússia no sistema internacional, caracterizado por uma identidade russa única, com base na sua história, legado, língua, cultura, tamanho e obrigação de proteger as suas fronteiras e a sua população. Essa identidade revelase em interesses específicos e no reconhecimento de particular valor à independência e soberania do país como uma grande potência. Essa tentativa de afirmação da Rússia como uma grande potência começou logo após a Segunda Guerra Mundial, época na qual a Rússia, cercada pelo medo e pela incerteza que o mundo atravessava, foi obrigada a reagir, porque havia um sentimento e expectativa de que a guerra realmente não tinha terminado e que a qualquer momento poderia começar outra Guerra. Joseph Stalin impressionado com o poder destrutivo das primeiras bombas atômicas dos Estados Unidos da América, nos bombardeamentos atômicos das cidades de Hiroshima e Nagasaki no Japão, evento que ditou fim a Seguda Grande Guerra, ordenou o seu rápido desenvolvimento no território soviético, com ansiedade de que os EUA pudessem realmente utilizar as bombas contra o espaço da União Soviética. A identidade russa não é suficientemente forte para triunfar e ser reconhecida, está em processo de constante mutação, no qual os interesses internos misturam-se com externos. A Rússia tal como a Ucrânia são países de democracias recentes. Após a dissolução da antiga União Soviética, a Ucrânia procurou um novo caminho e uma maior aproximação com o ocidente, a União Europeia e NATO, o expansionismo e alargamento ao leste europeu dos mesmos eram vistos para o país Ucraniano como uma oportunidade de se "afastar" da Rússia, que assombrava e exercia um poder e uma influência enormes sobre o país desde a formação da antiga União Soviética até aos dias de hoje. O que a Ucrânia mais desejava, era o que a Rússia mais temia, ambições antagónicas dos dois países. Em 2013, o expansionismo e alargamento da União Europeia, sobretudo depois de 2004 contava com vários países a leste europeu, inclusive alguns ex-membros da União Soviética , a Ucrânia ambicionava assinar o Acordo de Associação, que colocaria o país a um passo de se tornar um membro da mesma. Víktor Yanukóvytch, ex-presidente Ucraniano entre 2010-2014, ponderou assinar o acordo, apesar da vontade do povo e do país que ambicionavam um futuro com novos parceiros europeus. No entanto, Víktor Yanukóvytch não chegou a assinar nenhum acordo com União Europeia. De referir que um outro acordo estava nas mãos do Víktor Yanukóvytch, o da União Económica Eurasiática (UEE), Rússia expectava que Ucrânia resistisse e trocasse a União Europeia e a NATO por antigos membros e os seus aliados, nomeadamente voltar a ser um parceiro da Rússia. Após varias tentativas de resistência do Víktor Yanukóvytch para assinar o Acordo de Associação, Kiev começou a testemunhar vários protestos que se intensificavam a cada dia. Um dos protestos e movimentos mais marcantes ficou conhecido como Euromaidan, que simbolizava a "sede" dos Ucranianos para o país se tornar membro da União Europeia. A Ucrânia transformou-se num "tabuleiro" geopolítico e estratégico. A Rússia vê-se obrigada a agir, através das causas externas como a controvérsia geopolítica entre Ocidente e Rússia, a contínua expansão da União Europeia e a NATO nos Bálticos, são dos fatores fulcrais que levaram a Rússia a procurar pontos estratégicos para conter esta aproximação nas suas fronteiras. A intervenção na Crimeia é uma disputa assente na preocupação de Moscovo com os cidadãos da etnia russa na Crimeia (estes constituem mais de metade da população da Crimeia 58,5%), constituíndo um dos argumentos principais do discurso do Vladimir Putin ao tentar legalizar a intervenção na Ucrânia. Assim, o conceito de Mundo Russo, constitui uma figura de imaginação geopolítica, servindo de ferramenta que o Moscovo, sob representação de Vladimir Putin há mais de vinte anos, utiliza para tomar as medidas necessárias para proteger os seus cidadãos fora do país, uma vez que milhões de russos encontravam-se fora do alcance de Moscovo. A literatura considera que a promoção do conceito de Mundo Russo constitui um elemento da ideia de sonho da restauração da Rússia ou da sua influência nas fronteiras da exUnião Soviética. O conceito serve também para a Rússia como um instrumento para projetar o seu soft power. No caso da Ucrânia, a promoção do Mundo Russo tornou-se associada à intervenção militar russa na parte leste da Ucrânia nas cidades de Donetsk e Lugansk, que fazem fronteira com a Rússia, passando assim de soft power a hard power. Assim a Rússia continua em busca de implementar a sua influência no espaço póssoviético, usando a diaspora como justificação, onde as relações linguísticas e culturais entre os seus cidadãos no exterior desempenham papel central e, quando necessário, a intervenção pode estar associada ao uso da força (Geórgia 2008, Ucrânia 2014). É imperativo referir que, na influência da política soviética de domínio da língua russa, ainda está presente na Ucrânia. Após a independência em 1991, a língua ucraniana teve a oportunidade de se tornar a língua oficial e de pleno direito. No entanto, territorialmente, a lingua ucraniana é asimétrica, o que se reflete nas zonas onde a língua russa predomina e consequente bipolaridade da língua ucraniana. Estas circunstâncias estavam entre os principais fatores da erupção de um conflito armado no leste da Ucrânia e da anexação da Península da Criméia pela Federação Russa em 2014. Numa perspetiva histórica, a Crimeia foi conquistada pelo Império Russo durante o reinado de Catarina, a Grande, em 1783, e permaneceu como parte da Rússia até ao ano de 1954, sob o commando e ordem de então líder da União Soviética Nikita Khrushchev foi transferida para a Ucrânia. As razões que levaram para tal acordo de transferência da Crimeia sob commando da Rússia para a Ucrânia ainda não são claras e justificadas, continuam a causar polêmica e discussão aberta entre os historiadores. No entanto, contrariamente aos mitos russos difundidos nos últimos anos, esse ato, em primeiro lugar, não foi um "presente" solidário de Nikita Khrushchev. A transferência da Crimeia em 1954 para a República Soviética da Ucrânia não teve relevância geopolítica enquanto a URSS existisse. O Mar Negro é uma região e componente essencial da nova política russa e a sua tentativa de combater a crescente influência que a NATO tem vindo a exercer nas últimas duas décadas. Os principais objetivos da Rússia não são apenas reforçar a sua fronteira a sul, mas também intimidar os seus vizinhos mais desprotegidos e "bloquear" o acesso e aproximação da NATO a países como Ucrânia e Moldávia e toda a região do Cáucaso. Para a Rússia, a longo prazo, parece que a intenção será, em primeiro lugar, garantir que o Mar Negro seja controlado predominantemente pela Rússia. A Rússia reuniu os argumentos para proteger suas fronteiras, esfera de influência e os seus cidadãos na Ucrânia. Os argumentos foram apresentados no discurso do presidente da Federação Russa, Vladimir Putin, a 18 de Março de 2014. Discutir os conceitos de anexação, reunificação, autodeterminação dos povos e príncipio da integridade territorial torna-se imprescindível para compreender a perspetiva russa. O argumento de Moscovo refere que a Crimeia foi reunificada com a Rússia, e pode ser visível nos discursos politicos e meios de comunicação, pois a reunificação é vista como algo aceitável e uma ação legal, uma perspectiva diferente da ucraniana. Por sua vez, os argumentos dos pró-ucranianos referem-se às ações da Rússia na Crimeia como anexação, uma ação de violação de soberania e integridade territorial ucraniana; os prórussos, por sua vez, consideram que o território foi reunificado. Essa divisão e uso de palavras e conceitos é importante porque faz com que se perceba qual é a posição adotada quando se discutem as ações da Rússia na Crimeia em 2014. A decisão do governo da Crimeia, apoiada maioritariamente pelos resultados do referendo de 2014, de solicitar a reunificação com a Federação Russa foi considerada lícita no discurso de Putin. Com a desordem política em Kiev, tanto as forças militares como os cidadãos pró-Russos na Crimeia decidiram agir e organizaram um referendo em 16 de março de 2014, contanto com grande suporte por parte da Rússia, que se encaregava de conduzir e monitorizar o referendo. O conteúdo dos boletins era muito controverso, pois oferecia aos eleitores apenas duas opções que tanto a opção 1 como a opção 2 beneficiavam uma maior aproximação da Crimeia a Rússia. Apesar do resultado avassalador de (96.77%) segundo fontes oficiais, dos eleitores terem optado por opção 1 que permitia a Crimeia reunificar com Rússia, o referendo ocorrido na Crimeia é considerado illegal. Por sua vez, os resultados do mesmo são considerados legais por parte da Rússia. Através da aplicação da metodogloia de análise crítica do discurso, que melhor se enquadra para a presente investigação, torna-se possível e crucial fragmentar e desconstruir o discurso de legitimização de Vladimir Putin e apresentar os resultados sob uma ótica critica e reflexiva do mesmo. A Rússia reuniu os argumentos para proteger suas fronteiras, esfera de influência e os seus cidadãos na Ucrânia. Os argumentos foram apresentados no discurso do presidente da Federação Russa, Vladimir Putin, a 18 de Março de 2014. Discutir os conceitos de anexação, reunificação, autodeterminação dos povos e príncipio da integridade territorial torna-se imprescindível para compreender a perspetiva russa. O argumento de Moscovo refere que a Crimeia foi reunificada com a Rússia, e pode ser visível nos discursos politicos e meios de comunicação, pois a reunificação é vista como algo aceitável e uma ação legal, uma perspectiva diferente da ucraniana. Por sua vez, os argumentos dos pró-ucranianos referem-se às ações da Rússia na Crimeia como anexação, uma ação de violação de soberania e integridade territorial ucraniana; os prórussos, por sua vez, consideram que o território foi reunificado. Essa divisão e uso de palavras e conceitos é importante porque faz com que se perceba qual é a posição adotada quando se discutem as ações da Rússia na Crimeia em 2014. O lugar da Rússia na ordem internacional mudou significativamente, não apenas devido às ações de 2014 na Ucrânia, mas também ao discurso de criar um novo posicionamento para o país no sistema internacional. Abordar uma Europa pós-Crimeia como realidade social radicalmente diferente devido à intervenção da Rússia na Crimeia é, muito provavelmente, um exagero. Porém, ajuda perceber a estratégia russa no espaço póssoviético que, perante a impossibilidade de controlar Kiev, opta pela divisão formal (com recurso ao soft e hard power) da Ucrânia em esferas de influência. Este estudo pretende assim contribuir com a literatura sobre a crise da Crimeia de 2014, a política externa da Rússia e o discurso político.
La presente Tesis Doctoral viene titulada como "Presencia de las Redes Sociales y Medios de Comunicación: representación y participación periodística en el nuevo contexto social". Se hace preciso advertir que esta investigación que elaboro pretende cumplir los requisitos necesarios para la obtención del título de Doctor bajo la modalidad de "Tesis por compendio de publicaciones" según viene determinado por el artículo 9 de la Normativa Reguladora del Régimen de Tesis Doctoral (acuerdo 9.1/CG 19-4-12) de la Universidad de Sevilla, publicada en el Boletín Oficial de la Universidad de Sevilla (BOUS) número 3, de 23 de mayo de 2012, y que se desarrolla en el Real Decreto 99/2011 de 28 de enero, por el que se regulan las enseñanzas oficiales de doctorado (BOE de 10 de febrero), donde sus artículos del 11 al 15 establecen el régimen relativo a la admisión a un programa de doctorado, realización, evaluación y defensa de la Tesis Doctoral. Según lo dispuesto por la Disposición Transitoria Primera del RD 99/2011 que habilita la aplicación de la nueva regulación del régimen de Tesis a los estudiantes de anteriores ordenaciones en lo relativo a tribunal, defensa y evaluación de la Tesis Doctoral, la Normativa Reguladora del Régimen de Tesis Doctoral (acuerdo 9.1/CG 19-4-12) de la Universidad de Sevilla indica en su artículo 1 que "queda por tanto así derogada la Normativa de régimen de tesis adoptada por Acuerdo 6.1/C.G. 30-9-08 que es sustituida por la presente Normativa". Esta advertencia es imprescindible para entender la estructura y forma de la materialización escrita de un largo proceso investigador. Es preciso apuntar que, según la Normativa antes indicada, se pueden presentar para su evaluación como Tesis Doctoral un conjunto de trabajos publicados por la doctoranda que "deberá estar relacionado con el proyecto de tesis doctoral en programas regulados por el RD 1393/2007 o anteriores, o con el plan de investigación que conste en el documento de actividades del doctorando en programas regulados por el RD 99/2011". Además, "el conjunto de trabajos deberá estar conformado por un mínimo de dos artículos publicados o aceptados o capítulos de libro o un libro, debiendo ser el doctorando preferentemente el primer autor […]". El compendio de la presente Tesis Doctoral está compuesto por dos libros que son los siguientes: § GARCÍA ESTÉVEZ, Noelia: Redes Sociales en Internet. Implicaciones y consecuencias de las plataformas 2.0 en la sociedad. Editorial Universitas, Madrid, 2012. ISBN: 978-84-7991-359-5. D.L.: M-7755-2012. § GARCÍA ESTÉVEZ, Noelia: Realidad Periodística, contexto social y era tecnológica. Equipo de Investigación de Análisis y Técnica de la Información, Sevilla, 2012. ISBN -13: 978-84-695-6109-6. ISBN -10: 84-695-6109-X. D.L.: SE-6872-2012. Comprobamos que la Tesis Doctoral aquí presentada por compendio de publicaciones cumple los requisitos de la Normativa. Así, el título que encabeza estas páginas fue el propuesto para el Proyecto de Tesis Doctoral presentado en su día y con la posterior aprobación de la Comisión de Doctorado del Departamento de Periodismo II de la Universidad de Sevilla, en el que se circunscribe esta Tesis. Por lo tanto, observamos una evidente relación entre el tema del Proyecto de Tesis Doctoral y las publicaciones aquí presentadas: las Redes Sociales, el Periodismo y la Sociedad. Por otro lado, en cuanto a la autoría de los trabajos presentados, en ambas publicaciones la única autora es la doctoranda, Noelia García Estévez, ciñéndose así a lo indicado en la Normativa que precisa que debe ser la primera autora, y que como puede apreciarse es la única. Siguiendo las indicaciones de la citada Normativa que regula la presentación de una Tesis Doctoral por compendio, a las publicaciones ya mencionadas se incluyen estas páginas en las que figuran los siguientes apartados: A. Una introducción en la que se desarrolla la justificación de la unidad temática de la Tesis. (Véase Capítulo 1). B. Los objetivos, las hipótesis y los principales aspectos del sistema metodológico que ha regido esta investigación. (Véase Capítulo 2). C. Un resumen global de los resultados, donde se enlazan y se contrastan los principales resultados obtenidos y plasmados de forma independiente en las publicaciones presentadas. (Véase Capítulo 4). D. Una discusión de estos resultados, en la que se contrasten estos resultados con las hipótesis planteadas y se reflexione de manera crítica sobre la calidad de la validez interna y externa de la investigación. (Véase Capítulo 5). E. Las conclusiones alcanzadas tras la investigación. (Véase Capítulo 6). F. Aunque la Normativa no lo exige, hemos creído conveniente añadir los apartados de "Publicaciones y sus canalizaciones" donde desarrollamos la optabilidad de editar nuestras investigaciones y las tangibilidades al efectuar las ediciones (véase Capítulo 3) y de "Bibliografía utilizada" en el cual hemos recopilado y clasificado todas las fuentes bibliográficas y hemerográficas que han sido utilizadas a lo largo de las dos publicaciones presentadas y de las siguientes páginas. (Véase Capítulo 7). La presente Tesis Doctoral, titulada "Presencia de las Redes Sociales y Medios de Comunicación: representación y participación periodística en el nuevo contexto social", tiene como objeto de estudio el análisis de la actividad periodística en el nuevo contexto social donde las Tecnologías de la Información y la Comunicación han adquirido un papel crucial. Centraremos nuestra investigación en el ámbito de las Redes Sociales en Internet, pues se han erigido como un elemento fundamental cuyas implicaciones se extienden de manera transversal en todos los aspectos de la sociedad. Por lo tanto, nos enfrentamos al estudio del Periodismo en un momento en el que los avances tecnológicos y la comunicación basada en el paradigma 2.0 influyen, por un lado, en el propio quehacer periodístico, desde el punto de vista del profesional de la información, y, por otro, afecta de manera importante en el entorno social en el que encontramos un ciudadano, receptor de la información periodística, con nuevos hábitos y costumbres y con nuevas demandas y exigencias. Dice Klaus Krippendorff que "toda investigación científica está motivada por el deseo de conocer o entender mejor una porción del mundo real". Esa porción del mundo real a la que se refiere el citado autor y que de forma genérica se conoce como acotación del objeto de estudio es en esta investigación la interrelación entre las Redes Sociales, el Periodismo y la Sociedad. Más concretamente, el papel del Periodismo en un nuevo contexto social en el que impera una comunicación 2.0. Desde finales del pasado siglo y muy especialmente con el inicio del siglo XXI se inauguró una nueva etapa para la humanidad, marcada en gran medida por el imparable desarrollo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Es obvio que hoy día el ciudadano posee una gran capacidad para comunicarse y mantener relaciones profesionales y/o afectivas con otras personas situadas en cualquier parte del globo terráqueo, superando barreras no sólo geográficas, sino también sociales, culturales, políticas, etc. Además, la popularización y el abaratamiento paulatino de los dispositivos y terminales desde los que se pueden acceder a estas redes ha impulsado la generación de conexiones en el ciberespacio. Como dice Cebrián "la web 2.0 es una plataforma de redes sociales de información en sentido amplio y general concerniente a muchos campos del conocimiento y de la vida real, en sentido periodístico o de información de actualidad, veraz y de interés general de la sociedad, en sentido interpersonal, o de relaciones entre dos o más personas y grupos, y en sentido personal o de comunicación de cada individuo con su entorno inmediato a través de sus sistemas captores del exterior y de sus reacciones ante ellos". Con todo ello, nosotros abordamos una investigación de un fenómeno comunicacional que ha supuesto un profundo cambio en la estructura de los Medios de Comunicación y en los modos en que la sociedad recibe la información. El impacto de la web 2.0 ha supuesto una mutación del receptor pasivo de la comunicación a un creador y gestor de contenidos. Ha supuesto, además, la ruptura del paradigma tradicional de la comunicación consistente en la tríada emisor-canal-receptor, donde el mensaje ya no es unidireccional, sino que fluye de manera transversal hasta convertirse en una gran conversación global y multidireccional gracias a la accesibilidad, instantaneidad y viralidad de la red. La planificación y el trazado del proyecto de la investigación por realizar supusieron el inicio de esta investigación, pues se trata de una etapa crucial para el éxito del proceso investigador ya que sin una buena planificación difícilmente se podrán establecer unos objetivos concretos y los mecanismos necesarios para conseguiros. Esta etapa se divide en los siguientes pasos: Selección del tema: consiste en "la definición y posterior delimitación del campo de conocimientos sobre el que piensa trabajar". Identificación de un problema: se trata de detectar algún aspecto no conocido dentro de un área temática y que amerite de una indagación para su solución, también enunciado. Formulación del anteproyecto: se refiere a la realización de "un primer borrador o papel de trabajo que ha de contener las ideas básicas sobre la investigación que nos proponemos llevar a cabo". La elección del tema es la primera gran encrucijada a la que se enfrenta todo investigador en su andadura hacia la obtención del Título de Doctor. No obstante, antes del tema está el problema, pues tal y como apunta Jorge Felibertt "el problema es el punto de partida de toda investigación. Se origina cuando el investigador observa dudas sobre una realidad, o hecho o teorías, aparece a raíz de alguna dificultad, nace de una necesidad, con dificultades sin resolver. Una vez que se viene una idea sin resolver, se procede a enmarcar dicho problema en forma de un título de investigación, luego se plantea de forma específica el problema que se acaba de originar el cual estará contenido en el tema seleccionado". Ahora bien, está claro que el problema que el investigador detecte y que le incite a embarcarse en una investigación profunda como es una Tesis Doctoral estará enmarcado en las áreas de conocimiento y de interés del propio investigador. Esto es, una persona puede hallar diversos problemas que se presten a ser investigados, pero la elección del problema a investigar vendrá determinado en gran medida por las características y la propia naturaleza del investigador. Así, el tema, y su pertinente problema, es el primer interrogante que, una vez resuelto, iniciará un largo camino hasta su materialización en una Tesis Doctoral. No siempre es posible formular el problema de forma clara, precisa y manipulable. Éste es propio de la naturaleza misa de la investigación científica, de sus dificultades y complejidades. La capacidad de plantear problemas, dice Cohen y Nagel, "es una señal de posesión del genio científico" y es que los problemas no surgen de la nada, sino que son los investigadores con sus conocimientos y bases teóricas quienes los formulan. En nuestro caso, la elección del tema vino determinada, en primer lugar, por corresponderse a las predilecciones de la doctoranda y estar en sintonía con el Equipo de Investigación de Análisis y Técnica de la Información de la Universidad de Sevilla, al que pertenece la doctoranda desde 2009. Además, y siguiendo las recomendaciones de Umberto Eco, las fuentes a las que se debía recurrir eran, en general, accesibles y manejables. Por su parte, los directores de la Tesis y la propia investigadora han trabajado en la elaboración de un cuadro metodológico apto y efectivo para esta investigación y para la obtención de unos resultados. Recordemos que la realización de una Tesis Doctoral "constituye un trabajo original de investigación con el cual el aspirante ha de demostrar que es un estudioso capaz de hacer avanzar la disciplina a la que se dedica". Esa es la verdadera vocación de este trabajo, hacer avanzar las Ciencias del Periodismo e incluir en ellas investigaciones y teorías válidas sobre fenómenos actuales que repercuten en la sociedad en general y en el Periodismo en particular y que nos obligan a un replanteamiento constante de las bases teóricas de la ciencia. Las Redes Sociales en Internet han calado en la sociedad como en su día lo hiciera la televisión, el teléfono móvil o el propio Internet. Como ya lo dijera el sociólogo Marshall McLuhan en la década de los 60 del pasado siglo, la tecnología constituye una prolongación de nuestro cuerpo. Internet, que más que una tecnología es un efecto de la misma, ha creado el marco de la nueva sociedad, un entorno vital a medio camino entre lo virtual y lo real. El surgimiento de la web 2.0 o web social ha supuesto un antes y un después para el conjunto de la sociedad en, prácticamente, todas las esferas de la vida. Desde el plano más personal e íntimo, hasta el profesional o académico. Todo se ha visto impregnado de la presencia de Blogs, Wikis o Redes Sociales (como Facebook, Twitter…). La tecnología es omnipresente hoy día y media gran parte de la comunicación social. Este nuevo paradigma en el proceso de la comunicación subyace también en el entorno del Periodismo y los Medios de Comunicación. Por lo tanto, en esta investigación nos aproximamos al papel del Periodismo como un ente que ha de evolucionar y adaptarse al propio desarrollo tecnológico, por un lado, y a la nueva sociedad receptora del discurso mediático, por otro. Desde la ciencia poco se ha abordado aún un estudio profundo y amplio sobre el surgimiento, desarrollo y situación actual de las plataformas sociales y sus implicaciones en el Periodismo. Estamos convencidos de que, como bien apuntaba Castells, "la teoría y la investigación […] deben considerarse medios para comprender nuestro mundo y deben juzgarse por su precisión, rigor y pertinencia". De aquí deriva el interés de esta investigación la cual pretende analizar cómo funciona la actividad periodística en el marco de la sociedad actual desde la inclusión de la web 2.0 y las Redes Sociales. Aspirando a ofrecer un conocimiento válido y útil para hacer frente a las nuevas exigencias del profesional de la información de nuestro mundo. Asistimos a cambios profundos, más grandes de los que vivieron cualquiera de nuestros antepasados. Se trata, según palabras de Vázquez Medel, de un proceso de "trashumanización, en el que se están transformando radicalmente las claves que rigen la economía y el mundo empresarial, la política y las organizaciones sociales, las relaciones interculturales y el mundo del derecho, la evolución de la ciencia y la tecnología, y hasta la experiencia individual del mundo, de la vivencia de la espacialidad, la temporalidad, la corporeidad, la relacionalidad". En esta encrucijada ya no sirven las respuestas que hasta ahora eran válidas, ya se quedan obsoletas las fórmulas que parecían efectivas. Ahora, advierte Vázquez Medel, "se hace imprescindible buscar activa y creativamente nuevas soluciones". En última instancia, ése es precisamente nuestro objetivo: buscar respuestas a las nuevas preguntas surgidas en el ámbito del Periodismo tras una revolución tecnológica y cibernética masiva, en la que los usuarios ya no sólo consumen sino que también producen. Un espacio heterogéneo en cuanto a las características de sus miembros así como a la naturaleza de las relaciones que entre ellos se establecen. 1.3. Antecedentes e interés actual de la investigación. El Análisis de Redes Sociales (en adelante, ARS) y la Teoría de Redes se han configurado como una metodología clave en las modernas Ciencias Sociales, entre las que se incluyen la Sociología, la Antropología, la Psicología Social, la Economía, la Geografía, las Ciencias Políticas, la Cienciometría, los estudios de Comunicación, estudios Organizacionales y la Sociolingüística. También ha ganado un apoyo significativo en la Física y la Biología entre otras. En el ámbito de las Ciencias Sociales, una Red Social es una estructura, un grupo de personas relacionadas entre sí que puede representarse analíticamente en forma de uno o varios grafos, en los cuales los nodos representan a los agentes o individuos -también llamados actores- y los arcos -o lazos- representan las relaciones entre ellos. El ARS surge en la década de 1950 con una ingente cantidad de estudios desde diferentes disciplinas: en la sociometría Jacobo Moreno desarrolla la teoría matemática de los grafos; en la psicología social encontramos las teorías del equilibrio estructural de Harary y Cartwright; en la antropología destacan John Barnes, J. Clyde Mitchell y, especialmente, Elizabeth Bott; desde la sociología también se ha entendido el ARS como una variedad de la teoría general de la Sociología estructural con autores como Radcliffe-Brown y, sobre todo, Simmel. En el ámbito español suele considerarse pionero en la introducción del ARS el artículo "El concepto de red social" de Félix Requena Santos en la Revista Española de Investigaciones Sociológicas (REIS). También ha sido fructífero el trabajo de Josep A. Rodríguez desde el Departamento de Sociología y Análisis de las Organizaciones de la Universidad de Barcelona y el Grupo de Análisis de Redes (NAGAR) y el de José Luis Molina desde el Departamento de Antropología Social y Cultural de la Universidad Autónoma de Barcelona y su grupo de investigación Egoredes. Sin embargo, hemos de advertir que nuestro objeto de estudio no es el concepto tradicional y sociológico de Red Social, sino que nosotros indagamos sobre las características, efectos, desarrollo y evolución de las Redes Sociales en Internet. En esta parcela, son mucho menos numerosos los estudios e investigaciones que actualmente encontramos, especialmente en el campo de las Ciencias del Periodismo. Si bien es cierto que desde el principio Internet, las Redes Sociales y el desarrollo tecnológico han despertado el interés de la Academia, la mayoría de los estudios que encontramos carecen aún de la profundidad y la amplitud necesarias. En efecto, nos hallamos ante un fenómeno coetáneo y de imparable evolución, lo cual no nos permite gozar de perspectiva histórica para su análisis. Sin embargo, es imprescindible la realización de investigaciones exploratorias que empiecen a teorizar y argumentar sobre los procesos de los que son testigos. En el ámbito internacional hallamos las aportaciones de autores como el propio Stanley Milgram y su teoría del mundo pequeño; Dan Gillmor y sus aportaciones sobre el Periodismo Ciudadano; Davenport y Prusak y sus estudios sobre la gestión del conocimiento; Fowler y Christakis y sus estudios sobre el poder las Redes Sociales; Godins y su concepto de ideavirus; Jeff Jarvis y el marketing de código abierto; Palfrey y Gassser y su descripción del nativo digital; Rheingol y sus observaciones sobre las comunidades virtuales y las multitudes inteligentes; Lévy y su idea de inteligencia colectiva; Prensky y su teoría de la inmigración digital… Dentro del habla castellana o española también encontramos una serie de autores que se han convertido en referencia dentro de la temática de Redes Sociales en Internet y sus diversas implicaciones sociales y profesionales. No podemos dejar de citar el trabajo y las contribuciones de autores como Manuel Castells y su teoría sobre la Sociedad de la Información y la Sociedad en Red; Enrique Dans y sus constantes reflexiones sobre tecnología y evolución; José Luis Orihuela y sus indagaciones en torno a la Cibercultura, Periodismo y Comunicación digital; Ugarte y su concepto de ciberturba en torno al papel de las Redes Sociales en la movilización social; Alfons Cornellá y su indagación sobre la gestión del conocimiento en red; Juan Varela, José Manuel Gómez y Méndez y Sandra Méndez Muros y su visión del Periodismo Ciudadano; Juan Freire; Mariano Cebrián; Jesús Miguel Flores Vivar; María Ángeles Cabrera González; Antonio Fumero; Adolfo Plasencia; Javier Celaya; Ramón Salaverría; Luis Rull… Diversos investigadores han optado también por esta temática en su andadura hacia la consecución del título de Doctor. Aparte de nuestro caso y de la presente Tesis Doctoral, debemos señalar la investigación llevada a cabo por Sonia Ruiz Blanco sobre la evolución del blog y el papel del receptor en generador y emisor de contenidos y la de César Viana Teixeira en torno a una concepción de las Redes Sociales como modelos de agencias ciudadanas de Comunicación. Desde el ámbito de la Comunicación también encontramos investigaciones de Tesis Doctoral que indagan acerca de los aspectos publicitarios y de marketing de estas herramientas, tal y como la de Fanny Yolanda Paladines Galarza, la de Pedro Álvaro Pereira Correia o la de Virginia Piazzo. Desde la organización y la gestión de empresas encontramos las Tesis Doctorales de Mª. del Carmen Alarcón del Amo o la de Silvia Rodríguez Donaire. Destacamos también las investigaciones de Pedro Román Graván, de Marco Vinicio Ferruzca Navarro o de Paloma López Sánchez, todas ellas insertadas en el campo educativo. Desde otras parcelas como las Matemáticas o la propia Informática también se han realizado interesantes trabajos de Tesis Doctorales, si bien las perspectivas aplicadas en estas investigaciones se alejan considerablemente de nuestra acotación del objeto de estudio, por lo que tienen menos pertinencia en nuestra investigación. Consideramos oportuna la realización de una investigación con rigor científico que sea capaz de analizar el papel de los Medios de Comunicación y de la propia profesión ante una evolución tecnológica evidente que ha conllevado nuevas fórmulas de comunicación social y ante una sociedad interconectada con nuevos hábitos y costumbres pero también con nuevas demandas y exigencias. Los orígenes de Internet se remontan a los años de la Guerra Fría y nace como un proyecto de investigación en redes de conmutación de paquetes, dentro del ámbito militar. A finales de los años sesenta el Departamento de Defensa Americano (DoD) llegó a la conclusión de que su sistema de comunicaciones basado en la comunicación telefónica (Red Telefónica Commutada, RTC) era demasiado vulnerable, puesto que establecía enlaces únicos y limitados entre importantes nodos o centrales, con el consiguiente riesgo de quedar aislado parte del país en caso de un ataque militar sobre esas arterias de comunicación. Como alternativa, el citado Departamento de Defensa, a través de su Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados (Advanced Research Projects Agency, ARPA) decidió estimular las redes de ordenadores hasta llegar a una red experimental de cuatro nodos, que arrancó en diciembre de 1969, se denominó ARPAnet. La idea central de esta red era conseguir que la información llegara a su destino aunque parte de la red estuviera destruida. De esta manera nacen los cimientos de Internet. Hoy, su gran popularización y asimilación por parte de la ciudadanía nos lleva a reflexionar sobre la evolución de una herramienta que nació con fines militares y que en la actualidad tiene una clara orientación social. Como expresa Millán, Internet es el fruto caliente de la Guerra Fría pues "aquel producto de la guerra fría se ha convertido (valga el juego de palabras) en el medio más caliente de la actualidad". Al hablar de Internet en España hemos de tener en cuenta que su origen, evolución y situación actual tienen unas características definitorias concretas. Si bien es cierto que los inicios fueron más tardíos y lentos que en otras áreas geográficas, hemos de reconocer que en la actualidad existe un abultado número de usuarios con una gran actividad en los contextos digitales. Desde la aparición de Internet, el crecimiento de número de usuarios ha ido a un ritmo exponencial, alcanzando los 2.400 millones de usuarios en todo el mundo en 2012, según la empresa de servicios online Pingdom. En España, un total de 25 millones de personas se conectaron a Internet en diciembre de 2013, lo que supone un 9,5% más que en el mismo mes de 2011, según el informe elaborado por la consultora Barlovento con datos de la empresa de medición comScore. En octubre de 2012, Facebook llegó a los 1.000 millones de usuarios, con más de 600 millones de usuarios móviles. En Twitter existen ya más de 140 millones de usuarios activos, enviándose más de 340 de millones de tweets al día. Más de mil millones de usuarios únicos visitan YouTube cada mes, reproduciéndose más de 4.000 millones de horas de vídeo al mes. Cada vez más gente se conecta y por más tiempo. En 2012 ese tiempo aumentó un 21%, con respecto a 2011. Los usuarios invierten más tiempo en las Redes Sociales que en otros sitios de Internet. En EE.UU., por ejemplo, el 17% del tiempo en Internet están en la Red Social Facebook. En cuanto al tiempo dedicado por persona a las Redes Sociales: por género, son las mujeres con 8:37 horas al mes a través del ordenador y 9:43 horas a través de dispositivo móvil. En cuanto a franja de edad y género, quienes más tiempo pasan son los hombres de entre 18 a 24 años y las mujeres de entre 25 a 34 años que están 11 horas al mes. Sociales han irrumpido en nuestra sociedad y en nuestras formas de comunicación transformando el panorama actual. Como ya hemos dicho, el paradigma comunicacional ha variado, se ha visto alterado por estas plataformas 2.0 generando nuevas maneras de informar y ser informados. Por lo tanto, la principal innovación en esta investigación es que en ella se entremezclan tres elementos que en la práctica están inevitablemente vinculados: las Tecnologías de la Información y la Comunicación en general y las Redes Sociales en particular; la sociedad interconectada y el ciudadano 2.0 "prosumidor"; y el Periodismo, los Medios de Comunicación y el periodista. La actual sociedad "viene marcada por la aparición de nuevos sectores laborales, la complejidad de los procesos y los productos alcanzados, la inmediatez, el progreso y la búsqueda constante de la eficacia, la globalización de los medios de comunicación, el pluralismo ideológico y la multifocalidad de la comunidad. Pero de todos estos hechos, sobresale el hecho de que las nuevas tecnologías giran en torno a todos los procesos de la información y de la comunicación". La realización de esta Tesis Doctoral se justifica por la necesidad de estudiar las características comunicacionales surgidas tras el fenómeno 2.0 y sus repercusiones en el ejercicio, estructura y recepción del Periodismo. Se ha indagado esta temática en primer lugar desde un punto de vista de la teoría, creando un importante corpus teórico sobre nuestro objeto de estudio. Además, se ha realizado un estudio de campo analizando aspectos concretos de nuestro objeto de estudio e intentando vislumbrar algunas dinámicas y tendencias en el Periodismo y la sociedad actual. Por lo tanto, se trata de una justificación doble: la primera consiste en hacer una aportación teórica, lo más completa posible, sobre las características de las Redes Sociales en Internet y el Periodismo y la sociedad bajo el paraguas de la comunicación 2.0; y la segunda es ofrecer un estudio detallado sobre las repercusiones y transformaciones reales que se están dando en el Periodismo y en el contexto social donde éste tiene lugar.
Thesis specially prepared to obtain the PhD degree in Social Sciences, specializing in Strategic Studies ; Esta tese pretende identificar a relevância da economia nacional para a autonomia estratégica de um estado e, mais especificamente, responder à pergunta: em que medida a economia nacional é relevante para a autonomia estratégica de um estado? Durante a maior parte da História, a Estratégia preocupou-se com a guerra e o uso da força militar para resolver disputas interestaduais. A força militar também foi o principal instrumento com que os países poderiam expandir rapidamente a sua riqueza e protegê-la de ameaças predatórias de outros, pelo que, de certo modo, a riqueza dependia da capacidade de ganhar guerras. Mesmo quando na Era Moderna o comércio se tornou num potente instrumento para o enriquecimento rápido, como mostram as repúblicas marítimas italianas ou as subsequentes potências dominantes do comércio oriental, como Portugal, a supremacia militar, especialmente no mar, continuou a ser fundamental para adquirir e manter os monopólios comerciais que permitiam o enriquecimento desejado. Nos tempos mais recentes, a envolvente favorável às acções bélicas mudou consideravelmente. Por um lado, conquista e pilhagem deixaram de ser instrumentos a que os estados possam recorrer facilmente, pois terão pela frente toda a comunidade internacional. Por outro lado, as condições económicas evoluíram de uma maneira que permitiu aumentar rapidamente a riqueza apenas com um melhor uso dos recursos domésticos. E por fim, o potencial de destruição do mundo, resultante do armamento nuclear, juntamente com a menor vontade de lutar à medida que as sociedades se tornam mais afluentes, tornou paradoxalmente a guerra menos provável como modo de resolução de disputas internacionais. Neste novo contexto, o poder militar permanece importante e é garante da estabilidade necessária, nomeadamente para o bom funcionamento das economias. E continua sendo uma fonte determinante na formatação do poder nas relações internacionais. Mas esse poder é principalmente uma preocupação para os países que são, ou aspiram ser, potências mundiais ou regionais. Como tal, diz respeito a um pequeno número de estados. Para a maioria dos estados (incluindo potências económicas, como a Alemanha e o Japão) – que designamos por "estados comuns" por não serem ou não aspirarem a ser potências mundiais ou regionais e não terem a sua existência em risco –, e uma vez asseguradas condições de paz mundial pelas potências e pelas organizações para o efeito instituídas pela comunidade internacional, as suas aspirações – nas quais a prosperidade tem um lugar central – e os seus interesses disputam-se sobretudo no campo da economia. É nesse campo que os países se confrontam e competem entre si continuadamente. Não em confrontos diretos, como são os jogos de soma zero, mas em disputas indiretas, como se fossem corridas em que todos podem ganhar alguma coisa, ajustando as ambições às suas capacidades. Todavia, a competição económica, mesmo quando decorre em entornos cooperativos, não deixa de ser confrontadora, na medida em que os competidores disputam recursos mundiais – recursos produtivos e poder de compra – que são escassos por natureza. Só que essa disputa, mesmo sendo confrontadora, é um jogo de soma positiva, na medida em que o seu resultado amplia o conjunto dos recursos que disputa. Desta forma, a economia tornou-se um teatro estratégico relevante. É, pois, essa realidade que as teorias da estratégia devem reconhecer e incorporar, e é para isso que esta tese pretende contribuir. A autonomia estratégica é uma condição fundamental para as opções estratégicas na ação dos estados. Muito se fala dela em vários quadrantes políticos – nomeadamente em França, nas instâncias da União Europeia e na India –, mas o termo nunca foi bem definido. Nos documentos europeus, subentende-se que a autonomia pretendida, sobretudo no caso francês, é em relação aos Estados Unidos (o que não é partilhado por muitos outros estados, incluindo a Alemanha). E na Índia, a autonomia estratégica é uma adaptação do conceito de nãoalinhamento, usado durante a Guerra Fria, ao contexto subsequente ao seu fim. Neste caso, e para além da autossuficiência militar, o conceito de autonomia passou a estender-se também explicitamente ao campo económico.Sendo uma parte essencial do objeto da pesquisa, foi necessário avançar com uma definição clara e operacional do conceito, não apenas para o desenvolvimento da pesquisa, mas também para usos futuros. Uma definição que tivesse em conta os instrumentos de poder ao alcance do estado, a estrutura do sistema internacional e as circunstâncias históricas. Para esse efeito, e para orientar a procura da resposta à pergunta de pesquisa, foi desenvolvido um quadro analítico, assumindo que uma (grande) estratégia nacional, englobando todos os recursos do país e coordenando todas as políticas nacionais, é um instrumento estratégico fundamental de boa governação do estado. E para a eficaz afirmação do estado na esfera internacional, assim como para a promoção dos interesses fundamentais do país. Instrumento que terá que ter uma natureza determinada, mas dinâmica, ancorada num propósito claro que assegure o rumo, mas flexível o suficiente para atender aos desafios, muitas vezes inesperados, que o correr do tempo e a mudança de circunstâncias hão-de ir opondo no seu caminho. Sem um tal instrumento, o estado não terá um rumo definido e limitar-se-á a navegar as circunstâncias procurando delas tirar o melhor partido, mas sem a orientação necessária para atender rápida e eficazmente à mudança da sorte circunstancial e sem perder o sentido do caminho. E porque a incerteza é o que de mais certo e permanente se tem no caminho do porvir, a autonomia estratégica – a margem de manobra para escolher meios e destinos possíveis – torna-se na melhor salvaguarda para lidar com as surpresas estratégicas que o futuro inevitavelmente colocará no caminho estratégico do estado. E por isso, uma boa estratégia nacional deve sempre conter, juntamente com os objetivos finais que pretenda atingir, o objetivo instrumental de preservação e ampliação da autonomia estratégica do país. A autonomia estratégica depende dos instrumentos de poder de que o estado disponha ou a que possa recorrer e também da eficácia e eficiência de cada um desses instrumentos nas circunstâncias concretas em que o seu uso seja necessário. Isto porque certos instrumentos de poder são mais eficazes numas circunstâncias do que noutras, pelo que, por exemplo, uma potência económica pode, em tempo de paz, ter mais autonomia estratégica do que uma potência militar. O poder económico é, pois, um dos instrumentos que pode proporcionar autonomia estratégica e em graus variados, consoante as circunstâncias, e é aquele sobre o qual esta pesquisa se debruça, como resulta claro do seu objeto. Como fatores mais relevantes para a construção do poder económico de um país e, por conseguinte, para a sua autonomia estratégica, foram destacados a dimensão da economia, a inserção nas redes mundiais de comércio, de conhecimento e de tecnologia, a capacidade tecnológica, a poupança, a riqueza e a parcimónia no recurso a fontes externas de financiamento. A dimensão económica, em si, tem reduzida relevância estratégica se não for suscetível de poder variar em resultado de acções deliberadas dos decisores estratégicos dirigidas a esse objetivo. Assim, e relativamente a esta componente, o que se torna estrategicamente relevante são os fatores suscetíveis daquelas acções. O que não é (ou só o é em níveis muito limitados) o caso da população, que sendo uma âncora importante tem um reduzido potencial dinâmico. Mas é o caso do capital físico – dependente de investimento – e humano – dependente da formação – e da eficiência económica – dependente da organização no uso daqueles fatores e que se reflete na sua produtividade. O comércio com o exterior oferece aos países a oportunidade de expandir o seu potencial económico, proporcionando um mercado de dimensão mundial e dessa forma permite à economia especializar-se em segmentos nos quais possa ser mais eficiente ou desfrutar de vantagens particulares e, portanto, expandir o seu tamanho económico para além do que o limitado mercado doméstico poderia proporcionar. A tecnologia, sobretudo se dominada nas áreas de ponta, também é um gerador e um diferenciador de poder, do mesmo modo que o seu não comando acarreta dependências limitadoras da autonomia. E a poupança é crucial para a acumulação de riqueza, que é, em si mesmo, uma fonte de poder que permite realizar, influenciar, pressionar e coagir, ao mesmo tempo que permite preservar o controlo nacional das economias nacionais. Controlo sem o qual a economia se torna dependente de centros estratégicos alheios, quando não adversos, aos interesses do país. No entanto, há que ter em conta, que os processos de integração em cadeias globais, de comércio, tecnologia e finanças, ao mesmo tempo que criam oportunidades de expansão da autonomia estratégica, também podem criar dependências que, se não forem devidamente controladas, se podem tornar muito limitadoras da autonomia estratégica dos estados. Finalmente, para que o poder económico gerado pela sua economia, mas disperso por vários agentes independentes na sua propriedade e controlo, seja plenamente potenciado na autonomia estratégica do Estado, é necessário que o governo e a sociedade consigam articular os seus interesses e compartilhar uma visão comum. do papel do país no mundo. A China e a Alemanha representam dois casos paradigmáticos que validam as considerações teóricas avançadas pela tese. ; The aim of this thesis is to identify the relevance of the national economy to the strategic autonomy of a state and, more specifically, to answer the question: To what extent is the national economy relevant to a state's strategic autonomy? For most of History, strategy has been concerned with war and the use of military force to solve interstate disputes. Military force was also the main instrument by which countries could rapidly expand their wealth or protect it from predatory threats from others. In recent times, this underlying environment has changed considerably. Economic conditions have evolved in a way that has allowed wealth quickly to increase just by making better use of domestic resources, and war has become less and less seen as a way to solve international disputes. In this new context, it is essential to recognize the economy as a relevant strategic theater where countries confront and compete with each other on an ongoing basis. Furthermore, the economy is the theater where most states – not risking their existence or aspiring to become world or regional powers – can act strategically. Therefore, theories of strategy must acknowledge and incorporate this new reality, and it is to this area of research that the thesis intends to contribute.Strategic autonomy is a fundamental condition for the strategic options in the action of states. Much talked about in various political quarters, no one has managed to define the term well. Being an essential part of the research object, a clear and operational definition is therefore necessary, not only for the development of this research, but also for future uses by researchers and analysts. With the economy recognized as a relevant strategic theater and with a definition of strategic autonomy, the path was opened to seek the answer to the research question into the realm of the economy. The size of a state's economy is a primary source of its economic power and this power is a source of strategic autonomy. Population size is both an anchor and a relevant scale variable, but its dynamic potential is limited. On the other hand, capital accumulation – physical and human, tangible and intangible –, together with the efficiency of its use, has far greater potential to change dynamically the size of an economy. Trade offers states an opportunity to expand their economic potential, providing the national economy with a world market and allowing it to specialize in segments where it can be more efficient or enjoy particular advantages. And, therefore, trade is the means to expand the economic size of the country beyond that which its limited domestic market could allow. Technology can also be a generator of state power, providing opportunities to seize competitive advantage, both directly in the economy and indirectly on other fronts of power. Savings are crucial to building wealth, offering the power to realize, influence, pressure, and coerce, while also ensuring the nation is able to preserve control of its economy. Finally, in order for the economic power generated by a country's economy to be fully projected in the strategic autonomy of the state – not forgetting how ownership and control is dispersed among several independent agents – it is necessary to share a common vision of the country's role in the world. This involves government, society in general, and its economic elite in particular being able to align private interest with the common interest of the country. China and Germany provide two paradigmatic cases that validate the theoretical considerations advanced by this thesis. ; N/A
"Wir leben immer in einer Welt,die wir uns selbst bilden." Johann G. Herder "We construct worlds we knowin a world we do not." Nicholas Onuf Introducción Es indiscutible que en los últimos años –grosso modo, desde finales de los 80' hasta esta parte- el constructivismo se ha consolidado como una de las alternativas más sólidas a las teorías realistas y liberales, que, desde el fin de la Primera Guerra Mundial, ejercieron un dominio indiscutido, y aparentemente indiscutible, sobre la reflexión internacional. En la presente tríada de artículos pretendemos explicar a qué se debe ese particular suceso de este nuevo paradigma a la vez que intentaremos poner de relieve la "diferencia específica" del constructivismo con respecto al resto de las teorías de RRII. En esta primera parte abordaremos las condiciones históricas e intelectuales que propiciaron al auge del constructivismo, mientras que en las dos siguientes trataremos respectivamente del declive del positivismo y de la contribución propiamente dicha de la teoría constructivista al estudio de las RRII. a) El auge del constructivismo El World of Our Making (1989) de Nicholas Onuf junto con el Anarchy is What States Make of It (1992) de Alexander Wendt son dos de los textos fundacionales del constructivismo en las RRII y constituyeron un punto de inflexión en la historia del pensamiento teórico de la disciplina. Y ello porque, ante todo, lo que Onuf y Wendt lograron hacer con sus respectivas propuestas fue romper con el modelo ontológico y epistemológico positivista que tanto el realismo como el liberalismo presuponían, tal vez no del todo conscientes, y en cuyo marco se había desarrollado toda la discusión teórica en RRII desde principios de siglo XX. Haciéndose eco de los desarrollos acumulados durante décadas en las áreas de la filosofía, de la antropología, de la lingüística y especialmente de la sociología, el constructivismo, en un movimiento kuhniano, propuso para la disciplina un cambio radical de paradigma. Escudado en su nueva epistemología, el constructivismo se abrió paso justamente por allí donde el realismo y el liberalismo, y sus respectivas versiones "neo", o bien no habían explorado lo suficiente o bien ni siquiera lo habían intentado debido a un esencial desinterés teórico. De esa forma, el constructivismo cobró un fuerte impulso, y fue así que la literatura de dicho enfoque virtualmente explotara para los años 90. Quizás los ejemplos más destacados de esa inusitada proliferación sean el National Interests in International Society (1996) de Crawford, el Legitimacy and Power Politics (2002) de Bukovansky, el Revolutions in Sovereignty (2001) de Philpott, Rethinking the World: Great Power Strategies and International Order (2007) de Legro, entre otros autores. Con esta prodigiosa producción intelectual, se redescubrieron viejos problemas, más que nada los ligados a la contingencia histórica, y se iluminaron otros, tales como los del origen, significación y legitimación de la idea de soberanía. Problemáticas todas que las teorías realistas y liberales habían sencillamente ignorado, al haberse anclado en enfoques más bien del tipo estructuralista e institucionalista, de corte positivista y racionalista, de preeminente carácter transhistórico. En ese punto es bueno advertir que, en realidad, y a la luz de los múltiples desarrollos que ha tenido recientemente, no es preciso hablar de "el" constructivismo, como si fuera una corriente única, internamente consistente. Existen, como en el caso del realismo y del liberalismo, dentro del mismo paradigma constructivista distintos acentos y enfoques, que han pautado diferencias tanto en las líneas de investigación como propiamente teóricas. De hecho, es porque los desarrollos del constructivismo fueron tan rápidos como dispares, que, como muy bien retrata Stefano Guizzini en su "Reconstruction of Constructivism in International Relations" (2000), algunos autores, como Adler, Checkel, Hopf y también él mismo, se han empeñado en la tarea de reconstruir, con vocación sistematizadora, la coherencia interna del movimiento, amenazada, en algún punto, por la avalancha de artículos de eclécticas perspectivas que aparecieron en los últimos años. Pero las razones para este particular auge del constructivismo, son varias. Sin embargo, a grandes rasgos las podemos dividir en dos: por un lado, las exógenas, es decir, las que provienen por fuera de la reflexión teórica propiamente dicha y, por otro, las endógenas, a saber, las que surgen de un desarrollo interno sea al pensamiento internacional mismo o en disciplinas aledañas. Comencemos por las primeras. b)Caída de la URSS y sus implicaciones teóricas Uno de los factores exógenos que más coadyuvó a la envión constructivista de los años 90 fue, sin dudas, la inesperada caída del muro de Berlin y el subsiguiente derrumbamiento de la URSS. El motivo por el cual estos acontecimientos fertilizaron el terreno para el constructivismo es muy sencillo y evidente: los mismos marcaban el fin de la Guerra Fría, y significaban, por sobre todo, el final del marco histórico-estructural que había amparado la emergencia de varias teorías de RRII, sobre todo, el neorrealismo de Waltz y el neoliberalismo de Keohane y Nye, que habían ejercido un predominio casi monopólico. En general despreocupadas por comprender los cambios sistémicos, puesto que éstos, se aducía, eran excepcionales, ambas teorías se vieron totalmente sorprendidas por los sucesos históricos que desencadenaron el final del comunismo y de una bipolaridad que se había creído falazmente como sempiterna. Es que esos cambios difícilmente podían ser explicados o predichos por unas teorías de fuerte prosapia positivista como las suyas, siempre desveladas por intentar desentrañar las hipotéticas leyes naturales que regirían la estructura objetiva e invariable del sistema internacional, que por atender las contingencias históricas, a menudo retratadas como accidentales o accesorias. Pero, por su magnitud para el sistema internacional en su conjunto, el desplome de la Unión Soviética y, como consecuencia, de toda la estructura político-ideológica que se había montado alrededor de ella, no podía ser, bajo ningún punto de vista, un episodio histórico teóricamente marginalizable: convocaba a una reflexión profunda no sólo sobre la naturaleza del sistema internacional sino también sobre los fundamentos y, por ende, la validez de los enfoques teóricos planteados hasta el momento. Y es que, ante todo, la debacle soviética trajo al centro de la escena lo que el realismo y el liberalismo se habían empeñado en negar: en primer lugar, la ineludible importancia de la historia a la hora de entender el desarrollo de las RRII y, en segundo lugar, la necesidad de elaborar una teoría que efectivamente pensara los cambios estructurales y no como meras excepciones. Hasta entonces, principalmente el realismo, se había enfocado en la producción de un herramental teórico que pudiera dar cuenta, en clave fuertemente cientificista y mecanicista, del funcionamiento de la estructura internacional. Pero, por otro lado, estaba completamente huérfano de toda reflexión metafísica sobre la naturaleza profunda de ésa estructura: a saber, su origen histórico, sus despliegues internos y su temporalidad. Tenía una teoría sobre cómo se daban las interacciones al interior de la estructura, no obstante, carecía de una teoría sobre la estructura misma. Simplemente se asumía que estaba "dada", como el mundo trascendental de Platón o las ideas innatas de Descartes, y que, teniendo ese supuesto como base, podrían descubrirse sin más los patrones básicos del comportamiento internacional. Sin embargo, ¿cómo era posible explicar la Perestroika y la Glásnost de Gorvachov parados desde el paradigma realista que asumía, con bastante ligereza, la existencia de una estructura a priori y supuestamente atemporal? Con la caída de la URSS, no pudo sino reconocerse o, mejor dicho, terminar de reconocerse, que el mundo internacional era definitivamente más complejo de lo que señalaban los presupuestos del realismo, cuya larga hegemonía teórica en la disciplina comenzaba a ser rápidamente socavada. En general, los realistas se vieron obligados a aceptar que, a la luz de lo sucedido, en la estructura internacional existen, cuanto menos, algunos "puntos de fuga" por donde su teoría falla. Es que el fin del mundo bipolar reveló que no bastaba sólo con "medir" el poder nacional, definido generalmente en términos materiales, identificar la posición de los actores (Estados) en el sistema y, a partir de allí, derivar, como en un silogismo, unos intereses nacionales que aparentemente estarían abstraídos del espacio y del tiempo. Por otro lado, tampoco satisfacían los intentos, para finales de los años 90, más cosméticos que sustantivos, emprendidos por el realismo neoclásico de autores como Rose, Aferro y Labell, que buscaban matizar el materialismo, por momentos recalcitrante, del realismo así como su enfoque metodológico preeminentemente holista, cuando señalaban respectivamente la importancia de las ideas y de las elites en la toma de decisiones. El problema con estos intentos de revitalización del realismo es que, en lo esencial, mantenían el mecanicismo tosco sobre el cual el realismo había fundamentado su estructuralismo y con el cual había funcionado sin mayores dificultades por más de medio siglo. Pero justamente era ése mecanicismo lo que había que reformular. Entiéndase bien, no se trataba de abandonar completamente el estructuralismo, si bien eso fue lo que propusieron en general las teorías posmodernas, sino de señalar sus evidentes carencias y limitaciones teóricas. En ese sentido, podemos decir que luego de la caída de la cortina de hierro, se convino en señalar que una teoría materialista del sistema internacional era ciertamente necesaria pero, en ningún caso, suficiente por sí misma para agotar la complejidad intrínseca de las RRII. Siendo muy lacónicos, podemos decir que la tarea urgente era la siguiente: había que conservar el estructuralismo pero, a la vez, había que superarlo, poniéndolo en nuevos términos. Y fue precisamente labor, casi hegeliana por lo que tiene de dialéctica, la que llevó a cabo el constructivismo al conjugar el enfoque estructuralista con una perspectiva, más que idealista –puesto que el concepto tiene connotaciones epistemológicas que no son asimilables al constructivismo– ideacionista ya que subraya la importancia de la intersubjetividad, de las ideas y de la historicidad en la conformación de cualquier estructura social, sea nacional o internacional. Con esta perspectiva teórica novedosa, el constructivismo se volvió rápidamente exitoso en los círculos académicos pues con su parsimonia característica evita caer tanto en los excesos del materialismo como en los del idealismo, logró conquistar el llamado middle ground entre la teoría realista y liberal, que había estado vacante durante mucho tiempo y que el post-estructuralismo de las teorías posmodernas no supo cómo capitalizar. Otro factor que coadyuvó a allanar el camino al constructivismo fue sin dudas el agotamiento de la concepción positivista de la ciencia, al cual le dedicaremos íntegramente la siguiente parte. Sobre el autorLic. en Estudios Internacionales Universidad ORT-Uruguay Maestrando en Filosofía Contemporánea
A todos les habrá llamado la atención el asesinato de Bin Laden y sobre todo su cobertura mediática. El suceso ya empieza a tener consecuencias politicas dudosas, por ejemplo con el pseudo-debate "pragmático" sobre la tortura. Reitero, esto, a mi juicio, es totalmente nefasto y gravisimo para la vida pública norteamericana(1).Pero hagamos un ejercicio: un breve paralelo entre la cobertura y el procedimiento entre la muerte del Che Guevara y la muerte de Bin Laden. ¿No llama la atención el cambio de paradigma?Lo primero que salta a la vista es que paradójicamente el mundo de hoy es mucho más un hibrido "goebbelsiano" de lo que pensamos: digo hibrido porque en el mundo de la propaganda 'totalitaria' la imagen va siempre acompañada de su comentario ideológico (lo que 'hay que pensar'). Pero las dos son totalmente centrales. Nosotros en cambio tenemos un dispositivo diferente: a la neutralidad de los medios libres le agregamos los subtítulos nosotros mismos. La "muerte" de Bin Laden, me parece, está totalmente re-creada por un aspecto central: no hay cuerpo, no hay captura (es decir, no se lo ve), y tampoco hay un juicio (es decir, un proceso de justicia, como en Nuremberg). Solo tenemos. un relato y la construcción de un "discurso" en torno a indicios y a "versiones" (que van cambiando día a día), y, también, de recomposiciones de imágenes. Esto recuerda profundamente el procedimiento que en el teatro clásico se llama 'catársis'. Para Aristóteles, en la Poética, el teatro es el único arte que construye una relación afectiva a partir del conflicto (al cual uno asiste en el drama). Esta relación afectiva se apoya fundamentalmente en la identificación (hacia uno o algunos de los personajes). Por lo general, los personajes son seres opuestos (el bueno/el malo, el noble/el vil, etc.). El drama consiste en crear una tensión que "culmina" con una resolución. Así, por ejemplo, "la muerte del malo" después de que este amenaza con imponer un orden injusto, nos tranquiliza y hasta alegra. Esto es lo que él llama "catarsis": una palabra que quiere decir algo así como "liberación" o "explosión de sentimientos". Me llama personalmente mucho la atención esto, porque con respecto a la muerte del Che (también está la captura y la muerte de Saddam Hussein que es un poco diferente y que se podría analizar), se trata de otro modelo. La muerte del Che fue un proceso marcado por la verificación. La autentificación del cadáver era atestada por las fotos, la anécdota de las manos cortadas, etc. En este caso la muerte fue expuesta como victoria a través de la imagen. El proceso era enteramente diferente, y fue lo que hizo conducir involuntariamente a la fabricación, creo yo, de un nuevo "ícono" (cercano a la figura del cristo)(2). En el caso de Bin Laden, es como si se hubieran dicho : hacer un nuevo ícono, "that's out of question". La única manera de dar forma a la muerte de Bin Laden en un contexto de guerra de imágenes es integrarla y rehacerla en un relato (su muerte es únicamente un relato), y la fábrica de relatos más corriente, más a mano, más útil, más perfecta, hoy en día, es la cinematográfica (me refiero en términos de "matriz"). Por eso, precisamente, funciona tan bien: porque "mataron al malo", y ahí vemos a la gente que sale a la calle y festeja, etc. Insisto: la liberación de emociones de la cual hablaba Aristóteles la vemos funcionar perfectamente (por supuesto no lo digo por Bin Laden, un personaje siniestro, un asesino atroz y alguien que encarna lo peor del llamado 'islam político')(3). Uno de los centros del debate en torno a la muerte de Bin Laden, por un lado, me parece precisamente que la vida pública, sobre todo la democrática, esta fundada en el rechazo y la puesta a distancia de estas emociones. Aunque nos alegremos de la 'muerte del malo', ya conocemos los efectos de estas emociones en la vida pulbica: ¿como reaccionaríamos si una muchedumbre viniera a proponernos asistir al linchamiento de un criminal particularmente atroz? Cambiar la cuerda por el tiro en la cabeza es solo cambiar una forma y persistir en la misma situación. Oigo que el asesinato de Bin Laden toca a la esfera de la razón de Estado, y que "no hay que pedirle peras al olmo". Precisamente porque se trata de una acción tal es porque está totalmente marcada por la voluntad política. Creo que es la elección que hizo el equipo Obama la que hay que condenar.Hay un texto muy interesante del filosofo alemán Ernst Cassirer sobre este tema en el ultimo libro que publicó antes de morir, The Myth of the State (El mito del Estado). Allí, Cassirer trata de explicar porqué lo nazis jugaron estratégicamente sobre esta "liberación de las emociones" y sobre la idea que la política tiene que funcionar como una experiencia colectiva (la mobilización de masas) que se apoya en la 'liberación' de estas emociones reprimidas por la lo que llamariamos 'moral convencional' (los psicoanalistas dirían "pulsiones" y Freud hablo bastante de este proceso de construcción de la sociedad como conjunto de normas interiorizadas relativas a estas emociones). Para Cassirer, esto también tiene un sentido con respecto a la historia de la filosofía, porque él lo ve como una tendencia, una lucha interna a la filosofía, un combate para definir la política a partir de o entre las categorías de "mito" y de "razón" (una distinción que viene de Platón). En resumen: a partir de Maquiavelo, hay un proceso intelectual para racionalizar la actividad política, para sacarla del "mito" (es decir, también de la religión). Este proceso es particularmente fuerte en las Revoluciones del siglo XVIII, donde la búsqueda del "fundamento racional" de la autoridad, de los derechos inalienables etc… fue uno de los focos más importantes de debate político, intelectual y jurídico. Cassirer afirma que los nazis reivindican el mito como instrumento de movilización total, es decir, como una representación, pero que no tiene nada que ver con la idea de verdad, o con una explicación construida de la realidad. El mito, en cambio (palabra, imagen o 'discursos'), si sirve para nombrarla y transformarla, y trabaja a partir de las formas de pertenencia a una comunidad, que determina el 'ellos' versus el 'nosotros'. Y aquí volvemos al segundo punto central. Creo, como lo dije antes, que todo esto es profundamente nefasto para la vida pública norteamericana, es decir, en buena medida, y aunque no nos guste, para nosotros también. Antes que nada porque consagra en términos simbólicos, y totalmente, la herencia de Bush. No solamente el estilo de un strong power imperial a la romana con acento de cow-boy y pistola, con sus nuevas conquistas, sus nuevos "crucificados" -el destino de los vencidos de las guerras romanas- y sus nuevos esclavos. También consagra la dicotomía "con nosotros/contra nosotros", que en este caso funciona de manera perfecta: si uno no se alegra de la muerte de Bin Laden, entonces ¿por quién "hincha"? La "muerte" de Bin Laden, no huelga repetirlo, legitima totalmente… al asesinato político como 'técnica' política ("en defensa de la democracia") y ademas, desprestigia a la esfera del derecho internacional. El mensaje es totalmente diferente si la historia se resuelve con un balazo en la cabeza puesto por un marine de la tropa de comando, que si se hace en un juicio público donde la catarsis es hablada y teatralizada, y las cosas se maduran en el tiempo. Las víctimas (vemos aquí lo poco que importan) ven y escuchan, y el juicio se transforma en una confrontación política. Sin embargo esto supone que a Bin Laden también se lo deje hablar. Y si Ben Laden habla, la historia de la figura política de éste ultimo es menos simple que lo que los medios de comunicación norteamericanos han estado diciendo. Comentando esta ultima opinión, me he encontrado con gente que contesta que de todas maneras "los estados matan". Es verdad, y estamos frente a un caso más de raison d'état, sin embargo, no estamos hablando de cualquier 'muerto' y la manera en que la informacion circula es antes que nada un hecho politico. Y, exactamente como con el terrorismo, todo es una cuestión de 'mensajes'.Mi idea es esta: había que juzgar a Bin Laden como autor intelectual de los atentados, de la misma manera que se juzgó en su momento a Göring, Bornmann e inclusive a Eichmann. No estoy haciendo un paralelo de Bin Laden con los nazis como figuras políticas, sino como ejemplos de procesos de juicio político a un mal, considerado supremo. El tema central de esta historia no es quién era el malo, sino qué valores uno defiende cuando esta "en lucha". Para volver a Nuremberg: el juicio mismo fue de hecho una negociación (los rusos optaban por "la bala en la cabeza").Uno de los mensajes más importantes que el asesinato de Bin Laden hace circular es que el derecho internacional es un estorbo para la Realpolitik. El otro, acaso más inquietante, aunque no el menos cinematografico, es que los problemas políticos sí se arreglan con un balazo en la cabeza.Con esta respuesta (el balazo en la cabeza y una "fiestita pa´ amenizar"), nos acercamos demasiado al modelo inconsciente de nuestra historia americana Aquí, donde, bajo ciertas apariencias, todo se arreglaba a los balazos y reviviendo el fundamental acto de nacimiento americano: una gran masacre. Una historia "of sound and fury", como bien lo retomó Faulkner. El lapsus más enorme de toda esta historia me parece el nombre de código de la operación: "operación Geronimo". Como en una réplica de westerns, el estado norteamericano, a través de su propia memoria, nos sigue incansablemente repitiendo que "un buen indio es un indio muerto".(1) Ver por ejemplo esta discusión sobre los argumentos del equipo Bush y de sus defensores a favor de la tortura en el New York Timeshttp://www.nytimes.com/2011/05/04/us/politics/04torture.html?hp(2) Compárese las fotos del cadáver del Che muerto con el célebre fresco de Mantegna, Cristo muerto en el sepulcro (circa 1480), conservado actualmente en la Pinacoteca de Brera, Milan. Ver: http://www.brera.beniculturali.it/Page/t04/view_html?idp=141(3) Sin embargo, este producto (el llamado "islamismo") esta íntimamente ligado a la estrategia de la guerra fria. Otro capítulo del cual no lograremos saber gran cosa con el asesinado Bin Laden.Profesor del Instituto de Estudios Políticos de París. PhD en filosofía política.